EL NECRONOMICÓN, de H.P. Lovecraft

Esta columna jamás fue publicada en la revista BEM. La tenía prácticamente acabada cuando recibí la noticia de su defunción. Recuerdo que me sentí triste, enfadado, decepcionado y algo molesto porque me enteré a toro pasado y por terceros. Pero luego se me pasó, y ya ven lo que son las cosas, que BEM nunca llegó a morir….

Que no está muerto lo que yace eternamente,

y con el paso de los evos hasta la Muerte puede morir

Yo era un ingenuo

Pensaba que un libro es bello por sí mismo, y no sólo por su contenido. Su aspecto me parecía atrayente, con su portada, con sus páginas dentro, todas llenas de palabras compuestas de letras y de signos de puntuación. Creía que un libro era siempre agradable de tocar, de sujetar entre las manos, de acariciar mientras lo dejamos reposar en el regazo y pensamos en lo que acabamos de leer y que nos ha recordado algo que para nosotros fue importante. Para mí, cándido idealista, un libro era una obra de arte, por fuera y por dentro, y en cada ocasión que alguien rebatía esta argumentación simplemente le pedía que probase a llevarse a la cama, o a su sillón favorito, un montón de fotocopias hechas a un libro de verdad.

Yo era en verdad un ingenuo.

el-necronomicon-portada

No hace mucho compré un libro (otro, uno más); cuando me lo cobró, el viejo librero al que siempre compro las reliquias me despidió diciendo “Espero que le guste”, y yo le respondí, derrochando generosamente mi amor por las obras impresas, que eso no importaba demasiado, que un libro siempre es un libro, que siempre es el resultado de la ilusión, del trabajo y del esfuerzo de una persona, que un libro siempre gustará a alguien. “Esta vez espero que de verdad le guste”, matizó acompañando sus palabras de su anciana sonrisa, la inquietante sonrisa del que sonríe pero nunca ríe.

El volumen que inconscientemente me llevé en esta ocasión era un libro antiguo y extraño, un libro repugnante de aspecto y contenido infame, la pavorosa obra de un ser delirante que en el pútrido pozo de su demencia llegó a vislumbrar secretos primigenios y oscuros que no deberían haberse desvelado jamás: Abdul Alhazred, el árabe loco que en el año 738 vomitó el Al Azif, un cúmulo de perversión y maldad cuyo título, en la traducción al griego de Theodorus Philetas de Constantinopla, se convirtió en el execrable Necronomicón.

En el exterior de la vieja mansión familiar cuyos cimientos se estremecen golpeados por el mar embravecido escucho cada vez más cercanos los ominosos gorgoteos del ser Primordial al que insensatamente acabo de despertar de su sueño de milenios. Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wagn’nagl fhtagn. En el umbral de la locura deseo que este abominable libro no se hubiera cruzado en mi vida, y quisiera tener más tiempo para advertir al mundo de que nunca ////////////

necro-2

Tranquilo, amigo lector, yo también creí durante años que el Necronomicón era un libro de verdad, al igual que los Manuscritos Pnakóticos, el Texto de R’lyeh, los Cantos de Dhol, los Siete libros crípticos de Hsan o los Unaussprechlichen Kulten. Inocente que era uno… Por suerte ninguno de estos engendros existieron jamás, sino que, junto a otros muchos, son fruto exclusivo de la calenturienta mente de Howard Phillips Lovecraft y sus amigos de correspondencia: Robert BlochClark Asthon SmithFrank Belknap LongRobert E. HowardAugust DerlethDonald Wandrei y todos los demás componentes del Círculo de Lovecraft.

Pero no debe sorprendernos que más de uno creyera en la existencia del Necronomicón, ya que este “infausto manuscrito” y su historia han sido perfectamente documentados en al menos dieciocho cuentos de Lovecraft, lo cual, unido a la astucia de algún espabilado malintencionado y dispuesto a sacar provecho de la buena fe de la gente, ha convertido una quimera en un objeto perseguido por muchos inocentes aficionados. Una prueba más de la fuerza mágica que emana de la obra de este hombre menudo y excéntrico.

