TIMES WITHOUT NUMBER, de John Brunner

El Santo Oficio controla el tiempo

 

A las dos grandes ucronías isabelinas que hemos reseñado, Pavana y La alteración, de los ingleses Roberts y Amis, hay que añadir la anterior Times without Number (1962), del también inglés John Brunner, que no es de extrañar que escribiera sobre viajes temporales porque se aficionó a la ciencia ficción de muy chico leyendo novelas como La máquina del tiempo de Wells. Escribiría en su madurez utopías, que fueron distopías y no eutopías, en las que se muestra pesimista sobre la sociedad de un futuro cercano, la carrera de armamentos -participó activamente en movimientos por la paz-, la superpoblación –Todos sobre Zanzíbar-, la degradación del medio ambiente –El rebaño ciego– y otras más -como la sociedad de la información-, pero eso vendría después.

 

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John Brunner

John (Kilian HoustonBrunner nació el 24 de septiembre de 1934. A los 17 años, nada más dejar el colegio, vendió su primera novela y enseguida empezó a producir masivamente para el mercado americano, tocando todos los registros y firmando con frecuencia K.H. Brunner, como aparece en algún texto vertido al castellano. Sirvió en las Fuerzas Aéreas británicas y en 1959 se casó, instalándose en Londres. Influido por la new wave, a partir de 1968 su obra fue de mayor calado y menor abundancia. Falleció a los 60 años, el 26 de agosto de 1995, dejando tras sí una gran producción:  AldissBrunner y Clarke son el ABC de la ciencia ficción inglesa.

Tiempos sin número es una ucronía de aventuras temporales que hay que situar entre el clasicismo de las ucronías precedentes y la modernidad de Pavana, a la que en cierta medida podría servir de contrapunto: en una nuestro universo pasa a ser distinto y en otra un distinto universo pasa a ser el nuestro. Coinciden en el fondo en que manejan una multiplicidad de factores para alterar el curso de la Historia y, en la forma,  en su estructura de (falso) fix-upTimes es más breve y sus tres  relatos, al contrario que los de Pavana, se desarrollan en un más  corto espacio de tiempo de un siglo XX alternativo, en el que el Imperio Español se gobierna desde Londres porque la Península Ibérica está en manos musulmanas.

Por otra parte, Tiempos sin número se asemeja a La Patrulla del tiempo, de Anderson, en que sus historias son del todo independientes unas de otras, cada una de intensidad mayor que la anterior, con modificaciones de la Historia que son cada vez más importantes.

numbers-1Escribe Eric Vidal que Brunner produjo aquí «un sencillo vino del país que no tiene otra ambición que la de dejarse beber con gusto», lo que tiene bastante de cierto, aunque pasan demasiadas cosas en este entretenido libro de menos de 200 páginas para una lectura superficial, sin un instante de reflexión. En su universo alternativo, el viaje en el tiempo lo descubrió en 1892 el sabio Borromeo y los peligros de su posible mal empleo hicieron que se pusiera bajo la autoridad papal, que creó la Sociedad del Tiempo para controlar que la Historia siguiera siendo la que entonces se conocía, sin que los viajeros pudieran alterarla.

Como no podía ser menos, el Santo Oficio es quien se encarga de ese control, a través de la Compañía de Jesús y bajo la supervisión del heredero del trono de España. Este príncipe es uno de los protagonistas secundarios de la novela, de la que los principales son Don Miguel Navarro, «licenciado de la Sociedad del Tiempo y leal súbdito de Su Muy Católica Majestad Felipe IX, Rey y Emperador», el jefe mohawk Oso Rojo y el padre jesuita Ramón, que es la eminencia gris de la organización.

En el mundo de 1988, que festeja el 400 aniversario del triunfo de la Armada Invencible, Don Miguel goza de un prestigio que le permite acceder a los círculos más cerrados del poder, donde se maquinan múltiples intrigas, en ocasiones de carácter temporal. Una de las ramas de la Sociedad, integrada principalmente por indios «navarros», es el Servicio de Intervención, cuyo papel, a la manera de las Policías Temporales de otras ucronía, consiste en evitar las modificaciones del pasado. La explicación que da Don Miguel de su cometido a la Marquesa de Jorque abunda en las razones expuestas:

«Ya sabéis que la Historia se compone de unos tiempo fuertes que son la suma de un gran número de acciones individuales. Es pues muy raro atribuir a un único factor causal un hecho importante. La mayor parte se basa en un amplio conjunto de acontecimientos que resulta imposible captar en toda su extensión.

numbers-2«Esta vasta corriente de acontecimientos puede compararse a la de un río. Un guijarro de más o de menos en su lecho no le impedirá correr. Sin embargo, aunque la piedra sea pequeña, constituye una diferencia a priori. Por eso el fluir del tiempo se asemeja a una avalancha. Siempre es posible que el gesto anodino de un viajero del futuro sirva para retener la roca que, sin su intervención, habría desencadenado el deslizamiento del terreno y modificado así el curso (del río) de la Historia. En el peor de los casos nos destruiríamos a nosotros mismos».

