HABLANDO CON DANIEL FRINI

Poco a poco vamos retomando el ritmo de la columna… Hoy presentamos a un escritor argentino muy intersante, versátil y empeñoso. He tenido acceso a mucho de lo que está escribiendo y me atrevo a pronosticar que dará que hablar en el futuro inmediato. Con ustedes Daniel Frini.

Sergio Gaut vel Hartman

 

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Dónde naciste y cómo es el lugar?

Daniel Frini:
 Nací en Berrotarán, provincia de Córdoba, en la República Argentina. Un pueblo que, en la actualidad, debe tener unos 10.000 habitantes. Es la puerta de entrada, desde el sur, al Valle de Calmuchita y allí se encuentra la agricultura de los últimos rincones de la pampa, minería en una montaña que no está a más de 15 minutos y turismo en los mil y un lugares de la Sierra. Fue el lugar maravilloso que marcó mi niñez, una época extraordinaria. Amigos entrañables, excursiones de aventuras, fútbol por las tardes después de la escuela… y todo en una atmósfera teñida de fantasía desde que descubrí que por allí había andado el capitán Don Francisco César y sus catorce hombres buscando la fabulosa Trapalanda. En fin, un recuerdo fantástico.

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Cursaste tus estudios en Berrotarán?

Daniel Frini:
 No. Cuando terminé la escuela primaria, continué estudiando en un internado, el Liceo Militar General Paz, en la ciudad de Córdoba, a unos 150 kilómetros de casa; a la que volvía sólo los fines de semana. Un cambio bastante brusco, si consideramos que tenía 11 años, pero que pude capear bastante bien. Época algo más dura, pero de la que guardo entrañables recuerdos.

Sergio Gaut vel Hartman:
 ¿De dónde proviene tu inclinación por la literatura?


Daniel Frini:
 Mis padres me inculcaron, desde muy chico, la pasión por la lectura. Mi madre, maestra, llegó a negociar conmigo que por cada nota buena que trajese de la escuela, ella me compraría un libro de aventuras, aquellos de la colección Robin Hood, de tapas amarillas, con texto en la página derecha y una ilustración en la izquierda. El trato terminó esa misma semana, cuando debió comprar ocho libros. De mi padre heredé el amor por la historia. El compraba, justamente, la revista “Todo es Historia”, editada por Félix Luna, que yo solía devorar; como lo hacía, además, con cualquier cosa que tuviese letras y cayese en mis manos. En algunas colecciones enciclopédicas de los años sesenta y setenta descubrí los relatos infantiles de los hermanos Grimm, las fábulas de Esopo, la mitología griega. Las historias de las Mil y una Noches, Defoe, Collodi, Samaniego… y, por supuesto, Verne; que fue el preferido de mi infancia.

Sergio Gaut vel Hartman:
 ¿Cómo te pusiste en contacto con la ciencia ficción?

Daniel Frini:
 En la escuela secundaria, me encontré, por primera vez, con la cf. El Liceo Militar tenía una muy buena biblioteca, de la que podíamos tomar prestados cuántos libros quisiésemos. Allí tropecé con una novelita que trataba acerca de un viaje a Marte y el encuentro con los marcianos. No tengo presentes ni el título, ni el autor. Sí recuerdo, en cambio, que en la tapa se destacaban, claramente, las palabras “Ciencia Ficción”. Desde entonces, de una u otra forma, siempre me encontré con ella; y pasó a ser uno de mis géneros preferidos.

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Seguiste la carrera militar?

Daniel Frini: No. En 1980 entré a la Universidad Nacional de Río Cuarto, provincia de Córdoba, donde estudié Ingeniería Mecánica Electricista. Mis años de estudio en la facultad coincidieron con los últimos estertores de la dictadura, la guerra de Malvinas, el retorno de la democracia y el destape argentino. Y no hablo de mujeres desnudas, si no de un “despertar” a una serie de manifestaciones de cuya existencia no tenía idea.

Sergio Gaut vel Hartman:
 ¿Podemos considerar que en esa etapa se forjó tu estilo literario?


Daniel Frini:
 En cierto modo. La mayoría de los maestros me llegaron en esta etapa. Por entonces descubrí a Borges, Cortázar, García Márquez, leí por primera vez el Quijote, Kundera, Miller, Hemingway; y claro, cuánto best-seller pasaba cerca mío, sin importar si era bueno o malo. En esos años leí, por primera vez, a Asimov, a Clark y a Bradbury. Fue una época extraordinaria, porque de golpe llegaba todo el arte junto: cine, teatro, música, y parecía que habían estado esperando tras de una puerta. Fue maravilloso. Por esos años, no me perdí ninguno de los trece capítulos de la serie “Cosmos”, de Sagan; vi “2001” y “Blade Runner”, junto a otras más olvidables, pero que, bueno, eran indiscutiblemente algo distinto. También leía las historietas (comics) de “Fierro” y algunas que editaba Columba, como “Gilgamesh” o “Gwendolyn 3-19-4”.

