Sin el menor género de duda el manga es el estilo de historieta que, a día de hoy, se halla más extendido por todo el mundo. No descubrimos nada nuevo al afirmar que gran parte del mercado editorial de cómics se sustenta gracias a las jugosas ventas que promueve entre sus fervorosos seguidores. A tal punto ha llegado su éxito que incluso tiene un salón aparte, escindido del resto de historietas, para uso y disfrute de la infinidad de aficionados a tan peculiar arte de origen japonés. Y aunque ciertos entendidos cultos ni siquiera lo consideran digno, llegando incluso a deleznar su estilo al que acusan de simple e infantil, sería injusto no reconocer que en el seno del manga, un enorme saco donde todo cabe, también existen grandes artistas.
Tal es el caso del autor Naoki Urasawa, nacido en Tokio el año 1960, y dado a conocer por obras muy populares, entre las que sin duda destaca Yawara!, las aventuras de la joven judoka Ginger Inokuma de las que también se hizo una serie anime bastante famosa, ofrecida en algunas televisiones de nuestro país bajo el título de Cinturón Negro. Una historia que, sin ser mala, ni de lejos llega al grado de madurez alcanzado con Monster, sin duda su obra cumbre. Mucho más interesante resulta la posterior 20th Century Boys, creada en 1999 y posteriormente alargada en una réplica calcada. Porque cuando ya todo parecía contado, tras estirar la trama en una especie de bucle repetitivo, el autor siguió publicando nuevas aventuras de Kenji Endo y compañía contra el misterioso Amigo, esta vez en dos tomos bajo el nuevo título de 21th Century Boys. Algunos consideran esta obra incluso superior a Monster, el manga que aquí se reseña, pero no es tal mi opinión. Para mí, aún siendo muy bueno, 20th Century Boys resulta en parte fallido y en exceso repetitivo. Su argumento se halla falto de la frescura y profundidad existentes en la obra anterior.
Pero a pesar de algún pequeño altibajo Naoki Urasawa es un gran talento en plena ebullición. Muchos ya le consideran el digno sucesor del desaparecido mangaka Osamu Tezuka, quien es conocido en el mundillo como el “Dios del manga”. Prueba de ello es su trabajo Pluto, una obra de homenaje a Tezuka que el propio Urasawa ha creado con maestría. En ella el autor da un enfoque nuevo a la famosa historia El mejor robot sobre la faz de la Tierra, de la reconocida serie Astroboy, publicada por el gran Tezuka en los años 50. Aquí Urasawa es fiel a su dibujo realista y cambia el estilo infantil del original, hasta el punto de jugar con una premisa que sin duda se halla mejor desarrollada en Monster: la de que los sentimientos y el carácter de una persona pueden ser algo impuesto, construido de forma externa y en cierto modo ajeno al propio individuo.
Esta es tal vez la mejor definición de Monster, un extenso manga que podemos catalogar sin rubor como genuina obra de arte. Se trata de una historia bien dibujada y mejor narrada, sin fisuras ni concesiones en su profundo argumento, todo un auténtico lujo para el buen aficionado al género. Creado como un thriller complejo, brillante y absorbente, es capaz de clavar al lector en su butaca, conduciéndole a lo largo de una historia inteligente, envuelta en una densa atmósfera repleta de misterio y con unos personajes muy atractivos. Una auténtica gozada dirigida a lectores adultos, concebida por uno de los mejores mangakas de todos los tiempos.
La historia de Monster fue publicada originariamente en Japón, dentro de la revista quincenal Big Comics Original entre los años 1991 y 2001. Aunque en España fue editada por Planeta en 36 números (la obra original se compone de 18 episodios), parece que en la actualidad está volviendo a reeditarse en volúmenes más gruesos. Según parece, será un total de diez tomos al precio de 15 euros cada uno. A pesar del alto precio, sin duda vale la pena. En el propio Japón ya desde el primer momento la obra se convirtió en un auténtico best seller entre el público adulto. Prueba de ello es que en el año 2004 se realizaría un excelente anime, con 74 episodios de gran calidad, donde se recrea la historia con todo lujo de detalles y no desmerece en absoluto del manga original, siendo su visionado muy recomendable para todo buen aficionado.
El argumento, a grandes rasgos, empieza contándonos la historia de Kenzou Tenma, un brillante y joven neurocirujano japonés que ejerce en un prestigioso hospital alemán de Dusseldorf. El hombre parece ser un claro triunfador en la vida, apreciado y envidiado por sus colegas de profesión, prometido con la bella Eva, hija del director-jefe del hospital, y a punto de ser nombrado jefe de sección de cirugía. Pero un aciago día de 1983 todo cambiará para siempre. Un niño es ingresado en el hospital con una herida de bala en la cabeza, junto a su hermana gemela que permanece en estado de shock. Los padres de ambos han sido hallados muertos de forma misteriosa. El doctor Tenma está apunto de operar al crío cuando el alcalde de la ciudad también es ingresado de urgencias, pues acaba de sufrir un derrame cerebral.
