LA TEORIA DE LOS MUNDOS PARALELOS, de Juan Carlos Planells

Ilustraciones de Juan Antonio Fernández Madrigal

 

 

La primera vez que Abel le habló del tema a Marisa era una tarde de principios de verano en que se habían quedado solos en la residencia de estudiantes y la pereza empezaba a instalarse en ellos al compás de las horas, mientras esperaban alguna llamada amistosa que les diera una excusa para salir a la calle.

—¿Sabes? —le dijo a Marisa, dejando el periódico sobre la mesa—. Aquí hay una buena idea que valdría la pena desarrollar…

—¿De qué hablas? —le preguntó Marisa, desperezándose en el sofá.

—Eso que pone en el periódico… ¿Recuerdas que hace unos meses un hombre empujó a otro en el andén del metro y lo hizo caer a la vía justo cuando estaba entrando el metro?

—Vaya cosas que te da por recordar ahora… Sí, lo recuerdo de sobra porque mi madre se puso de los nervios y dijo que no pensaba tomar el metro nunca más… Vaya paranoia…

—Sí. Bueno, pues aquí habla de eso, y cuenta que el tipo ese es un esquizofrénico. Ya se figuraban que estaba un poco tarado, pero lo han examinado a fondo y ése es el dictamen médico… Mmmm… Debería hablar con mi prima Mireia, la que está de jefaza de psicología en el Clínico. ¿Sabes que esto es muy interesante?

—¿El qué es muy interesante? Todavía no entiendo de qué estás hablando. ¿Ser un esquizofrénico es interesante? —Marisa, tendida de bruces en el sofá, le miraba expectante.

—Escucha. —Abel tomó el periódico—. Aquí dice que ese tipo no reconocía a sus hermanos; según él, eran unos suplantadores. El tipo al que empujó en el andén del metro era un vecino del barrio, alguien a quien debía conocer de vista, pero le contó a la policía que no era su vecino sino un conspirador que le estaba vigilando. Habla de una hermana, que en realidad no tiene… Según él, todo el mundo que conocía había cambiado de repente de cara o de aspecto, o se había transformado en una persona distinta…

—¿Y eso qué tiene de raro? Si está esquizofrénico, no esperarás que razone con normalidad.

Abel dejó el periódico y se puso a mirar por la ventana, hacia la calle bañada por el sol de media tarde, la sombra de los árboles, las aceras casi desiertas.

—Bueno, puede que no se trate de eso exactamente. Sí, su cerebro está… digamos que estropeado… Diantre, tendría que hablarlo con Mireia, que sabrá más del tema. No sé por qué me dio por estudiar ciencias en vez de psicología, como ella… Pero, vaya, especulando sobre lo que cuenta el diario y lo que he oído sobre el tema, se me ocurre pensar que acaso llamamos esquizofrenia a lo que sería una interrupción de la realidad.

—¿Una qué? —preguntó Marisa, mirándole desconcertada.

—Una interrupción de la realidad —repitió Abel, paseando por la estancia, sin mirarla, como repasando su idea—. Veamos, ¿qué es lo que le ocurre a una emisora de radio si en una frecuencia interfiere una segunda emisora? Estás escuchando tu emisora favorita y por una mala sintonización se solapan dos emisoras a la vez, y el resultado es que no puedes escuchar ninguna de ellas en condiciones y te pones de los nervios…

—Bueno, sí —concedió Marisa.

—Lo mismo ocurre si dos canales de televisión solapan sus frecuencias porque una de ellas emita irregularmente…

—Sí, a mi hermano le pasa eso con una tele que tiene en su cuarto, y lo arregla a golpes de zapatilla en la antena. Se pone de los nervios, sí.

—Entiendes lo que te digo, pues: dos emisoras emitiendo en una misma frecuencia o en una frecuencia tan cercana que se solapan…

—¿Y eso qué tiene que ver con la esquizofrenia?

—Bien, puede que el cerebro de un esquizofrénico esté captando dos realidades distintas al mismo tiempo…

Marisa se lo quedó mirando sin saber cómo tomarse aquello.

—No lo dirás en serio… O sea que, según tú, un esquizofrénico es una persona que ve dos mundos a la vez. ¿Dos mundos reales, no cosas que se imagina?

—Exacto. Un esquizofrénico sería una persona absolutamente normal que, por causas que ignoramos, de repente ve su realidad solapada por una segunda realidad. Su cerebro, que no lo entiende ni lo acepta, es incapaz de razonar con ambas realidades a la vez y no puede manejar la información que recibe de los dos sitios… Nuestros sentidos ven, huelen y oyen dos realidades a la vez y son incapaces de atender a ambas a la vez… Nuestro cerebro no puede enfrentarse a ello al producirse el fenómeno de manera brusca… ¿Cómo reaccionaríamos ante algo así? ¿Al percibir de repente una segunda realidad coexistente con la nuestra? ¿O que toma quizá el lugar de la nuestra? ¿O que no nos permite entender lo que creemos cambios y en realidad son las visiones de esa segunda realidad?

