Es sobradamente conocido que John W. Campbell imprimió un estilo personal a los colaboradores de la revista Astounding Science Fiction que marcó durante muchos años el contenido de los relatos de ciencia ficción. Según su criterio la narración debía tomar como referente algún elemento de las ciencias duras, especialmente la física, para publicarse en su revista.
Gracias a este planteamiento escritores como Asimov, Clarke, Sturgeon, Pohl y tantos otros empezaron a ser conocidos por el gran público. Sabido es también que toda escuela crea, al cabo de los años y debido a la repetición y al cansancio, una cierta reacción en contra. De este modo nació primero la llamada nueva ola que introdujo temas que, por aquel entonces, se consideraban alejados de las ciencias clásicas. Por primera vez temas de historia, sociología, política y ética tuvieron una plaza preferente en los relatos y novelas de una segunda generación de escritores hoy, igualmente, famosos.
Bastantes años después, nuevos temas pidieron paso. Agotadas sus posibilidades se echó mano a la fantasía lo que, de hecho, representó en cierto modo una regresión a la infancia. Leer ciencia ficción no es nada fácil; a las dificultades de comprender unos temas que acostumbran a superar los conocimientos del lector hay que añadir un lenguaje con multitud de palabras inventadas para designar objetos inexistentes en la cultura terrestre. Cualquier lector habitual sabe, por ejemplo, que es el ansible pero éste es un término absolutamente extraño -imposible de hallar, además, en un diccionario corriente- para la inmensa mayoría de lectores de novelas de otro tipo. Es sólo un ejemplo que podríamos ampliar con, como mínimo, otro centenar de palabras. Esto no les sucede, pongamos por caso, a los lectores de novela histórica o de novela policíaca.
Por el contrario, la fantasía utiliza unos elementos que tenemos asumidos desde nuestra infancia. En los clásicos infantiles la existencia de brujas, hadas, princesas, magos, gnomos, dragones, animales parlantes y espadas mágicas tienen una presencia apabullante. Y parece que los adultos tenemos una sorprendente y acrítica capacidad para la nostalgia. Personalmente creo que tanto John Ronald Reuel Tolkien con El señor de los anillos en literatura, como George Lucas con su colección de películas de Star Wars (prefiero olvidar el estúpido título español) han causado, involuntariamente, un daño irreparable a la literatura de ciencia ficción. Rectifico, el daño lo han hecho sus numerosos seguidores que han intentado aprovecharse del filón encontrado por los citados sin poseer ni la décima parte de su calidad.
Le estrechez de miras de muchos editores, deseosos sólo de obtener un beneficio rápido, ha ayudado a separar y enfrentar ciencia ficción y fantasía con una política que, tarde o temprano, puede conducirles al fracaso. En un artículo publicado recientemente, Domingo Santos afirma que «el argumento tipo de más de un 50% de las novelas de fantasía que se editan (…) es un cliché que está empezando a aburrir a muchos lectores» .
Sin embargo, introducir con prudencia elementos fantásticos en un relato de ciencia ficción clásica puede servir, en algunos casos, para enriquecer el relato y hacerlo más atractivo. Esto es lo que sucede con el cómic Le Vagabond des Limbes creado literariamente por Christian Godard y gráficamente por el dibujante barcelonés Julio Ribera. Sorprendentemente pese a la nacionalidad del dibujante sólo tuvimos la oportunidad de ver tardíamente, en castellano, el primer álbum, El Caminante del Cosmos, publicado por Grijalbo/Daragud hace ya más de veinte años, además de unos pocos episodios publicados sin orden cronológico, en blanco y negro, por la revista Cimoc (2). Y eso a pesar de ser, en su país de origen, una serie de considerable éxito de crítica y público y contar con más de treinta volúmenes publicados y varias reediciones incluyendo una recopilación en volúmenes.