La trama policiaca entronca con las culturas precolombinas de América, con unos indios que reclaman su independencia. Brunner aún no es el que llegará a ser y al personaje femenino más relevante, la marquesa de Jorque, quizá no le haga justicia del todo: aunque no defiende precisamente los derechos de «los esclavos», sí es una defensora a ultranza de los derechos de la mujer.

El libro no es una eucronía porque, por ejemplo, la esclavitud continúa existiendo. Sin embargo, leyendo entre líneas parece observarse que su mundo está más logrado que el nuestro en algunos aspectos, como, otra vez por ejemplo, en que han sido pocos los europeos que han emigrado a América, lo que ha dado lugar a un mayor respeto del indio nativo y de sus culturas. Tampoco ha habido guerras mundiales porque nunca se ha roto el precario equilibrio entre los tres grandes poderes, la Confederación Oriental, que llega de Alemania a China, el Califato Musulmán Mediterráneo y el Imperio Español, que cruza el océano para extenderse desde Inglaterra hasta América. Este imperio español ucrónico no es tan siniestro como el de Roberts o Amis en Pavana o La alteración, y posee un marcado aroma de steampunk: no hay vehículos aéreos «más pesados que el aire».

numbers-3La novela se inicia con «El saqueo del ayer», que marca el ritmo que seguirá el autor para describir un mundo en que el hombre encontró la llave del tiempo. pero ni surca el espacio ni ha llegado siquiera al cielo. Como en toda la obra, planea ya sobre esta primera parte la interrogación constante, el what-ifpermanente de lo que supuso el triunfo de la flota española y las tremendas consecuencia que hubiera acarrreado su derrota. Su acción más concreta tiene que ver con un tráfico de objetos de arte a través de los siglos, aquéllos que luego preservará la Compañía del Tiempo de Kage Baker.

El segundo relato, «La palabra sin escribir«, se desarrolla en el Londres que festeja el cuarto centenario de la victoria de la Invencible, una capital de finales del siglo XX que parece una ciudad de doscientos o trescientos años antes. Su trama se entremezcla con la de un mundo paralelo del que irrumpen unas amazonas devastadoras que se entregan al pillaje de las minas de California siglos antes de su descubrimiento oficial.

El tercer relato, «La plenitud del tiempo«, se ocupa del último desenlace arrancando de Nuevo Madrid, la Nueva York alternativa. Es la historia más larga y más conectada con las ucronías isabelinas, con una parte que transcurre en el tiempo previo a la llegada de la Invencible a Hastings.

Aunque los integrantes de la Sociedad del Tiempo están bien decididos a que las cosas sigan como están, no faltan funcionarios corruptos, dispuestos a favorecer que la gloriosa victoria de la armada española se convierta en una miserable derrota, lo que precipitaría a Don Miguel en el inmundo universo que es el nuestro. Como en Lo que el tiempo se llevó, no será el viaje en el tiempo quien dé origen a la ucronía, sino que será una intervención del viajero en los acontecimientos lo que hará que el universo alternativo se convierta en el real.

numbers-4El final es triste, impregnado de un romanticismo crepuscular y nostálgico al estilo de nuevo de Bring the Jubilee, aunque, si el viajero de Moore deviene náufrago del tiempo porque no puede construir la máquina que lo devolvería a su pasado, el antihéroe de Brunner no quiere construir la máquina a pesar de que podría hacerlo en una semana a partir de «una cierta cantidad de acero y plata», ni tampoco quiere desvelar su secreto. Ninguno de los dos desea regresar al mundo que ha abandonado.

Se trata de un libro ciertamente menor dentro de una producción que comprende obras como Todos sobre Zanzíbar, El rebaño ciego o El jinete en la onda de choque, del que pensamos que su fallo reside en suponer que el proceso de ralentización de la Historia no ha supuesto cambios más profundos en la mentalidad de las gentes, lo que vuelve menos plausible el escenario que recrea. Aún así, supone una aportación ya clásica al mundo de las ucronías, en particular al de las isabelinas, Felipe vs. Isabel, que tan de cerca nos tocan.

© 2011 Augusto Uribe y Alfred Ahlmann

Brunner, JohnTimes without Number, UK, 1962, Hamlyn, paperback, 188 pp. Hay varias ediciones. posteriores.

 

 

uribeAugusto Uribe es doctor en una ingeniería, periodista y tiene otros estudios; ya jubilado, es presidente de una sociedad de estudios financieros. Ha ganado varios premios Ignotus y ha publicado en libros y revistas como el antiguo BEM o Nueva Dimensión, que lo tuvo por su primer colaborador.

 

 

 

alfredahlmannAlfred Ahlmann, director de la misión arqueológica española en Turquía, es doctor en Historia, profesor universitario en España e imparte clases en algunas universidades extranjeras: domina varias lenguas. Además de numerosos trabajos profesionales, ha publicado también artículos del género.

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