Por Joan Manel Ortiz
Habíase una vez un escritor gamberro que se llamaba, bien, de hecho aún se llama, Terry Pratchett. Y ese escritor, un buen día, decidió escribir una novela de fantasía un poco diferente, riéndose de todas las “dragonadas” que pueblan los estantes de casi todas las librerías. Para ello se planteó crear un mundo propio y lo cargó de todos los tópicos que corren por ahí y que, en nuestra supina incredulidad científica, nos hemos dedicado a negar sistemáticamente.
Para empezar, la Tierra es plana. O al menos Mundodisco lo es. Y no se hable más. Y los mares caen en cascadas sobre elefantes que navegan a lomos de una tortuga sobre un inmenso océano que… bueno, no sigo. Si tras todo lo dicho aún no le interesa lo que le digo, seguramente el hecho de que la magia exista (nada extraordinario, de hecho, en una novela de Fantasía, me dirá usted) pero que no funcione como uno esperaría, o que la Muerte deambule por sus páginas, bueno, tampoco creo que consiga atraer su atención, así que dedique su preciado tiempo a alguna labor más productiva como la cría del champiñón o aprender a hacer bolillos.
Pero si, como espero, he logrado atraer su atención, prepárese para leer uno de esos libros que hacen escuela, uno de esas pocas series de libros que han conseguido congregar a multitud de seguidores de todo el mundo que organizan sus propios congresos basados exclusivamente en la serie del Mundodisco, de la cual este que tratamos es su primer libro. Y no, no estoy hablando de J. R. R. Tolkien, por si no se había dado cuenta.
El color de la magia, el libro que nos ocupa y que inicia la serie de Mundodisco, magníficamente ilustrada por el lamentablemente fenecidoJosh Kirby, se divide en cuatro partes más o menos independientes, a través de las que Pratchett se dedica a irnos describiendo su peculiar mundo-escenario y a presentarnos al protagonista (más o menos) de la novela, un turista llamado Dosflores que proviene de un lejano y aburrido Imperio, deseoso de correr aventuras y visitar exóticos parajes y pintorescos lugares donde comprar recuerdos para llevar a casa. Punto aparte merece su fiel Equipaje, un baúl hecho con madera de peral sabio y que parece poder contener todo el universo, que le sigue durante todo el libro sobre sus múltiples patitas y que se convierte, por derecho propio, en uno de los elementos secundarios más remarcables.
Pero no tenemos sólo a un personaje en este libro, ni mucho menos. También conoceremos al mago Rincewind, que fue poseido por un terrible hechizo tras el que van todos los magos de Mundodisco, a la Muerte, con su forma de ser y hablar bastante peculiar, como podrán ver, a Bravd el Ejeño, a su compañero Comadreja y al bárbaro guerrero Hrun, entre otros, a cada cual más extraño y caricaturesco. Es una revisión paródica de las novelas típicas de fantasía heroica al estilo Conan pero pasada por un tamiz de originalidad que las recrea y convierte en algo completamente nuevo, consiguiendo que el lector disfrute y se regocije en las delirantes historias que pueblan sus páginas.
El autor no se complica la vida en la forma de escribir: es directo y va enlazando los gags casi de forma ininterrumpida, pero al mismo tiempo, dosificándose las fuerzas para que el lector no se despiste en exceso del trazo argumental. No obstante debo advertir que, aunque como ya he dicho es un libro muy original, también es una primera prueba, un tanteo para ver hasta donde da de sí la historia, y eso se nota. Algo irregular, El color de la magia tiene pasajes auténticamente antológicos junto a otros más bien mediocres, como si Pratchett nos estuviera tanteando para saber qué es lo que más nos gusta de cara a futuras entregas (algo obvio cuando se ve cómo acaba el libro). El gran número de novelas ambientadas en su universo que ha escrito nos demuestra que ha conseguido afinar bien su pluma y no va a dejarlo estar así como así.
Mejor para nosotros.
(c) 2008 Joan Manel Ortiz
El color de la magia, de Terry Pratchett (The Colour of Magic; 1983). Portada de Josh Kirby. Ediciones Martinez Roca, S.A., col. Fantasy nº 23. Traducción de Cristina Macía. Barcelona, 1989. ISBN 84-270-1341-8. 224 páginas.
Texto de la contraportada
En un mundo plano sostenido por cuatro elefantes impasibles que cabalgan sobre la espalda de una tortuga gigante (de sexo desconocido), habitan los estrafalarios personajes de esta novela: un hechicero avaricioso pero decididamente inepto, un turista ingenuo cuyo fiero equipaje le sigue fielmente a todas partes sostenido por cientos de pequeñas patitas, dragones que sólo existen si se consigue creer en ellos, gremios de ladrones y asesinos, espadas mágicas con grados de pesadez, LA MUERTE y, por supuesto, magia y demonios en abundancia…
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Coincido bastante con tu opinión. Fue el segundo de Mundodisco que leí (a partir de ahí los leí en orden cronológico, me falta Raising Steam) y he de decir que se ha ido superando. Nunca recomiendo este para empezar con la saga.
Genial Sir Pratchett 🙂