NAPOLEÓN APÓCRIFO, de Louis Geoffroy

LAS UCRONÍAS DEL EMPERADOR (I)

el Napoleón apócrifo y l’esprit de géometrie

de Louis Geoffroy

«El interés que tenemos por la Historia está sostenido por el sentimiento de que las cosas hubieran podido ser de otra manera. Si Grouchy hubiera llegado a tiempo a los campos de Waterloo, si Napoleón hubiera tenido la marina de Luis XVI… si… si… esta breve conjunción está llena de sentido, es la que da a la Historia el poder de las novelas y los cuentos.»

napo1Así escribió Valery. El siglo XIX, instalado en el rigor de la ciencia, ideó un sistema para corregir teóricamente el desarrollo de la Historia, la llamada ucronía, género que no por azar vio la luz en Francia, patria del esprit de géometrie. Si los grandes autores han conocido la gloria de la parodia, los grandes personajes históricos han conocido la gloria de la ucronía, de un pasado modificado que los hace más grandes o más chicos y, en cualquier caso, diferentes.

Son varios los que han sido motivo de narraciones de historia alternativa que van del ensayo a la ficción y, aunque no es preciso llamarse Napoleón para ser su protagonista, eso ayuda, ayuda porque Bonaparte tuvo el sentido que no le abandonó jamás de su relación personal con la Historia y porque hubo momentos en que la suerte de esta Historia dependió de la suya.

«Los grandes acontecimientos de nuestro globo tienen su contrapartida, sobre todo cuando la fatalidad ha jugado un papel en ellos. Los ingleses seguramente han perdido muchas veces la batalla de Waterloo sobre los globos donde su adversario no conoció la equivocación de Grouchy. En cambio Bonaparte no alcanzó siempre la victoria de Marengo.»

Eso dijo Blanqui, que sostenía que, habiendo una infinidad de planetas construidos a partir de los mismos cuerpos simples, necesariamente habría de haber una infinidad de Tierras en todo iguales a la nuestra, excepto en una cosa.

NAPOLEON

Napoléon Bonaparte

Volviendo a poner los pies sobre nuestra amada Tierra, el primer libro ucrónico completo que se escribió fue la gigantesca recreación de Napoleón que hizo Geoffroy. Este hijo adoptivo de Bonaparte, envolviéndose en la tricolor y mojando su pluma en la grandeur d’Empereur, redactó la más inimaginable apoteosis alternativa de su idolatrada figura. Su Napoleón apócrifoHistoria de la conquista del mundo y de la monarquía universal (1812-1832), está disponible desde hace tiempo en castellano, aunque ha pasado desapercibido para el aficionado al no distribuirse por los canales convencionales. Es un libro joya, muy bien traducido, encuadernado en seda y decorado con unas láminas espléndidas.

Louis-Napoléon Geoffroy-Château nació el 11 de mayo de 1803 en Ètampes, hijo de un oficial del ejército francés tan apreciado por Napoleón que, tras su prematura muerte, adoptó a sus dos hijos cuando Louis tenía tres años. Cursó la carrera de Derecho y la ejerció como magistrado del Tribunal Civil de París. Se le suele considerar como un auctor unius libri pues, aparte de su gran ucronía napoleónica, sólo dejó un par de escritos olvidados.  Falleció en la capital francesa el 11 de julio de 1858.

Como dice Giovanni Guadaluppi en el prólogo, hay ucronías escritas por veteranos de desastres históricos que quieren corregir sobre el papel un destino nefasto e historiógrafos que pretenden eliminar cualquier sospecha de culpa que pudiera recaer sobre el genio que admiran, para atribuir su fracaso al infortunio, y éste es el caso de Geoffroy. Su libro es extenso, dotado de coherencia interna y ricos detalles. Lo primero puede pasar desapercibido al retratar a un Napoleón implausible, mas lo segundo no deja de observarse en detalles como la «justicia poética» que hace con los allegados al Héroe, recreando una historia exitosa para los que fueron desafortunados en la real, como fue el triste caso de  Grouchy, que no acudió a su socorro en Waterloo, y una historia menos afortunada para aquéllos a quienes acompañó un feliz destino, como sucedió a Bernadotte, el general que conservó el trono de Suecia a la caída del emperador.

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Louis Geoffroy

La «otra» Historia arranca en 1812, cuando Bonaparte entra triunfador en Moscú -«Napoleón entre Alejandro y Dios«, que escribiría Victor Hugo– y en poco más de un año, de la batalla de Novgorod a la de Cambridge, conquista toda Europa. El primer libro, «De Moscú a Madrid», se ocupa de España, saliendo mal parado Fernando VII y no mejor Wellington, mientras que sucede lo contrario con los generales Castaños y Palafox, derrotados con honor en la gran batalla de Segovia que decidió la suerte de la Península.

La estancia de Napoleón en Madrid -«Tienes mejor casa que yo«, le dijo a su hermano José cuando se alojó en el Palacio de Oriente- se adorna con varias anécdotas, como la de su intento de asesinato por parte de la hija de un coronel fusilado en Cartagena por los franceses. Cree llegada su última hora cuando la visita en su celda un sacerdote, que piensa que viene a confesarla antes de su ajusticiamiento, cuando sólo lo hace para hacerle ver que no se debe matar a nadie: con una familia en la miseria, que no percibe pensión, el emperador se apiada de ella, la deja libre y dispone que reciba una prestación económica.

