FESTIN DE CUERVOS, de George R.R. Martin

Por Luis Fonseca

Tras una espera más larga de la cuenta, Martin ha añadido otras 1000 páginas a su Canción de Hielo y Fuego, pero no sé si las 1000 páginas que los aficionados esperábamos.

Son un millar de páginas de relativa transición como si tanto el autor como la trama se tomaran algo de tiempo mientras los cuervos se dan su festín de carroña en el agotado Poniente. No es que no pasen cosas, que sí que pasan, pero tan bien acostumbrados estábamos que se hace extraña una entrega en la que nada se nos cuenta de Tyrion y  apenas nada de John y de la amenaza del Norte. Y no es que al parecer no haya que nada que contar acerca de ellos sino que no toca, tal y como el propio Martin reconoce en una nota final que parece anticipar la ‘desilusión’ de la audiencia al dar la vuelta a la última página.

Entre lo que sí que toca, y con la habitual dosis de truculencia de Martin, hay varias cosas a destacar. En primer lugar, en esta entrega se gana una sede en el tablero de juego: la trama se extiende a Dorne incorporándose los oportunos nuevos protagonistas. En segundo lugar,  el juego de tronos pasa a ser jugado preferentemente por las damas. Por tierra, mar y aire, Cersei, Margaery, Asha, Myrcella, Alayne (la rebautizada Sansa) y la ausente Dany lo juegan con mayor o menor intensidad, y con mayor o menor fortuna,

Cersei es el principal personaje de la entrega. Aislada voluntariamente del resto de su familia, ve enemigos por todas partes, y maniobra cruel y eficazmente para conseguir el poder absoluto en Desembarco del Rey, aunque algunas de sus tácticas, como la de rearmar al culto de Los Siete, se le giran seriamente en contra. No la ayuda tampoco el que nos enteremos de que en su destino los dados está  cargados y que su existencia se ve atormentada por una maldición de juventud, cumplida ya en un importante porcentaje… tanto tronío y mala baba no pueden sucumbir a un simple mal de ojo: es anti-Martin!!

Brienne es otra gran protagonista, y al igual que sucede con Cersei, su intensa línea es de las que tiene más números de agotarse que de trascender. Tras una errática búsqueda de Sansa en la que va a exorcizarse de varios de sus miedos acaba cara a cara con su mentora Catelyn, para descubrir que no hay tanta diferencia entre los mercenarios de los Titiriteros Sangrientos y los justicieros de la Hermandad sin Estandartes de Lord Beric y la fantasmal Catelyn.

Otros personajes con una capacidad de maniobra digna de mención son Jaime en el asedio de Aguasdulces y Petyr en el Valle de Arryn. Cada uno con su estilo suplen la acción con interesantes movimientos estratégicos. En Petyr es lógico, en Jaime, no, y el quedarse manco parece haberle aguzado el ingenio.

Más errático es el devenir de Sam y el de Arya. Desde que anda sola por el mundo, la historia de Arya  no tiene una dirección muy definida y en esta entrega es de lo más esotérica. Su trayectoria va a cruzarse puntualmente con la de Sam, aunque sin reconocerse porque, de hecho,  no se conocen. El pobre Sam, que no para de ir de aquí para allá, ahora ha de cruzar todo el país, desde el Muro hasta Antigua, con una pequeña troupe en la que se incluye un anciano centenario y un bebé de semanas. Aunque no todo salga como está previsto, consigue llegar a su destino, la Ciudadela, para tropezarse con una serie de personajes a los conocimos (y a alguno vimos morir, muy al estilo Martin)… en el prometedor primer capítulo, y de los que no habíamos vuelto a saber nada. Este cierre engañosamente circular parece la forma, un tanto artificiosa, que Martin ha elegido para poner punto final a la transitoriedad de esta entrega.

Al menos, mientras los cuervos se dan su festín los rumores que se extienden por Poniente acerca de la reaparición de los dragones ya están dinamizando algunas de las tramas paralelas. Esperemos que cuando cambiemos de bichos alados, y pasemos de plumas a escamas, se recupere parte de la emoción. Eso, y que Martin devuelva a su alineación a alguno de los titulares indiscutibles.

(c)  2008 Luis Fonseca

Festín de cuervos (A Feast for Crows; 2005), de George R. R. Martin. Canción de hielo y fuego 4. Ediciones Gigamesh nº 42. Barcelona, diciembre de 2006. Traducción de Cristina Macía. Prólogo de Álex de la Iglesia. Portada de Corominas.  ISBN 978–84–96208–59–9. 864 páginas, 24,95 euros.

Texto de la contraportada

Las circunstancias han forzado una tregua en la guerra de los Cinco Reyes. Los intrigantes miembros de la Casa Lannister intentan consolidar su hegemonía en Poniente; la flota de las Islas del Hierro se congrega para la elección de un rey que restituya la gloria perdida del Trono de Piedramar, y en Dorne, el único de los Siete Reinos que permanece apartado del conflicto, el asesinato de la princesa Elia y de los herederos Targaryen todavía se recuerda con dolor y rabia. Entre tanto, Brienne de Tarth parte en busca de Sansa Stark en cumplimiento de una promesa, y Samwell Tarly regresa de las tierras inhóspitas de más allá del Muro acompañado de una mujer y un niño de pecho.

Acerca de Interface Grupo Editor

Editamos en papel 75 números de la revista BEM entre 1990 y 2000 y desde 2003 hasta 2012 mantuvimos el portal BEM on Line. Tras múltiples problemas de software, decidimos traspasar a este blog los principales textos publicados en esos años. Interface Grupo Editor está compuesto por Ricard de la Casa, Pedro Jorge Romero, José Luis González y Joan Manel Ortiz.
Esta entrada fue publicada en Reseñas de libros y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s