Por supuesto, a Tenma se le ordena en el acto que deje al niño y opere al alcalde, un personaje mucho más influyente que puede ser de gran ayuda al hospital. Pero el médico desobedece, negándose al trato de favoritismo, y decide operar al crío, aduciendo que éste llegó primero. Operado por otro médico el alcalde muere, mientras que la operación practicada por Tenma es todo un éxito. Pero a pesar de ello el médico japonés será responsabilizado de la muerte del alcalde, al haberse negado a practicar su intervención. Desde ese momento su estrella decae, en el hospital es apartado de todo cargo importante, su novia le abandona y los jefes le desprecian.
Días más tarde los niños gemelos desparecen sin dejar rastro, a la vez que empiezan a producirse una serie de muertes en el hospital. El director-jefe y el jefe de sección de cirugía son los primeros en morir, allanando el camino de Tenma hacia la dirección, lo cual le convierte en el principal sospechoso. El obsesivo inspector Lunge se convencerá de su culpabilidad e intentará atraparle, sin importar el precio. Nueve años más tarde, Tenmadescubrirá horrorizado la verdad de lo acontecido y entonces y se planteará que tal vez no tomó la decisión correcta. Para enmendar su error tal vez deba matar al niño a quien entonces salvó la vida. Tal vez deba matar al monstruo. Y esto sólo es el principio de tan apasionante historia.
Lo primero que llama la atención en Monster es la pulcritud de su dibujo, simple pero elegante, con un blanco y negro muy adecuado a la trama. Su estilo se muestra alejado del clásico manga y nos presenta a unos personajes con rasgos netamente europeos. Su obsesión por el realismo queda manifiesta en múltiples detalles, como por ejemplo en el hecho de prescindir de dibujar en el rostro de sus personajes esas gotas de sudor tan presentes en otros mangas y que sirven para indicar que alguien está nervioso o asustado. El autor se esfuerza en ser real y no acepta nada que huya de semejante premisa. Digamos que sin llegar a alcanzar el virtuosismo de un Hergé, Urasawa muestra gran precisión por el detalle.
Los decorados de las escenas también están desarrollados de forma laboriosa, nos muestran una Alemania, y parte de la República Checa, tal vez excesivamente gótica, pero sin duda genuina. Otro tanto puede decirse de la inmensa galería de personajes, entre principales y secundarios, pues cada uno de ellos sabe brillar con luz propia. Perfectamente definidos, tanto en su plano físico como en el psicológico, resulta apabullante la humanidad que desprenden. Lo mismo da que sean hombres o mujeres, viejos o niños, generosos o despiadados, honrados o criminales, todos ellos (todos sin excepción) transmiten autenticidad y enganchan al lector. Se comportan de acorde a su propia personalidad, y dada la cantidad de individuos que recorren las páginas de tan extenso manga, hay que descubrirse ante la capacidad de su autor.
Sin duda tanto el dibujo adulto y elegante de Urasawa, así como su inmensa capacidad en crear infinidad de personajes, son motivos más que suficientes para saborear tan espectacular manga. Igualmente conviene señalar su estilo netamente cinematográfico, donde las viñetas sirven de auténtico storyboard que señala la acción a un ritmo vigoroso, atrapando al lector. Pero si Monster llega a ser una auténtica obra maestra es porque, además de todo ello, también se basa en un argumento extraordinario, potente y sin fisuras.
El guión de la obra es una auténtica maravilla, funciona con la precisión de un engranaje bien ensamblado. Prueba de ello es que todos los personajes que recorren sus páginas, así como las historias paralelas desarrolladas durante la trama, van confluyendo a veces de forma subterránea y sorpresiva hacia la historia principal, encajando en ella hasta conformar un gigantesco mosaico. Nada queda al azar, todo se halla conectado de alguna forma y al final acaba proporcionando magnificencia al relato. Por otra parte el dominio narrativo resulta total, y a pesar de su extensión el relato apasiona en todo momento.
Gran parte del éxito de Monster se basa en la sabiduría de Urasawa al dosificar los tempos y las atmósferas que existen dentro de la obra. Sin duda se trata de un thriller absorbente, donde se hace omnipresente la figura de Johan, la personificación de una de las mentes asesinas más bien trazada y compleja que se haya escrito jamás; pero lo cierto es que en la historia también hay ciertas dosis de humor, incluso de amor, así como un gran componente de crítica social que le confiere un valor añadido al relato.