Godard tiene la habilidad de utilizar la mayoría de los recursos de la ciencia ficción clásica: naves espaciales, presencia de alienígenas, saltos temporales, viajes galácticos, etcétera mezclados con otros que no son tan habituales al menos en los cómics de ciencia ficción aunque sí suelan serlo en las novelas. Como ejemplo, la constante presencia de una sexualidad explícita que admite todo tipo de prácticas por extrañas que puedan parecer. O una irreverente visión de la religión, una fábula infantil completamente retrógrada en palabras de Musky, con un Supremo Creador, rehén de la Guardia Púrpura, representado por un viejo borracho, jugador y libidinoso que añora el poderío creador de su juventud. A lo que hay que añadir la existencia de unos submundos más propios de una corte de los milagros que de un universo altamente tecnificado.
La fantasía ha permitido siempre soñar y, precisamente el sueño es la base fundamental del relato de Godard que empieza con la pareja protagonista, Axle (léase Axel) Munshine y Musky, en un inmenso jardín de aspecto poco artificial que resulta ser la cúpula superior de el Delfín de Plata, una inmensa nave espacial, en vuelo hacia Xylos el planeta en donde nació Axle hace aproximadamente treinta años. La diferencia con la fantasía, llamémosle clásica, en la que los elementos utilizados tienen claras concomitancias medievales, ignorando voluntariamente la superstición y la ignorancia de aquella época a la que evocan de manera pretendidamente poética, feliz y soñadora, el cómic de Godard y Ribera ha sabido adaptar los mismos elementos a lo que, supuestamente, sucede en el universo en donde, al margen de la Tierra, hay contacto habitual entre planetas situados en distintas galaxias. Aunque los primeros episodios puedan hacer creer al lector que la acción transcurre en el futuro en realidad está sucediendo e el momento actual o, para ser más precisos exactamente en 1978 tal como se señala en el sexto episodio, Quelle realité, Papa? en el que vemos a Axle y Musky entrar en contacto por vez primera con un atrasado tercer planeta de un pequeño sol del extremo de la galaxia que ellos denominan la Via Láctea. Contacto que sirve a los autores para poner de manifiesto la brutalidad del comportamientos de sus habitantes comparando, entre otros, el extermino de judíos ordenado por Hitler con el de sarracenos llevado a cabo por Luís, rey de Francia, a quien la iglesia denomina santo.
Axle, una especie de embajador plenipotenciario, se presenta en Xylos ante el Consejo de la Guilda para dar cuenta de su misión: la consecución de una alianza pacífica con el Príncipe del pueblo de los Eternautas que gobierna en seis planetas. Como prueba de dicha alianza, y al estilo de lo que hacían los antiguos romanos, trae consigo un acompañante voluntario, Musky, hijo único del príncipe, que por el Consejo es más bien visto como un rehén. Musky, que demuestra un afecto quizá excesivo por Axle tiene dos cualidades que les hacen extremadamente especial. La primera es el poder de bloquear con su mente su desarrollo físico. Y, aunque tiene ya más de doscientos años su apariencia es la de un niño de trece. Edad que piensa mantener hasta que encuentre un adulto que le proporcione razones para crecer. La segunda es la de poder elegir y cambiar, periódicamente y a voluntad su sexo. Esta segunda, sin embargo, no será conocida por el lector hasta después de varias aventuras. Como es lógico el afecto solapado, casi amoroso, existente entre Axle y Musky, con lo que esto sugiere sobre homosexualidad y pedofília, desaparece de pronto cuando Musky, niño de trece años al que Axle llama Payasito, se convierte en una hermosa joven.
Pero no hay fantasía sin el correspondiente mago malvado. Papel que aquí ocupa Magh-Oz -¿les suena el nombre?- el jefe de la Guardia Púrpura -¿cómo no?- Gran Ejecutor y segunda dignidad del régimen que, como un Iznogoud cualquiera, sueña con ocupar el lugar del Mediat Supremo. Magh-Oz quiere deshacerse de Axle, en quien ve un posible competidor, y le acusa del peor delito que pueda haber en el mundo de Xylol: atreverse a soñar. Claro que aquí los sueños parecen, en realidad, ser percepciones de acontecimientos que suceden en universos paralelos, perfectamente conocidos por el Medait Supremo, cuyas puertas se quiere mantener cerradas porque suponen un grave peligro para Xylol.
