por Augusto Uribe
Francisco Arellano, en la Biblioteca del Laberinto, colección Los Pioneros de lo Desconocido, ha reeditado la novela Los Desterrados de la Tierra, de André Laurie, tal como la sacara en 1899 Agustín Jubera, esto es, en cuatro fascículos y con las ilustraciones originales.
Se trata de una obra típicamente verniana que, si la hubiera firmado Julio Verne, como hizo con otras de Laurie, estaría hoy considerada como una de las mejores de entre las suyas. Es una novela con una primera parte de aventuras y una segunda encuadrable en el género de la ciencia ficción, subgénero de lo que se conoce como mundos encastrados, un tanto a la manera de Hector Servadac, por poner un conocido ejemplo.
Su acción se inicia en África, cuando un expedicionario que oculta el propósito de su viaje, se somete a la respuesta de un oráculo para atravesar un territorio. La voz que sale del sepulcro de un santón le dice con terrible acento:
«¡Tú vienes aquí para luchar contra las leyes eternas que rigen la naturaleza… Si eres nuestro amigo, no podremos sino llorarte, pues saldrás vencido de esta lucha… Si eres nuestro enemigo, la naturaleza se encargará de vengarnos… ¿Crees que se me escapa algo de lo que toca al pueblo de Alá?
Conocí tu proyecto a los tres minutos de que lo concibieras. ¡Tú quieres suspender el curso de la luna, acercarla a la Tierra y ponerla al alcance de la avaricia humana!»
Y por sorprendente que resulte, así es. Adelantándose a los bonos basura y las subprimes, tres amigos desaprensivos que pretenden sin éxito hacer dinero vendiendo acciones de sociedades fantasmas, deciden apostar por la más fantástica de todas, la «Séléne Company Limited», que explotará las riquezas minerales de la luna. Colocan todas sus acciones y en la Junta constitutiva de la Sociedad, los accionistas se interesan por la manera en que se van a llevar a cabo los planes de la Compañía. Los tres amigos intentan salir del paso como pueden, hablando de unos tubos metálicos que extenderán hasta el satélite y, cuando los asistentes comienzan a alborotarse, surge un ingeniero francés que tiene la solución.
Entre múltiples peripecias, un episodio notable y bien conseguido es el hallazgo en la luna de los restos de una impresionante civilización de gigantes de treinta pies de altura y hasta un papiro escrito en caracteres ideográficos, pero hay bastantes más. Se dan predicciones acertadas, como la de la utilización de paneles solares y el empleo de modernas antenas, pero importa sobre todo lo amena y entretenida que es la novela.
Consideración especial merece su autor, sobre el que he escrito una introducción. André Laurie es seudónimo dePaschal Grousset (1845-1909), un atípico personaje tan político, incluso deportivo, como literario. Cuando retó en duelo a Pierre Bonaparte, primo del emperador, le envió a sus testigos para ultimar los detalles y la respuesta del príncipe fue pegarle un tiro a uno de ellos. Su entierro derivó en una manifestación contra el régimen y Grousset empezó a darse a conocer.
Cuando en 1870 se rebeló la Comuna de París, fue nombrado Delegado de Relaciones Exteriores y, cuando el Gobierno de Thiers aplastó la rebelión, fue condenado a cadena perpetua en el penal de Nueva Caledonia, de donde consiguió evadirse y refugiarse en Londres, para vivir allí malamente, ayudándose con la escritura de artículos que publicaba bajo otros nombres.
A través de un cura que se prestó a servirle de buzón, hizo llegar al editor de Verne un manuscrito que éste remitió al popular autor, quien consideró que la «novela del cura» era detestable, pero que podría reescribirla a condición de repartirse los derechos y que apareciera firmada únicamente por él: así nació Los 500 millones de la Begún. Tras otras colaboraciones con Verne, Laurie escribió algunas obras por su sola cuenta, la mejor Les exilés de la Terre (1887).
Viajó por Europa, América y Asia, fue autor de varios libros que nada tenían que ver con la ficción, periodista y diputado «socialista independiente y comunero», votante de leyes progresistas y patriota hasta el patrioterismo. Llevó las prácticas deportivas a las escuelas, organizó concursos atléticos y escribió de deportes, siendo uno de los más cercanos a Coubertin en la recuperación de los Juegos Olímpicos.
Nota final: Los cuatro fascículos tienen un precio conjunto de 28 euros y no resultan fáciles de encontrar en librerías porque su tirada ha sido pequeña y la distribución reducida. Se pueden pedir a bibliotecadellaberinto@yahoo.es
Los desterrados de la Tierra, de André Laurie. La biblioteca del laberinto, col. Delirio, ciencia ficción y fantasía. Madrid, 2008. Prólogo de Augusto Uribe. Traducción anónima. ISBN. 978-84-92492-10-7. 64, 60, 48 y 52 páginas respectivamente. 7 euros cada fascículo