Sergio Gaut vel Hartman: Pero eso expresa un interés general por la literatura. ¿Cuándo se consolidó tu interés por la ciencia ficción?

Daniel Frini: Más o menos por el ’84 u ’85 descubrí la revista “Péndulo”. Y claro, fue “LA” experiencia. ¿Dónde habían estado tooooodos esos autores? Desde Dick a Silverberg, pasando por Spinrad, Aldiss, Harrison, Ballard, Moorcock, Lafferty, Farmer. Y Cordwainer Smith con la Instrumentalidad; y James Tiptree Jr con “El Hombre que volvió”; y Richard Lupoff con los héroes celestiales. Pero no solo los anglosajones: encontré a Giúttari, Pandolfi, Rebetez, Duvic, el joven y el viejo Rosny, Carneiro. Y como si esto fuera poco ¡también había argentinos que escribían esta literatura! Es decir, tipos que estaban acá, a la vuelta: Gardini, Axpe, Gorodischer, Levrero (uruguayo, pero para el caso…), Shua, Siscar, vos mismo. Y también Souto y Capanna; y una lista enorme que no desentonaba para nada con los del norte. Fue una revelación. Péndulo me llevó a otras revistas: Minotauro, Parsec, Asimov; que no hicieron más que aumentar mi asombro: Kociancich, Carletti…

Sergio Gaut vel Hartman:
 ¿Fue por entonces que empezaste a escribir?


Daniel Frini:
 No. Escribí mis primeras cosas cuando estaba en la secundaria. Eran unos poemas, olvidables, que se han perdido piadosamente. Ya en la universidad, hice algunas revistas para el centro de estudiantes de Ingeniería; y, por un lado debido a la falta de ilustradores, y por otro a que siempre se me dio por el dibujo; me largué a hacer humor gráfico. Quizá gracias a esto me llamó Jericles —gloria de la revista “Humor”— para participar en “Río Revuelto”, una publicación de tono cómico que él dirigía. Empecé con dibujos y terminé escribiendo una columna, que apareció en varios números, hasta 1987. En esos años escribí varios cuentos, incluso la protohistoria de “Éramos un millón de animalitos ciegos” que, corregido y aumentado no sé cuántas veces, fue seleccionado este año, por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, para integrar la antología «Visiones 2009».

Sergio Gaut vel Hartman:
 ¿Nos dirás algo de tu vida privada?


Daniel Frini:
 En 1988 me casé con Adriana (mi amor) y me mudé a Buenos Aires, donde nacieron mis hijos Maximiliano y Alan. Por distintas razones, perdí continuidad y sólo escribía esporádicamente, aunque en el año 2000 publiqué mi libro de poesías “Poemas de Adriana” y luego apareció alguna cosita mínima en Axxón. Finalmente, el año pasado; y a raíz de una invitación tuya, comencé a participar en el Taller 7. Poco tiempo después ingresé a otro taller virtual, Máquinas y Monos; que, vine a enterarme, ya tienen ambos categoría de míticos. En ellos aprendí muchísimo, y me dieron el envión suficiente como para tomar la cosa con un poco más de seriedad y compromiso; además de conocer escritores muy valiosos y con gran futuro, aunque no todos dentro de la ficción especulativa, de Argentina, España y México, con los que formamos Heliconia; un excelente grupo de trabajo,

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Qué has publicado?

Daniel Frini:
 No me ha ido mal en ese plano: además del libro de poemas que mencioné antes, y mi participación en publicaciones del interior del país; durante el año que pasó se publicaron cosas mías en varios blogs, e-zines, revistas y periódicos. Además gané tres premios, fui finalista en un cuarto y lo soy en otro más que se dirimirá a fin de año.

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Has pensado en profesionalizarte?

Daniel Frini:
 Por ahora no. Me gano la vida como ingeniero en una fábrica, pero nunca se sabe…

Sergio Gaut vel Hartman:
 ¿Qué otros asuntos te interesan? ¿Aficiones? ¿Proyectos?

Daniel Frini: Además de la literatura, me interesa mucho la pintura y me defiendo razonablemente mal entre acrílicos y óleos. Me gustan Schiele, Klimt, Kandinsky y los abstractos en general. También Botero, Rivera, Khalo… Disfruto mucho de la buena música y soy absolutamente ecléctico: puedo pasar de Pink Floyd al Polaco Goyeneche o de Malher a Tránsito Cocomarola, sin ningún pudor, lo que me vale siempre la recriminación de alguien: “¿cómo te puede gustar ‘esa’ música?”. Hay algunos temas que me apasionan, sin ninguna razón válida: la historia, en general; y la del cristianismo primitivo, en particular; el genocidio americano, las cruzadas… Me gusta encontrar esas pequeñas anécdotas de personas comunes, que son deliciosas. Me gusta el cine y puedo pasarme horas frente a la computadora, con el mate al lado y alguna música no necesariamente a bajo volumen.