Axle es pues, a pesar suyo, un delincuente que, además se atreve a vivir acompañado por un grupo de robots androides otra cosa prohibida también por las leyes que rigen su mundo. De manera sorprendente el primero de los sueños que consigue grabar Axle con el «translator», aparato inventado y construido por su amigo androide el profesor Matt Gammone, es la recreación de un episodio bélico absolutamente normal en la Tierra del siglo XX pero de una violencia tan incomprensible para los habitantes del futuro que hace afirmar a Musky que solo puede ser una pesadilla absurda propia de una mente extremadamente fatigada. Sin embargo lo que dicha escena sugiere al lector es la posibilidad de que los universos paralelos estén desfasados temporalmente. Axle consigue entrar en este universo en el que encuentra a Chimeer de la que se enamora perdidamente y a la que buscará desesperadamente por todo el universo. Como en el mundo real este tránsito se ha producido a través del sueño Musky, celosa, la ve como una quimera irreal y absurda. El futuro nos permitará descubrir, como parece insinuar una escena de Le dernier prédateur, que Chimeer y Musky son la misma persona. En la última viñeta de una página vemos a Chimeer entrando en un guardarropa para ponerse con el vestido que llevaba cuando llegó a este universo. En la primera viñeta de la pàgina siguiente vemos a Musky, en el otro universo, saliendo precisament de un guardarropa. ¿Es sólo un simple raccord o insinua algo más?. La hipotésis queda confirmada en las últimas páginas de este mismo episodio. A partir d’aquí las relaciones entre Axle y Musky adquieren una nueva lectura.
Axle, que ha sido descubierto y denunciado por los esbirros de Magh-Oz, es declarado fuera de la ley y no tiene más remedio que huir, acompañado de Musky y de sus fieles androides, con su magnífica e indestructible nave hacia los más recónditos parajes del universo.
Desde entonces la trama tiene ya tres lineas de actuación que se van acercando, cruzando o alejando a conveniencia del guionista. La primera sigue el argumento del episodio inicial y narra la huida, la persecución y la reconciliación con la Guilda. La segunda se centra en la búsqueda de Chimmer, los saltos al otro universo y la lucha de Musky para substituirla en el corazón de Axle. La tercera está constituida por los episodios complementarios que se originan a causa de la diversidad y originalidad de los mundos a los que van a parar Axle y Musky en su huída.
Aunque el Delfín de Plata viaja a una velocidad cercana a la de la luz sin superarla (4)es capaz de localizar, penetrar y salir de un agujero negro llegando a un desconocido planeta regido por un profeta que ha predicho la vida y la muerte de todos sus súbditos. Si la predicción no se cumple, el individuo es literalmente borrado por los ángeles guardianes, declarado «dif» o «des» (difunto o desaparecido) y substituido por otro al que se le da la identidad del primero. La condición supuestamente angelical de los guardias alados artificialmente no impide descubrir su verdadera condición cuando se disponen a disfrutar de favores sexuales otorgados a la fuerza por grupos de mujeres que una vez utilizadas serán relegadas a la categoría de «dif».
Si en esta aventura el relato presenta bastantes visos de realidad con algun sistema político actual, la siguiente pone de manifiesto uno de los más antiguos sueños del ser humano: la eterna juventud. Claro que aquí no se trata ya de encontrar el elixir de los alquimistas sino pura y simplemente de trasplantar un cerebro viejo a un cuerpo joven. Con el añadido, claro está, de conservar a pleno rendimiento el cerebro con la ayuda de la ciencia. Tema bastante habitual en la literatura de CF. Y experiencia por la que pasan Axle y Musky que han de ceder forzosamente sus cuerpos a una pareja que quiere ocupar su lugar en el Delfín de Plata. Recuperada su verdadera identidad Axle se enfrenta, en el próximo episodio, a sus propios fantasmas del pasado y del futuro. Magnífica la escena de un pequeño Axle enfrentándose a los gigantes juguetes de su infancia. Los comportamientos de un Axle ya anciano, otro joven y un tercero niño destruyen la visión idílica del héroe noble y lo muestran como realmente es. Es un episodio que debe mucho a Cervantes con un Musky actuando al estilo de Sancho frente a un quijotesco Axle que ve castillos donde existen peñas.