Después de la dominación de Europa, Bonaparte emprende la conquista de Asia y África en una aventura plena de acontecimientos. La sublevación de Egipto, por poner un ejemplo, la castiga desviando el Nilo desde Tebas, lo que convierte su feraz valle en un árido desierto. Luego une el mar Rojo y el Mediterráneo no por un canal, sino por un verdadero brazo de mar, para lo que no duda en emplear millones de trabajadores.

napo2La mayor parte de estas narraciones acostumbran a presentar una ucronía dentro de la ucronía, que viene a ser el reflejo de la realidad, y, aquí, cuando Napoleón navega en las cercanías de Santa Elena, le asalta la pesadilla de no poder entrar en un Moscú en llamas, perder su ejército en retirada en el Beresina, regresar casi solo a una Francia dispuesta a traicionarlo y tener que partir derrotado hacia el exilio en esa Santa Elena. Lo invade un sudor frío y es presa del pánico, aunque finalmente consigue volver al mundo que es real para él, haciendo saltar la isla por los aires con los cañones de su flota. Después, en cambio, al avistar las Canarias se queda gratamente sorprendido al ver el Teide convertido en una reproducción de su cabeza que han esculpido mil artistas.

Asia y África son todas suyas en 1826 y América se echa en sus brazos en 1827 por decisión unánime de sus gobiernos, así como las islas del Pacífico: queda entonces instaurada la monarquía universal. El Congreso de París de diciembre de 1827 declara el francés lengua del planeta, tanto para los hombres, pues desaparecen los demás idiomas, como para Dios, pues sustituye al latín en las ceremonias litúrgicas.

Con una sola lengua, un solo derecho y una sola religión, que igualmente de eso se ocupa Napoleón, el mundo entero es feliz. Progresan extraordinariamente las artes y las ciencias, que se engrandecen más que se innovan, pues lo que conocen son los globos dirigibles de enorme capacidad y los barcos de diez, veinte o más ruedas de paletas. En el campo de la medicina se descubren vacunas para casi todas las enfermedades y se aprende a curar la sordera y la ceguera.

PEPE

José I Rey de España

En 1828 el papa Clemente XV, el anciano cardenal Fesch, tío del emperador, lo corona: «Dios os consagra por mis manos monarca universal de la Tierra. Que su nombre sea adorado y el vuestro glorificado». Y esa noche Dios ofrece al mundo un prodigio en el cielo, tras el cual han desaparecido dos estrellas de la constelación de Orión. Como dice Versins en su Enciclopedia -a la que una vez más recurrimos-, a Jesucristo sólo se le inmoló una nova, la estrella de Belén, y a De Gaulle ni una…

El libro no contempla personajes de pura ficción, sólo cameos, como es el caso de los familiares o mariscales de Napoleón que pasan a ocupar tronos, cuando no el solio pontificio. Desfilan por sus páginas todos los grandes de Europa, además de algunos de otros continentes, como el venezolano Simón Bolívar o el norteamericano Andrew Jackson. Y también, al servicio de Francia, músicos como Beethoven o Rossini, cantantes como María Malibrán, literatos como lord Byron o Walter Scott, físicos como Volta o químicos como Gay-Lussac, matemáticos como Laplace o astrónomos como Herschel, naturalistas como Humboldt o filósofos como Kant: todos dejan su obra escrita en francés. Papas, en fin, como Pío VII (Luigi Barnaba Chiaramonti), que igualmente no emplea otra lengua que la gala.

Cuando lo presenté en Vigo -escribe Uribe-, el Director de su Casa del Libro -que me obsequió con un ejemplar- me pidió detalles sobre el funcionamiento de ese mundo. Existe un solo Estado mundial sin fronteras ni aduanas y en todos es igual el funcionamiento de la Administración, la justicia, la educación, la sanidad o la policía, con un París que resuelve los conflictos que rebasan los límites de un territorio.

El emperador muere el 23 de junio de 1832, desconociéndose si su imperio se mantuvo o cómo se lo repartieron sus diadocos.

© 2011 Augusto Uribe y Alfred Ahlmann

GeoffroyLouisNapoleón apócrifo. Historia de la conquista del mundo y de la monarquía universal: 1812-1832 (Napoléon et la conquête du monde: 1812 à 1832. Histoire de la monarchie universelle, 1836, anónimo; reimpreso como Napoléon apochryfeHistoire de la conquête du monde et de la monarchie universelle: 1812-1932, 1841), Milán, Franco Maria Ricci, Los signos del hombre nº 20, 1998, traducción de Esther Benítez, enc. seda con tapa, láminas en color, 181 grandes pp., 300 euros.

uribe01Augusto Uribe es doctor en una ingeniería, periodista y tiene otros estudios; ya jubilado, es presidente de una sociedad de estudios financieros. Ha ganado varios premios Ignotus y ha publicado en libros y revistas como el antiguo BEM o Nueva Dimensión, que lo tuvo por su primer colaborador.

alfredahlmann01Alfred Ahlmann, director de la misión arqueológica española en Turquía, es doctor en Historia, profesor universitario en España e imparte clases en algunas universidades extranjeras: domina varias lenguas. Además de numerosos trabajos profesionales, ha publicado también artículos del género.

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