Un brindis a Shakespeare
-Si podéis ver en las semillas del tiempo
y decir qué semilla va a germinar y cuál no…
Shakespeare. Macbeth
Cuando temas como la conquista del espacio dejaron de pertenecer al futuro imaginado para pasar a formar parte de las realidades del presente, la ciencia ficción perdió su valor predictivo de la ciencia y de abanderada de la técnica, como dice Jacques Sadoul en su Historia de la ciencia ficción moderna. Los nuevos autores, y los antiguos reciclados, manteniendo aún la irrealidad y la aventura , buscaron sus argumentos en la crítica del hombre y del hoy. Desaparecieron muchas revistas de scientifiction, el primer vehículo del género, y la gran Galaxy cedió su primacía de mercado a Fantasy & Science Fiction.

Fritz Leiber
El redactor jefe de Galaxy, aparecida en 1950, era H.L. Gold, quien, sin salir jamás de su apartamento porque padecía agorafobia, fue capaz de llevar a la revista hasta lo más alto. F&SF apareció un año antes pero su primer director, Anthony Boucher, tardó algún tiempo en encontrar su rumbo, contratar a los mejores autores y publicar los mejores relatos.
Sadoul marca como señal del cambio la novela The Big Time, de Fritz Leiber, seriada en Galaxy en marzo de 1958, que ganó el Hugo de ese año por la originalidad de su tratamiento del viaje en el tiempo, que convirtió en algo hasta entonces inimaginado y fascinante, saliendo así, por cierto, de una depresión de más de tres años sin escribir, causada por el surmenage y el alcohol.
Tiene mérito que consiguiera el Hugo porque se inicia como la literaturapulp anterior y hay que profundizar en ella para descubrir que es un estudio de la naturaleza humana.
Fritz Reuter Leiber jr. (Chicago, 1910-San Francisco, 1992), galardonado con seis Hugos, fue hijo de un notable actor que, con su esposa y los otros miembros de su Compañía, ponía en escena a Shakespeare. Fue tal su admiración por él que dejó una impronta de modestia en su obra: «O eres William o no eres nada».
El gran tiempo es una ucronía en que existe una guerra intemporal y permanente entre los Arañas y los Serpientes, dos razas del futuro lejano tan desconocidas que sólo sabemos de ellas sus nombres, enfrentadas por su hegemonía ¿y su supervivencia? en un campo de batalla que es el pasado entero de la Humanidad para, desde él, cambiar el futuro en su favor.

William Shakespeare
A la manera de los personajes de Shakespeare, ninguno de los suyos es arquetipo del Bien o del Mal en sentido maniqueísta, ni siquiera del Orden o del Caos, como en las novelas de Moorcock. Arañas y Serpientes combaten sólo por sus intereses, más allá de toda consideración ética o de cualquier otra índole.
Se podría suponer equivocadamente que, puesto que casi todas las historia están narradas desde la perspectiva de los Arañas, éstos son los buenos y los Serpientes los malos, mas no hay nada de eso: en determinado momento, por poner un ejemplo, los Arañas defienden un fascista mundo antiutópico donde los nazis dominan «de Chicago a Siberia». Y tampoco vale decir que los Arañas defienden al Occidente y los Serpientes al Oriente: en el ataque de la occidental Atenas a la oriental Creta sucede lo contrario.
De la Guerra del Cambio desconocemos sus objetivos, sólo sabemos de episodios aislados que no permiten vislumbrar la línea general de la acción. Lo que se nos cuenta es que ambos bandos utilizan como soldados a hombres y mujeres reclutados en todos los lugares y tiempos de la Humanidad, inmediatamente antes de su muerte, y resucitados como Dobles en otra línea temporal.
Estos soldados han de ser entrenados y recuperados en bases que están más allá del espacio y el tiempo, burbujas espaciotemporales en las que no soplan los huracanados vientos del cambio. Cumplida su misión, tres Arañas regresan a la base para encontrarse con un inesperado conato de traición, que hace que soldados y animadoras queden separados del resto del universo, con una bomba armada y lista para explotar. El final no va a ser el que podría esperarse, porque no lo hay, la novela se limita a narrar las vivencias de personas desamparadas que se mueven desgarradamente.
La obra es ante todo un brindis en homenaje a Shakespeare. Como lúcidamente se ha dicho, la narradora, que es la animadora de 29 años Greta Forzane, es la primera actriz, que se pone frente al público y recita el parlamento, mientras los demás actores, en un recurso común en el teatro, hacen como si no la oyeran: parecería un texto escrito para ponerse en escena. Los otros personajes son los propios de una representación teatral, el Muchacho Nuevo y la Muchacha Nueva que se interesan el uno por el otro, el rival del Muchacho Nuevo, un pedante y una tercera animadora maternal, más comparsas como el Romano, la Cretense o el extraterrestre: cada uno tiene su propia escena.
En la Historia «de hoy», que mañana podría ser otra, no ha habido guerra de Secesión en los Estados Unidos y la Segunda Guerra Mundial la han ganado los nazis. Sí ha habido guerra civil española, el compañero de una animadora murió luchando contra Franco y, sin que se adivine por qué, los Arañas prestan un apoyo incondicional al imperio romano, que sólo cae tardíamente cuando los Serpientes logran aliar en su contra al Mundo Clásico Occidental, la Cristiandad Mahometizada y el Comunismo Marxista.