Parece raro que sin utilizar el típico recurso de la velocidad superlumínica o el de los saltos por el hiperespacio la magnífica nave pueda ir de galaxia en galaxia sin que ni los viajeros ni los que permanecen en el planeta de origen transcurra el tiempo de manera evidente. Parece que Godard no tardó en comprenderlo y a partir del episodio décimo ya introduce casi a hurtadillas que el Delfín de Plata surca el hiperespacio. Como sucede con demasiada frecuencia en la ciencia ficción los autores parecen creer que el lector se sentirá más impresionado si manejan cifras enormes. Una fractura o brecha que se ha producido en un punto del universo hace desaparecer ni más ni menos que trescientas mil galaxias sin que ello afecte la masa y el equilibro del universo. Parece que lentamente la fantasía va ganando terreno en los argumentos y cada vez hay menos referencias a posibles explicaciones físicas. En este sentido la aventura que tiene lugar en el «laberinto virginal» es una muestra de una acumulación de situaciones sin la menor conexión con la realidad. Uno de los defectos de la obra es la de iniciar cada episodio con una presentación que se quiere poética y literaria pero que realmente es pretenciosa y pedante. Este defecto se nota más en episodios como el que acabamos de mencionar en que la acción debe justificarse con mera palabrería que se salva gracias a las magníficas ilustraciones de Ribera.
El humor está presente de manera constante en las aventuras de Axxle y Musky: hay que sacar a pasear dos veces al día a los molos, hombres con cabeza de perro y hay que lanzarles,de vez en cuando, una piedra para que puedan correr tras ella. El mismo Dios confiesa que sus profetas no entendieron que quiso decir con lo de «amaos los unos a los otros». El humor permita a Godard ironizar sobre las leyes de la robótica creadas por Asimov. Partiendo de la idea de proteger al hombre se llega a la conclusión que hay que hacer desaparecer todo lo que le cause dolor. Y puesto que la mayoría de dolores que padece la humanidad provienen de la propia humanidad, el gigantesco cerebro de un filántropo, alimentado y superdesarrollado por un gigantesco ordenador, empieza, utilizando una sencilla ecuación algebraica, por hacer desaparecer las galaxias más arriba mencionadas.
Pero a pesar del humor el mensaje de Godard y Ribera respecto a la condición humana no deja de ser pesimista. Aunque en las constelaciones que transcurre la acción tienen planetas que nos llevan centenares de años de adelanto las formas de opresión son parecidas a las de la Tierra. Las Bonkes igual que nuestros bancos son las dipositarias del poder y las que planifican y organizan guerras para lograr incrementar sus beneficios. Como dice el gran ordenador con la guerra «todo el mundo está contento, cada uno puede dar finalmente un sentido a su vida. Un ideal! Hacer triunfar su bando. Matar impunemente, reconstruir su territorio después de haberlo reconquistado al precio de la sangre. Uno puede acostarse con el sentimiento del deber cumplido. Se piensa: estoy preparando el porvenir de mis hijos, lucho para tener un mundo mejor. Se es feliz. La guerra, señor Munshine, es la felicidad de la humanidad«. En La masque de Kohm, el onceavo episodio que apareció en 1984, se plantea ya el conflicto entre el imperio de la constelación de Kôhma que suministra el noventa y cinco por ciento de los recursos energéticos de la Guilda a cambio de productos manufacturados, principalmente armas, que prepara una «guerra santa» para imponer a la Guilda su creencia religiosa. ¿Les suena?
