HABLANDO CON FRANCISCO COSTANTINI

Otra pausa excesiva entre una y otra entrega de esta sección, aunque en este caso no tan excesiva… Y para recuperar unos minutos adicionales, ahorrémonos los preámbulos y vayamos directamente al asunto que nos compete. El joven valor que hoy presentamos es un escritor argentino de 26 años que ya ha dado muestras de su talento en un puñado de cuentos publicados en antologías y que en estos días se lanza al mundo de la edición con una revista llamada Gabinetes espaciales. Con ustedes, Francisco Costantini.

Sergio Gaut vel Hartman

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Dónde naciste y cómo fueron tu infancia y adolescencia?

Francisco Costantini: Nací en Mar del Plata, el 11 de mayo de 1983, aunque desde antes de cumplir el año de vida mis padres se mudaron a Batán, una pequeña localidad que queda a doce kilómetros de la ciudad balnearia, por la ruta 88. Allí viví toda mi infancia, fui al colegio primario, hice mis primeros amigos, quienes me introdujeron en el fascinante mundo de la lectura a través de las historietas de superhéroes (Superman, Batman, incluso Las Tortugas Ninjas); es lo primero de lo que tengo conciencia de haber leído por propio interés. De hecho, en la adolescencia quise estudiar dibujo, pero mi padre no me lo permitió (no veía nada provechoso en eso, claro), así que sólo me quedé con las letras, y eso determinó que empezara a escribir historias, puesto que dibujando era (y soy) un desastre. 

Sergio Gaut vel Hartman: Empezaste a escribir…

Francisco Costantini: Cuando tenía 15 años me animé, aconsejado por un profesor de la secundaria, a enviar un relato mío, uno de los primeros que llevé a una hoja, a un concurso para jóvenes. Se llamaba “Cuando Marte invadió la Tierra” y, para mi sorpresa, obtuvo el primer premio. Desde entonces no tuve dudas de lo que quería ser cuando fuera grande: escritor. Por ese entonces comencé a leer ciertas novelas de Stephen King, alguna que otra novela de Herbert George Wells y me topé con Ficciones de Jorge Luis Borges, que me dejó boquiabierto.

Sergio Gaut vel Hartman: O sea que tus estudios se orientaron en esa dirección.

Francisco Costantini: En 2001 ingresé a la carrera de Letras, en la UNMDP (Universidad Nacional de Mar del Plata). Me sirvió para abrir la cabeza a otro tipo de lecturas; incluso me alejó por unos años del género fantástico. No está de más aclarar que esta carrera no te sirve para aprender a escribir ficciones, pero al menos te muestra aquello que la academia considera que debe ser leído, lo que no está para nada mal. Es útil para armarse un panorama general de la literatura, pero no agota el universo literario; se trata de un mínimo muestreo que, además, te enseña a leer críticamente los textos. Por ese entonces, quizás bastante desmoralizado por ver qué lejos se hallaban mis escritos de lo producido por los maestros, dejé de crear mis propias ficciones.

Sergio Gaut vel Hartman: Pero regresaste a crear ficciones, por lo visto.

Francisco Costantini: Creo que jamás olvidaré el momento en que recuperé mis ansias de escribir y recordé todo lo que me apasiona al género fantástico. Estábamos a mediados de 2005 y recorría, para matar el tiempo, los estantes de la Biblioteca Central de la UNMPD. Allí encontré un libro titulado La ciencia ficción argentina, compilado por Pablo Capanna. Me lo llevé a casa y en un par de días lo leí, fascinado. Ahí descubrí a escritores como vos y Carletti. En el prólogo Capanna mencionaba a la revista Axxón. Sin pensar en obtener grandes resultados, escribí ese extraño nombre en un buscador y qué gran sorpresa me llevé cuando supe que la revista aún existía. Navegando por el sitio descubrí el Taller 7. Lo pensé bastante, pero finalmente me animé a pedir la suscripción… ¡Y no podía creer que el propio Sergio Gaut vel Hartman (a quien había conocido, antes del libro ya mencionado, en algún número de El péndulo y una fotocopia algo borrosa de “Los trepadores”) me estuviera dando la bienvenida al grupo!

Sergio Gaut vel Hartman: No tenías idea de dónde te estabas metiendo…

Francisco Costantini: Sí, sabía. Un mundo nuevo, que antes apenas había vislumbrado, apareció para mí. Me sorprendió gratamente la cantidad de publicaciones digitales que existían, y que me permitieron descubrir a autores que ahora admiro, como vos, Carlos Gardini, Alejandro Alonso, Eduardo Carletti, José Altamirano, Ricardo Bernal, Yoss, Juan Pablo Noroña, Saurio, Laura Ponce, Ricardo Castrilli, Claudio Biondino, Domingo Santos, José Vicente Ortuño, entre otros. Entendí que había cantidad y calidad y que esto jamás me lo había  mostrado, ni me lo mostraría, la academia. Eran escritores despreciados o, mucho peor, ignorados por los críticos de la literatura. Entonces, concebí a Internet como el espacio que habían tomado para resistir, para seguir respirando, y eso me fascinó. Estoy hablando de Argentina, claro, aunque lo mismo, quizás sea aplicable a otros países de Latinoamérica; en España, por lo que tengo entendido, la cosa es diferente, están mejor organizados y hay más espacio para quienes escriben cosas nuevas.