Si bien Lovecraft es conocido por la mayor parte de los lectores gracias a sus cuentos de terror, fueron muchos los géneros literarios que cultivó: ficción (solo o en colaboración con otros), poesía (como Edgar Allan Poe, él se consideraba sobre todo un poeta), cartas (escribió más de cien mil a lo largo de toda su vida), periodismo (el cual le permitió desarrollar el talento que después utilizó en otros campos), crítica literaria (de las obras de otros y de las suyas propias), filosofía (además de su personal pensamiento literario trató ampliamente en sus relatos la naturaleza del universo), ciencia (le fascinaban sobre todo la astronomía y la química), libros de viajes (al contrario de lo que se cree no permaneció enclaustrado toda la vida en su casa, sino que tuvo ocasión de viajar por muchos de los países de las costas del Atlántico) e incluso autobiografías (para darse a conocer a los destinatarios de sus epístolas).

necro-3

Pero, a pesar de su fecundidad y sin ninguna duda, es el terror, su particular horror cósmico y amenazador, el género por el que ha pasado a la historia de la literatura; tanto que la misma palabra “Lovecraft” y sus derivados se han convertido en sinónimo de espanto. Sus cuentos, de pocas páginas de extensión, han sido normalmente publicados en volúmenes de selecciones, de los que destacaría Los mitos de Cthulhu, un compendio de relatos (suyos y de otros componentes del Círculo) en los que las figuras principales son los dioses primigenios (Cthulhu, Azathoth, Yog-Sothoth, Nyarlathotep, Hastur, Sub-Niggurath…), monstruos infernales cuyas vidas y hazañas se hallan supuestamente documentadas en el Necronomicón y demás abominaciones literarias ya mencionadas, que habitaron la Tierra millones de años antes de la aparición del Hombre y que en un momento dado decidieron volver para imponer a nuestra civilización su dominio de terror.

dymmmc08

H.P. Lovecraft

Lovecraft también escribió una serie de novelas cortas, o relatos largos, que han sido publicadas independientemente (El caso de Charles Dexter WardEl horror de DunwichEn las montañas de la locura, etc.), pero manteniéndose siempre dentro del “mundo primigenio” de su creación en el que se desarrollan Los mitos de Cthulhu.

De todas las colecciones de relatos publicadas en España (Viajes al otro mundoLa habitación cerradaEn la criptaLos que vigilan desde el tiempoEl clérigo malvado, etc.) yo me quedo con A través de las puertas de la llave de plata, también llamada Ciclo de aventuras oníricas de Randolph Carter, en la que Lovecraft es capaz de llevar a cabo algo tan complicado como es contar un sueño, dotando a su narración del ambiente mágico, ilógico y caótico que poseen los sueños pero sin que por ello la coherencia de la obra se vea perjudicada en modo alguno (y si el lector no cree en la dificultad de esta tarea sugiero que pruebe a escribir su último sueño, y léalo pasados unos días, a ver si tiene el mismo sentido que tenía cuando lo escribió)

La belleza estriba en la armonía. La satisfacción de un momento es la ruina del siguiente. La belleza serena y duradera sólo se halla en los sueños.

© 2011 Luis Astolfi

Acerca de Interface Grupo Editor

Editamos en papel 75 números de la revista BEM entre 1990 y 2000 y desde 2003 hasta 2012 mantuvimos el portal BEM on Line. Tras múltiples problemas de software, decidimos traspasar a este blog los principales textos publicados en esos años. Interface Grupo Editor está compuesto por Ricard de la Casa, Pedro Jorge Romero, José Luis González y Joan Manel Ortiz.
Esta entrada fue publicada en Se buscan libros. Guarda el enlace permanente.