Entre 1958 y 1965, Leiber fue repartiendo hasta siete relatos más del ciclo por diferentes revistas, como las propias Galaxy y F&SF, la Astounding deJohn W. Campbell jr. que, después de haber estado tan arriba, daba sus últimos coletazos antes de convertirse agónicamente en Analog, y la Fantasticque ara la pareja de baile de la Amazing de Paul W. Fairman, que iba a pasar pronto a manos de su asistente, Cele Goldsmnith, donde publicó nuestro autor la serie de Fafhard y el ratonero gris.
Estos relatos mantienen en su mayoría el esquema de un narrador que monologa a la manera de un actor principal, acompañado de otro secundario que es a quien le suceden las cosas. Conocemos por ellos más detalles de lo ya narrado en la novela, aunque no descubrimos nada de lo que ignorábamos.
Leiber va utilizando los recursos que ha dejado sin explotar y nos cuenta con detalle el terrible proceso del reclutamiento de un hombre en inminente peligro de muerte violenta -¿firmas o mueres?- para insertarlo en una contienda que escapa a su comprensión. Y aún hay que decir que la Historia no siempre se puede cambiar, existe una reluctancia temporal, una Ley de Conservación de la Realidad que hace que un resucitado, por ejemplo, aunque vuelva a su pasado, no pueda impedir su muerte. Tampoco está exento de riesgos al margen de las acciones bélicas Y hasta puede ocurrir que Arañas y Serpientes recluten -y condenen- a una misma persona. Hay un relato que nos proporciona alguna pista sobre cómo son los Dobles, qué es lo que se traslada del resucitado a otra línea temporal.
«Es en las cosas que hemos perdido donde existimos más plenamente«, dice otro cuento que, a más de insinuar la sugestiva posibilidad de futuro de que Mercurio sea convertido en la luna de Venus, nos narra cómo las alteraciones del tiempo dan lugar a otras aliteraciones, «los vientos del cambio», que en la novela soplaban huracanados cuando se abría la puerta del Lugar.
La Gran Magia es un relato de un insólito encanto del que disfrutarán quienes gusten de Shakespeare y se complazcan en Macbeth. Una reina Isabel-Araña que desaparece para dar paso a una Isabel-Serpiente, como tantas veces ha ocurrido ya, un Shakespeare que asiste desconcertado a una representación del Macbeth que todavía está escribiendo y ese final en que la compañía de teatro se va ¿a dónde?, ¿a cuando? Redime una y cien veces de su banalidad y falta de poesía a tantos otros viajes en el tiempo.
En el último relato se nos cuenta sorprendentemente que los jefes Arañas y Serpientes se conocen, ocasionalmente se tratan y hasta pueden establecer treguas con el dedo en el gatillo. Leiber, experto esgrimista y ajedrecista, supone que se juega al ajedrez de forma parecida en la mitad de los mundos que poseen vida inteligente y, en un campeonato que se celebra en el quinto planeta de la estrella 61 del Cisne en el año 5037, tiempo de la Tierra, las piezas las mueven tanto dedos como tentáculos y otros miembros, lo que supone, como era de esperar, que no todos los soldados son humanos.
Resume el citado Rivas que el estilo narrativo, junto con lo fascinante de la Guerra del Cambio y la originalidad del planeamiento, hacen que todos y cada uno de los relatos sean pequeñas joyas de la ciencia ficción. Y, además, el todo es aún mayor que la suma de las partes, porque los pequeños detalles que enlazan las historias encajan unos con otros y el resultado forma un conjunto que va más allá de lo leído.
© 2009 Augusto Uribe y Alfred Ahlmann
Leiber, Fritz. El gran tiempo (The Big Time, 1958), Adiax, Barcelona, Fénix nº 38, 1983, trad. Domingo Santos, rúst., 159 pp. Reed. en Orbis nº 18. Leiber, Fritz. Crónicas del Gran Tiempo: «Intenta cambiar el pasado» («Try and Change the Past», 1958), «Un escritorio lleno de chicas» («A Deskful of Girls», 1958), «La mañana de la condenación» («Damnation Morning, 1959»), «El soldado más veterano» («The Oldest Soldier», 1969), «No es una gran magia» («No Great Magic», 1963), Cuando soplan los vientos del cambio» («When the Change Wind Blow», 1964), «Movimiento de caballo» («Knight to Move», 1964″), Martínez Roca, Barcelona, Gran SuperFicción n 91, 1984, trad. y prólogo Domingo Santos, rúst., 155 pp. Reed. Orbis nº 19.
Augusto Uribe es doctor en una ingeniería, periodista y tiene otros estudios; ya jubilado, es presidente de una sociedad de estudios financieros. Ha ganado varios premios Ignotus y ha publicado en libros y revistas como el antiguo BEM o Nueva Dimensión, que lo tuvo por su primer colaborador.
Alfred Ahlmann, director de la misión arqueológica española en Turquía, es doctor en Historia, profesor universitario en España e imparte clases en algunas universidades extranjeras: domina varias lenguas. Además de numerosos trabajos profesionales, ha publicado también artículos del género.