En el episodio siguiente la serie da un giro importante. Musky siente que su reloj biológico se ha puesto en marcha cosa que desencadena una serie de acontecimientos que no debemos desvelar por respeto a los posibles lectores. Digamos solo que por fín sabremos como y por qué Chimeer atravesó la puerta que conduce al otro universo, que el enfrentamiento de Axle con la Guilda se acentua, que en la acción interviene el padre de Musky y que éste tiene una hermana fisiogemela (5), Muskie, exactamente igual a ella. El erotismo larvado, que ha estado presente desde el primer álbum, aumenta considerablemente hasta el punto de ser predominante. Las álbumes ya no son autoconclusivos y el final de este episodio no aparece hasta la última página del volumen 15, Le temps des oracles, coincidiendo con la interrupción de relaciones de los autores con Dargaud. El álbum que salió a continuación fué editado por la editorial Le Vaisseau d’Argent, creada por los propios autores, con otro cambio de rumbo que intentaba regresar al espíritu inicial con un Musky infantilizado de nuevo. La aventura de Vaisseau d’Argent duró poco y pronto Dargaud volvió a ser el responsable de la edición de álbumes.
La invención de Muskie sirvió a Godard para solucionar uno de los problemas planteados pero creó otros nuevos a él y a su personaje Axle. De hecho la solución encontrada no fue nada satisfactoria y las dos fisiogemelas aparecen y desparecen alternativamente tanto del relato como de los sentimientos de Axle que cuando está con una parece olvidar completamente la otra. Si Musky y Muskie aparecen más de una vez, como niñas egoistas, impertinentes, mal educadas y egoistas, Axle lo hace como una persona fría e insensible a sus sentimientos. Incluso antepone solucionar todo tipo de problemas que se le ponen por delante a recuperar a su hijo perdido en el univrerso paralelo. Tampoco parece tener gran interés en recuperar a una de los dos hermanas, no diremos cual, cuando desaparece hacia el final de La ruptura en, caso insólito en el cómic, lo que parece ser un suicidio en toda regla.
A medida que la serie avanza se producen pequeños cambios a veces imperceptibles. Los compañeros robots de Axle aumentan en número y ya es imposible saber sus nombres. En los primeros episodios sólo dos o tres miembros del consejo de la Guilda tienen un aspecto parecido a los terrestres en los últimos álbumes casi todos lo son; la existencia del otro universo que parecía ser un secreto sumamente guardado resulta más adelante ser conocida por todo el consejo que, incluso, tiene agentes al otro lado dejando intrigado al lector de por qué precisamente el Gran Conciliador, supuesto número dos de la Guilda sea uno de los pocos no enterados. En la plancha vigésimo primera de Le carnaval des animonstres Axle habla de razas extraterrestres al referirse a los que no tienen aspecto humano lo que es absurdo si se piensa que la Tierra está situada precisamente en el otro universo. Las referencias verbales también cambian y, así, las pretenciosas parrafadas literarias que inician los distintos capítulos se reducen e, incluso, desaparecen.
La ética o, si se quiere, la moral no es algo que abunde en el universo de la Guilda. Y la visión que se tiene de los dirigentes de la Guilda es absolutamente cínica. Todos ellos son egoístas, amorales, egocéntricos, sobornables, corruptos y asesinos o cómplices. Es la visión que parecen tener los autores los políticos actuales. Pero incluso el protagonista que en los cómics suele ser el paradigma de la honestidad y honradez no duda en utilizar todos los medios que le ayuden a conseguir sus objetivos. ¿El fin justifica los medios?
LE VAGABOND DES LIMBES, una serie que nos encantaría poder ver en versión de aquí.
© Toni Segarra, febrero 2007.
Toni Segarra ha trabajado como redactor en el semanario Treball en temas relacionados con la cultura popular: cine, novela negra, còmics, etc. Ha sido jefe de redacción de la revista Bang! dedicada al estudio del còmic. Es ingeniero industrial y actualmente trabaja en Mataró como profesor de matemáticas en un instituto de enseñanza secundaria. Fue uno de los artifices de la HispaCon de Mataró (1997), congreso anual de aficionados y profesionales españoles de la ciencia ficción, y además de mantener esta columna junto a Joan Antoni Fernandez, formó parte de la organización de las Trobades de Ciència-Ficció de Mataró.