—Abel, no creo que la tarde que hace sea la más adecuada para calentarse la cabeza con ese tema —suspiró Marisa.

Pero Abel estaba entusiasmado con su idea y prosiguió hablando más para sí mismo que para su amiga.

—Llamemos Realidad A al mundo que percibimos. De pronto, recibimos imágenes y sensaciones de una segunda realidad, Realidad B, y nos creemos inmersos en ella. En esa Realidad B todo es muy parecido a nuestro mundo, pero hay diferencias que nos desconciertan y somos incapaces de asimilar: nuestros vecinos de escalera son distintos, o algunos de ellos lo son; lo mismo que nuestros compañeros de trabajo; tenemos un hermano de más o de menos, una cuñada a la que no conocemos… Se solapan ambas realidades y nuestro yo, nuestro ser, nuestro cerebro, es incapaz de procesar la información, de entender lo que ocurre… Así, estalla el conflicto, al no poder repartirse el cerebro entre ambas realidades, y a eso lo llamamos esquizofrenia.

—Creo que deberías echar un vistazo a un manual de psicología de tu prima —dijo Marisa.

—No, esto no tiene nada que ver con la psicología. La psicología es una ciencia que ha malinterpretado no pocos fenómenos; echa un vistazo a la historia de la humanidad. La posesión demoníaca, la famosa histeria de las mujeres durante el siglo diecinueve…
—Bueno, eso sí recuerdo haberlo leído en una revista para mujeres.
Llamaban histéricas a las que sencillamente no podían desahogar su libido natural debido a la situación social de la mujer y a una sociedad represiva, y eso las hacía caer en estados enfermizos…

—Creo que así es…

—Vamos, que la famosa histeria no era más que… la vagina pidiendo guerra —se rió Marisa.

—Pues sí. En realidad, así era. Bien, lo que yo pienso es que la esquizofrenia es otro caso similar de mal interpretación de lo que le ocurre a la persona afectada por el fenómeno y que como consecuencia tomemos por enfermo mental a alguien que en realidad sufre la visión simultánea de dos realidades: no sabe lo que le está ocurriendo y su cerebro es incapaz de atender ni de razonar debidamente. Vive en dos mundos a la vez. Dos mundos distintos, eso que llaman «mundos paralelos». Mundos que coexisten con el nuestro pero no son visibles ni perceptibles para nadie por estar en un plano distinto de la realidad.
Debido a algún fallo quizá de orden físico se produce un solapamiento en algún punto concreto, y entonces una persona lo percibe: el que llamamos «esquizofrénico», sólo que no puede entenderlo. Es como el caso de la radio mal sintonizada: no puedes escuchar debidamente ninguna de las dos emisoras que se superponen y se estorban.

mundosparalelos—Reconozco que como idea es bonita, pero no te lo crees ni tú mismo…

—Bueno, la prueba es el propio esquizofrénico. Él es la demostración misma de la existencia de esos mundos paralelos… Ese hombre, el que empujó a su vecino a la vía del metro, ve mezcladas su realidad A y su realidad B, que en parte ha anulado la suya, la de siempre, la que ha conocido desde que nació. Como es incapaz de comprenderlo, de ahí que piense que se trata de una conspiración, y que los que considera suplantadores, la gente que no existe en la realidad A, tratan de hacerle daño. ¿Cómo puede un cerebro normal encajar algo semejante?

—Seguro que esos argumentos le entusiasmarían a su abogado defensor…

—Bah, te ríes de lo que digo. Pero, ¿qué mejor prueba de la existencia de mundos paralelos que ésa? Mundos que existen al mismo tiempo que el nuestro, pero no los podemos ver. Son parecidos al nuestro, incluso existimos en ellos… pero si se produce un… contacto, un solapamiento inesperado…

—¿Y qué pasa con el hombre del otro lado? ¿El que sería nuestro yo allí? ¿También se vuelve esquizofrénico, ve visiones y empuja gente al metro?

—Bueno, no lo sé —dijo Abel, encogiéndose de hombros—. No pretendo explicarlo todo con mi teoría; me limito a exponerla. Igual el solapamiento se produce porque los dos habitan el mismo cuerpo… lo que nos llevaría a la famosa posesión demoníaca…

Marisa puso los ojos en blanco. El timbre del teléfono del pasillo terminó en ese momento con su charla y dio paso a otra clase de actividades.

La segunda vez que hablaron del tema, apenas una semana más tarde, Marisa fue quien lo inició, cuando se habían quedado solos en el comedor de la residencia.

