EL DESFILADERO DE LA ABSOLUCION, de Alastair Reynolds

por Luis Fonseca

Aparte del nombre, Alastair Reynolds (¡casi parece un nombre artístico!),  han sido otros dos detalles los que me han atraído de un autor al que no había leído hasta ahora: el que sea físico como yo y el que tenga mi misma edad. Es por ello que me hacía gracia comprobar hasta qué punto iba a gustarme lo que alguien de formación y referentes temporales similares era capaz de escribir. Vaya por delante que aunque yo no lo haya leído antes, el autor no es un recién llegado: Alastair Reynols ya ha escrito más de media docena de novelas de ciencia ficción, cinco de ellas en un mismo universo de creación propia, Espacio Revelación,  prácticamente todas ellas disponibles en castellano en la misma editorial. Además, a lo largo de su carrera literaria, ha sido nominado en cinco ocasiones a los clásicos premios británicos del género, y en una ocasión se ha hecho con uno de ellos.

A pesar de las ganas iniciales, he de decir que el estrenarme con el cuarto libro de una aparente serie me daba cierto reparo. Sin olvidar que el libro en cuestión tiene más de 600 páginas, y la verdad es que no estaba muy seguro que el revisitar por cuarta vez un mismo universo diera para llenar cientos de páginas de cosas interesantes… pero he de decir que el resultado no ha sido malo, mejor de lo que me esperaba, incluso. Lo cierto es que la novela se puede leer independientemente de sus predecesoras. Lógicamente, arrastra algunos de los personajes y conflictos anteriores, pero el no disponer del 100% de toda esa información previa favorece a la trama, añadiendo cierto aura de misterio y reforzando la sensación de que determinados personajes están ya viviendo en su periodo de descuento, con el tiempo justo de hacer su último servicio y pasar el testigo.

Estilísticamente, Reynolds exhibe un nivel más que aceptable para novelas de tinte hard. Escribe sin florituras, pero no de una forma totalmente plana. Tampoco usa el humor como recurso; de hecho los temas se tratan con pinceladas más bien oscuras. Los personajes están trabajados huyendo del maniqueísmo excesivo. Siempre hacen gala de cierta ambigüedad, aunque la complejidad de algunos puede hacerse algo reiterativa. Además, los personajes no son eternos y mueren (algunos de muy mala manera), un poco a lo George R.R. Martin: sin que el hecho de ser protagonista y buena gente garantice la supervivencia a poco que las cosas se tuerzan.

La estructura de los capítulos hace la lectura ágil. Las diferentes subtramas de las dos líneas argumentales principales se encadenan en breves secciones, lo que nos obliga a prestar atención a varios frentes a la vez. La introducción de la información relevante previa se hace de forma elegante, evitando el calzador. Y esa información no es poca, pues Espacio Revelación goza de una situación sidero-política de lo más compleja: en la novela se nos describe una humanidad muy estratificada, coexistiendo humanos de base, cerdos bípedos inteligentes (no, no es una reiteración), humanos combinados, ultras, demarquistas (perdón si me estoy equivocando con estos últimos…). Todos estas variedades pseudohumanas se enzarzan en conflicto internos de vez en cuando, y se hallan, además, inmersas en una guerra global con especies mecanicistas bio-fobas como los ‘inhibidores’ y los ‘pulgones’. También discurren por ahí otras especies alienígenas: unas amenazantes, como las sombras, y otras, algo más cooperativas desde la distancia, como los ‘constructores de nidos’ y los ‘malabaristas de formas’, sin olvidar especies ya extintas como los amarantinos o los scutlers. Vaya, que el universo de Espacio Revelación padece una seria inflación (por usar un término económico y cosmológico a la vez) de vida inteligente: Paradoja de Fermi, ¡quien te ha visto y quien te ve!

Comentaba que Reynolds es físico (astrónomo), y eso se deja notar en un par de ocasiones, aunque de forma agradable, sin llegar a abrumar al personal. Por ejemplo, hay una pequeña mención/introducción a la teoría de cuerdas y a la teoría de los universos en membrana (quizá suene de alguno de los libros de divulgación de Hawking), y parte de la trama se fundamenta en el acoplamiento gravitatorio planeta-satélite por efecto de las fuerzas de marea.