Sorprende la acerada visión que Urasawa nos ofrece de la sociedad alemana, en especial de su relación de necesidad/odio con la actual emigración turca. Ya desde el principio, en las primera páginas de la historia desarrolladas en el hospital, asistimos a una crítica feroz y nada complaciente de ese pensamiento racista que late oculto en la mente colectiva. Un racismo que luce en toda su intensidad durante los sangrientos episodios que acaecen en el barrio turco. Organizaciones neo nazis se dan de la mano con experimentos secretos de la antigua Alemania comunista, mostrando los laberintos insondables en los que puede caer no sólo una persona, también una sociedad entera. Esta obra sin duda hacer reflexionar al lector, algo muy poco frecuente en una historieta.
Así resultan apasionantes las andanzas del doctor Tenma a través de Alemania y parte de Chequia, siempre huyendo de la policía, a la vez que persiguiendo al esquivo y peligroso Johan. Es un formato que puede recordar series añejas de televisión como El fugitivo o Los invasores, pero con una mayor tensión argumental. Así seguiremos al protagonista a través de multitud de lugares, le veremos evolucionar conforme vaya descubriendo datos nuevos, conoceremos a gente fascinante e iremos descubriendo poco a poco el pasado y las motivaciones de Johan, un personaje cuya complejidad es incluso superior a la de iconos del terror actual como pueda ser Hannibal Lecter. Tampoco podía faltar en la galería de protagonistas el clásico policía implacable, obsesionado en la caza del médico fugitivo. Este personaje es uno de mis preferidos, pues está trazado con gran originalidad pese a ser todo un cliché en el género. El inspector Lunge se nos presenta como un individuo frío y calculador, de memoria fotográfica capaz de introducir en su mente infinidad de datos haciendo teclear sus dedos en una máquina ficticia. Solitario, incapaz de relacionarse con su familia que acaba abandonándole, tan sólo vive para resolver sus casos y cazar al culpable.
Realmente sería inacabable relacionar a todos los personajes que aparecen en la obra. Es tal la riqueza de su galería, máxime cuanto hasta el secundario más modesto tiene gran profundidad y aporta algo a la trama, que sólo una atenta lectura puede situar a cada cual en su sitio. Baste señalar como mero apéndice de los personajes principales al protagonista obvio de la historia, el doctor Tenma, a su fascinante adversario, el siniestro y subyugante Johan, al ya mencionado inspector Lunge y a la hermana gemela del adversario, Anna Libert, alias Nina Fortner, quien es el ying del yang que conforma junto a la figura de Johan.
Tampoco podemos dejar de mencionar a otro de los personajes clave en la trama: me refiero a Eva Heinemann, la antigua prometida de Tenma. Trazada con gran complejidad, la veremos caer desde lo más alto de su soberbia hasta el alcoholismo y la promiscuidad, moviéndose siempre entre su amor por el protagonista y un odio visceral que la impulsa incluso a desear su muerte. En realidad, casi cualquiera de los personajes secundarios tiene tanta fuerza que podría ser protagonista de su propia serie.
¿Qué más decir de tan fascinante obra? Mucho puede escribirse sobre ella, de su calidad gráfica y su soberbio argumento. Una historia adulta con sus reflexiones sobre la manipulación, el engaño, la marginación social y racial, el fascismo latente de la sociedad, la fría crueldad de los gobiernos, terribles experimentos secretos… pero nada es comparable al placer de leerla. Se trata de una historia adulta, bien narrada y que sabe atrapar la atención del lector. Sin duda merece estar en todas las bibliotecas, y en un destacado puesto de honor.
© Joan Antoni Fernàndez, junio de de 2010.
Joan Antoni Fernández nació en Barcelona el año 1957 y actualmente vive en Argentona. Escritor desde su más tierna infancia ha ido pasando desde ensuciar paredes hasta pergeñar novelas en una progresión ascendente que parece no tener fin. Ha sido ganador de premios fallidos como el ASCII o el Terra Ignota, que fenecieron sin que el pobre hombre viera un duro. Inasequible al desaliento, ha quedado finalista de premios como UPC, Alberto Magno, Espiral, El Melocotón Mecánico y Manuel de Pedrolo entre otros. Ha publicado relatos y artículos en Ciberpaís, Nexus, A Quien Corresponda, La Plaga, Maelström, Valis, Dark Star, Pulp Magazine, Nitecuento y Gigamesh, así como en la web NGC y en BEM on Line. Que la mayoría de estas publicaciones hayan cerrado es una simple coincidencia… según su abogado. También es colaborador habitual en todo tipo de antologías, aunque sean de Star Trek. Hasta la fecha ha publicado cuatro libros: Reflejo en el agua, Policía Sideral, Vacío Imperfecto y Esencia divina, este último aparece estos días de la mano de Espiral. Ha ganado el premio de relatos en catalán Manuel de Pedrolo.