—¿Sabes? Se me ocurrió mirar en la enciclopedia lo que pone sobre la esquizofrenia. Parece ser que sus orígenes y causas no están… convenientemente explicados.

—¿Mmm? ¿Qué quieres decir? —le preguntó Abel.

—Pues eso. Que no hay una razón clara que explique su aparición.

Vamos, que la ciencia aún no ha hallado los motivos que causan la esquizofrenia, por decirlo así. Vaya, es lo que dice la enciclopedia.

—Me figuro que los libros científicos que traten del tema serán más explícitos…

—Ya, pero es que si te pensabas que me iba a tragar un tocho sobre esquizofrenia sólo por curiosidad, vas fresco —rezongó ella.

—Pues según eso, mi teoría puede no ir tan desencaminada… Sí, no veo por qué no puede ser cierta…

—Ya. Pues, mira, escribe un artículo sobre ello y publícalo en la revista de la universidad… Te contará para tu historial.

—Seguro, y mi tutor me preguntará lo de dónde está la bibliografía y las notas —replicó Abel con sarcasmo.

—Vaya, si nadie ha escrito sobre el tema, no veo qué bibliografía puede haber —le dijo Marisa— ¿Y notas? ¿Qué notas?

—Los tutores siempre quieren que haya muchas notas en los artículos que presentas para publicar. No importa que sean una total inutilidad, lo importante es que haya un mínimo de quince. Les pone cachondos ver artículos con más de quince notas y una bibliografía que ocupe dos columnas…

—Pues le pides a ese amigo tuyo que escribe ciencia ficción que te dé una lista de novelas que pasen en mundos paralelos… Y ya tienes bibliografía…

—Muy graciosa, nena, muy graciosa… —Entonces, el rostro de Abel cambió—. No, espera, espera…. Ya lo tengo.

—¿El qué?

—Haré algo mucho mejor. Lo escribiré como si fuera un cuento de ciencia ficción, lo enviaré a ese amigo para que lo desarrolle un poco y…

—… y un huevo. Lo escribes y lo publicas tú —le cortó Marisa—. Total, la estupidez será la misma, y el caso que te harán, el mismo.

—O puede que no —dijo Abel, tomando el último bollo del plato—. Puede que lo lea alguien… un psicólogo, un físico, un científico, que piense que quizá, sólo quizá… yo esté en lo cierto. Anda, vámonos, ya no hay más bollos.

FIN

© 2008 Juan Carlos Planells por el relato.

© 2008 Juan Antonio Fernández Madrigal por la ilustración.

Juan Carlos Planells nació en Barcelona en el año 1950, ciudad donde falleció en 2011. Autor de las novelas de ciencia ficción El Enfrentamiento (Miraguano) y El corazón de Atenea (Espiral CF), fue uno de los principales estudiosos de la figura de Philip K. Dick. Pulblicó publicado relatos y artículos en gran parte de las revistas del género en lengua castellana: Nueva Dimensión, BEM, Tránsito, Gigamesh, Opción, Cuasar, Artifex, Asimov Ciencia Ficción y BEM on Line. Finalista en dos ocasiones del premio Domingo Santos, trabajaba en asuntos editoriales y publicó una interesante bitácora.
Foto de Juan Antonio Fernández Madrigal Juan Antonio Fernández Madrigal. Aunque en las publicaciones le suelen presentar como «el escritor de Málaga» en realidad nació en Córdoba en 1970, y, efectivamente, reside en Málaga desde 1988. Trabaja como profesor en la Universidad de Málaga, intentando, como dice él mismo, “con mucho dolor y muchas horas enhebrar la investigación con la docencia, tarea que considera NP-completa (breve guiño para informáticos)”. En el ámbito del fantástico, he publicado abundantes relatos, su reciente producción recopilada enMagnífica víbora de las formas (AJEC) y las novelas Ciclo de Sueños (colección Espiral) y Umma (Parnaso). Se puede visitar su propia página, que usa como base de datos para acordarse de todo: http://jafma.net/ Hasta el momento, ha publicado, entre otros lugares, en Espiral, Artifex, 2001, Libro Andrómeda, Visiones, Fabricantes de Sueños, La Plaga, NiTeCuento, Qliphoth, CD de BEM, Vórtice y BEM on line. Su faceta de ilustrador es mucho menos conocida y en nuestro portal pueden ustedes disfrutar de algunas muestras de ella. Y coincidirán con nosotros en que no tiene nada que envidiar a la de escritor.

Acerca de Interface Grupo Editor

Editamos en papel 75 números de la revista BEM entre 1990 y 2000 y desde 2003 hasta 2012 mantuvimos el portal BEM on Line. Tras múltiples problemas de software, decidimos traspasar a este blog los principales textos publicados en esos años. Interface Grupo Editor está compuesto por Ricard de la Casa, Pedro Jorge Romero, José Luis González y Joan Manel Ortiz.
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