No todo me ha parecido igualmente pasable en la manera de escribir de Reynolds. Para mi gusto, esta novela tiene al menos dos defectillos. Uno es que no se ha acabado de gestionar bien lo de las 600 páginas: después de un paciente trabajo de hilación de tramas todo se acelera hacia el final donde algunos de los elementos colaterales se revelan demasiado instrumentales en el desarrollo final y se dan algunas situaciones banales sin explicación que apuntan a incongruencia, lo que sin ser nada grave desluce un poco el resultado. El otro es el gusto excesivo del autor por los ‘giros teatrales’: en demasiadas ocasiones algún episodio acaba en un trance donde solo pueden pasar dos cosas (como el ‘continuará…’ de los seriales) y al volver al mismo punto se nos hace creer por unos momentos que ha pasado una de ellas cuando en realidad ha pasado la otra. Que te lo hagan una o dos veces, hasta gusta y te hace decir “¡qué pillo!”, pero cuando acumulas tantas, te cansas y lo que dices es “¡vaya pollo!”

Por último, ahí van un par de apuntes sobre la historia que se nos cuenta. Como ya se ha dicho, la trama es doble aunque finalmente todo converge en el espacio y en el tiempo. Una de las dos tramas tiene lugar en Ararat, un planeta periférico que hace las veces de playa desierta donde han sido arrojados unas decenas de miles de humanos y cerdos como resultado de las trifulcas propias de Espacio Revelación. Estas gentes han estado viviendo décadas desconectados de las cuitas del mundo real, y lo han hecho en torno al pecio de la nave que los trajo hasta allí, la Nostalgia del Infinito, una nave bastante especial con capitán hibridado.

La otra trama acaece en Hela, donde Quaiche, un aventurero al límite de su suerte, tiene una experiencia trascendental y traumática que le hace perder el control del virus religioso del que está infectado y pone en pie un nuevo culto; una religión que curiosamente convierte a Hela en un lugar de peregrinación no debido a un milagro de apariciones sino de desapariciones: nada menos que el planeta Haldora en torno al cual orbita desaparece brevemente de vez en cuando. El pequeño desajuste gravitatorio entre planeta y satélite hace que la adoración y perpetua observación de Haldora haga necesaria una peregrina caravana de catedrales rodantes en continua procesión alrededor del ecuador de Hela: sin duda lo mejor y más llamativo de la novela.

Lógicamente ambas tramas van a ponerse finalmente en contacto cuando la guerra con los Inhibidores fuerce una reunión de aliados, y no tan aliados, en Ararat, y provoque una cascada de acontecimientos que convergerán en Hela, donde cuestiones trascendentales para la supervivencia de la Humanidad van a chocar con las mundanas, aunque planetarias, intenciones del maestro Quaiche.

Todo ello está narrado, al estilo Titanic, por una viejecita de 400 años (los humanos del dos mil setecientos son más longevos, a lo que también ayudan los efectos relativistas de los viajes espaciales) en un aparente flash-back que pone en perspectiva los hechos y coloca los conflictos de la Humanidad con sus némesis mecánicas en una especie de espiral sin fin.

En definitiva, El desfiladero de la absolución me ha parecido un aprovechable intento de que la space opera más hard y sin aditivos, a la que muchos dan por acabada (o al menos en serias dificultades), se tome un respiro.

(c) 2009 Luis Fonseca

El desfiladero de la absolución, de Alaistair Reynolds (Absolution Gap; 2004). La Factoría de Ideas, col. Solaris Ficción nº 115. Madrid, 2008. Traducción de Elena Castillo Maqueda. ISBN. 978-84-9800-4276. 640 páginas.

TEXTO DE LA CONTRAPORTADA

Los Inhibidores son antiguas máquinas de matar, diseñadas para localizar y destruir cualquier forma de vida que alcance cierto nivel de inteligencia.Ahora, agitados tras eones de letargo, han alcanzado su último objetivo: la Humanidad.

La primera ola de Inhibidores obligó al veterano de guerra Clavain y a un grupo de refugiados a ocultarse. Su liderazgo vacila y la situaciónn se hace cada vez más desesperada. Pero su pequeña colonia acaba de recibir una visita inesperada: un ángel vengador con el poder de liderar a la Humanidad hacia un lugar seguro… o para dominar al peor de sus enemigos.

Mientras los conduce hacia una luna aparentemente menor a años luz de allí , Clavain y sus compaañeros comienzan a entender que para vencer a una amenaza quizá sea necesario forjar una alianza con algo mucho peor.

 

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