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Sólo leías autores hispanoamericanos?

Francisco Costantini: No. Obviamente, sentí el impulso de leer a los autores clásicos de la ciencia ficción que, en pos de otras lecturas —de las que no reniego y sigo disfrutando—  había relegado. Me emocioné con Bradbury, quedé fascinado con Philip Dick, entendí mejor a la humanidad con Olaf Stapledon, me llevé mis desilusiones con Asimov, etc. Aún no he leído todo; sería más fácil decir que nada, ni siquiera la bibliografía completa de los autores que mencioné. Sin embargo, asimilando lo que los nuevos escritores relacionados con el género, en espacial los hispanoamericanos, venían —y vienen— produciendo, sentí que la ciencia ficción ya no tenía mucho que aportar a la literatura, que su edad dorada había quedado atrás. Basta leer Los univeros vislumbrados 2 para darse cuenta de eso. Pero no sabía muy bien cómo expresar esto hasta que encontré una frase de Ludwall donde decía que el rasgo distintivo de la ciencia ficción es su carácter subversivo, que todo el tiempo está desafiando lo establecido. Hoy en día, en plena posmodernidad (me cuesta usar esta palabra), entendí, la ciencia ficción no puede ser subversiva, pues el cambio está a la orden del día. Es más, vivimos en un mundo de ciencia ficción. Así, acepté que éste no era más que un género literario, que no debía tener más aspiraciones que ser eso. En este sentido pienso, por ejemplo, que los androides no son patrimonio del futuro, sino de la literatura que les ha dado vida. Ya existen allí. Entonces, a la hora de escribir, podemos utilizarlos (como todos los tópicos de la ciencia ficción) para crear ficciones que no tengan otra pretensión que ser eso, ficciones. Una de las últimas novelas que devoré fue Marciano, vete a casa de Fredic Brown. ¿Y me van a decir que eso es ciencia ficción? O cuando leí El congreso de literatura de César Aira y, de súbito, me encontré con gusanos gigantes que destruían una ciudad venezolana por culpa de un científico loco que quería clonar a Carlos Fuentes, el escritor mexicano. Dos ejemplos de novelas que utilizan elementos del género pero sólo para enriquecer la trama de la ficción, y si hablan del futuro del hombre lo hacen de manera indirecta, no como primera finalidad del arte. Algo similar ocurre, a mi juicio, con la que es una de las mejores novelas argentinas de los últimos años: Plop de Rafael Pinedo.

Sergio Gaut vel Hartman: Llegar a esa conclusión, ¿qué te cambió?

Francisco Costantini: Me sentí más liberado, sin la presión de estar al tanto de los últimos adelantos en robótica o genética para poder escribir sobre ello. Entendí que cada ficción construye sus propias reglas, su propio mundo y que basta que sea coherente consigo misma para que tenga sentido y pueda comunicar algo.

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Sólo te interesa la literatura?

Francisco Costantini: Hoy en día hago muchas cosas: soy el guitarrista de un grupo de punk rock; doy clases de Lengua y Literatura en dos de colegios mientras termino de estudiar, que es lo que me da el sustento; y junto a un grupo de personas hemos creado una Asociación Civil para trabajar sobre un montón de carencias sociales que hay en Batán y la zona. Pero lo que verdaderamente llevo en la sangre y me moviliza más que nada, ya no puedo negarlo, es la escritura. Es mi vocación. Pero se trata de un oficio que se forja con el tiempo y hay que trabajar constantemente para obtener buenos resultados. Algo que juega a mi favor es que cuento con Julieta, la persona con la que, espero, pasaré el resto de mis días, que me apoya en todo, incondicionalmente, y que me alienta en los malos momentos y me obliga a no bajar la guardia en los buenos.

Sergio Gaut vel Hartman: Desde tu perspectiva, ¿cuál se supone que es el objetivo del escritor?

Francisco Costantini: Como escritor mi único anhelo es tocar las mentes y los corazones de los lectores, dejar en ellos sembrada una idea, o un sentimiento, o ambas cosas. Que todo aquel que pase por mis ficciones, al dejarlas ya no sea el mismo, por más ínfimo e imperceptible que sea ese cambio. Si alguna vez logro esto, estaré más que satisfecho. Aunque, tengo que reconocerlo, todavía me faltan aprender muchísimas cosas, de la vida y de la literatura, para poder considerarme un verdadero escritor. Y saber esto me motiva más que nada a sentarme frente al monitor y a escribir, cada día.     

© Sergio Gaut vel Hartman Junio 2009

Puede leer el relato «Luces, cámara…¡acción» de Francisco Costantini aquí.

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