Sergio Gaut vel Hartman:
 ¿Sobre qué te interesa escribir?

Daniel Frini: Mis temas preferidos, al momento de escribir, tienen que ver con el humor aplicado a la fantasía, las historias religiosas —Esteban Dublín dice que mi humor es bíblico—; o bien el extremo diametralmente opuesto: historias relacionadas con la muerte y el dolor. Y parezco tener una obsesión particular con el suicidio. Cuando escribo prosa, no puedo salirme de la ficción; en cambio, cuando escribo poesía, siempre versan sobre experiencias reales. En general, las microficciones me “salen” naturalmente; y he empezado los proyectos de algunas novelas y volúmenes de cuentos que avanzan a paso de tortuga. Cuando encaro cf, me muevo con más soltura en la hard que en los temas sociales, aunque ésta es una asignatura pendiente.

Sergio Gaut vel Hartman: Con respecto a eso. ¿Has tomado posición conceptual en torno a las variantes de la ciencia ficción, la literatura especulativa o alguna de las otras formas que se proponen, narrativa conjetural, slipstream?

Daniel Frini: Creo que la cf ha actuado, históricamente, como disparador de procesos trascendentales, científicos y sociales, y es un buen campo para la experimentación. Creo, además, que actúa como atenuador de la resistencia a los cambios. Quiero decir: los relatos de cf cumplen la función de preparar a los lectores para las futuras maravillas que, de otra manera, serían resistidas; a la vez que alerta sobre el “¿qué pasaría si…?”. Es común que temas científicos duros, y cito, por ejemplo, al acelerador de hadrones; no sorprendan a nadie, y cualquiera tenga una vaga noción “popular” de qué se trata; aunque diste de la verdad. Creo, también, que el poder formador de la literatura de ficción especulativa es un punto sistemáticamente no reconocido. Esta literatura contribuye de una manera muy eficaz a la divulgación científica; porque allana el camino, al preparar a una persona común para recibir datos que de otra manera serían muy crudos e incomprensibles; provee un lenguaje común y despierta la mente para estar receptivo a los nuevos conceptos. En ese sentido, el escritor tiene una tierra siempre fértil y desconocida por delante. Si bien los tópicos clásicos de la cf se repiten (el viaje en el tiempo, la inmortalidad, el postapocalipsis) lo hacen desde ángulos completamente nuevos, que no parecen agotarse nunca. Por otro lado, los temas sociales muestran cada vez más presencia y, paradójicamente, parecieran ser los más próximos a dejar la ficción. Se me ocurre pensar en ¡Hagan sitio!¡hagan sitio! de Harrison: a grosso modo ¿no es posible que se vuelva real? Creo que muchos coincidirán conmigo en que es cada vez menos ficción. (datito: busquen la peli Cuando el destino nos alcance —o Soylent Green, en inglés— del ’74, con Charlton Heston; a mi juicio, mucho mejor que el libro). Creo que la función del escritor de ficción especulativa hace mucho tiempo ha dejado de ser escapista, y es, cada vez más, un ejercicio de compromiso; un “hacer pensar”, un “marcar los puntos oscuros” de nuestra cultura. Venimos a ser, valga la mala comparación, como analistas encargados de suministrar un diagnóstico de nuestra civilización; ya sea desde la ironía y el humor o desde el más oscuro relato.

Sergio Gaut vel Hartman: ¿No te preocupa que se subestime la cf por considerársela una literatura “menor”?

Daniel Frini: En absoluto. Creo que, por otra parte, no hay nada de malo en llamarla “literatura escapista”. Yo la disfruto muy gratamente. Algo debe tener la cf, desde que tantos autores del montón escriben historias de amor o policiales ambientadas en escenarios típicos de éste género; o si nos atenemos a la cantidad de producciones nuevas, y exitosas, de Hollywood —Yo, robot y Soy leyenda, por citar algunas—; que la hacen un producto cada vez más masivo.

Sergio Gaut vel Hartman: ¿Cuáles son tus expectativas como escritor?

Daniel Frini: Hacia el futuro, me interesa afianzarme como autor; y alcanzar la agilidad necesaria para encarar temas más comprometidos. Mientras tanto, seguiré trabajando en los proyectos que tengo entre manos: una novela en blog sobre un suicida compulsivo, dos volúmenes temáticos de cuentos (para uno de ellos es el cuento que acompaña a esta entrevista), una novela policial para público adolescente; con dos detectives, uno uruguayo y otro argentino, bastante particulares; otra novela fantástica; y sumando cuentos para poder seguir publicando.

© Sergio Gaut vel Hartman Noviembre 2009

 

Puede leer un relato de este autor pinchando aquí.

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