… en la Venecia de leones voladores de obsidiana
Esta trilogía de fantasía ucrónica, ambientada en un pasado de este mundo o en un presente de otro, se sitúa en una zona de la literatura juvenil muy distante a la de las Crónicas de Narnia, el texto que está en el origen de tantos otros textos. Se sitúa en ese espacio de la fantasía que no utiliza como recurso la nostalgia profunda del lector por la memoria colectiva de la niñez, sino que apuesta por «romper con la pana» en la construcción semidelirante de un universo de aventuras.
Estamos en el año 1893 de una Venecia intemporal. Hace cuarenta que tuvo lugar el último de sus célebres carnavales y treinta desde que se declaró el estado de sitio. A pesar de sus formidables leones de piedra vivientes, ápteros o alados, las tropas venecianas han sido incapaces de rechazar a los ejércitos del faraón, a sus navíos solares y a sus legiones de guerreros momia a las órdenes de comandantes esfinge. Sólo la magia de la enigmática Reina de la Laguna mantiene inexpugnada la Serenísima.
Los ejércitos del faraón, renacido a la nueva vida en la pirámide escalonada de Amón-Ka-Re, están a punto de dominar el orbe conocido. Sólo resisten Venecia y el Imperio de los zares allá en el lejano Norte, mientras la bruja Baba Jaga pueda apuntalar a las tropas rusas en su desesperada contienda.
Cuando se inicia La Reina de la Laguna, una góndola conduce desde el orfanato a Merle y Junipa, que van a entrar como aprendizas -sólo dos chicas entre un montón de chicos- en el taller de espejos mágicos del alquimista Arcimboldo. La góndola ha de esperar a que la Gran Regata avance por el Gran Canal, con embarcaciones tiradas por decenas de sirenas cautivas. Luego lo atraviesan ellas, de catorce y trece años, y siguen por el Canal de los Proscritos hasta llegar al taller de Arcimboldo, frente al cual se alza la fábrica de tejidos mágicos de Umberto: ambos han sido excluidos de su gremio por practicar la magia. La callada ama de llaves de Arcimboldo es Unke, una sirena que ha renunciado a su cola y oculta sus fauces tras una máscara.
«Leed con atención el párrafo precedente, por favor»,escribe Alfredo Lara, que se pregunta: «Presentar una novela de fantasía con esa barbaridad de escenario delirante, ¿es arrogancia o inconsciencia?» Y sigue: «El fantástico comienzo se plantea en las diez primeras páginas del primer tomo de la trilogía. Como decía Cecil B. de Mille, se empieza con un terremoto y luego se sigue in crescendo«. Porque, sin perder interés en la intriga ni ritmo en la acción, la aventura va de aquí hacia arriba. Aún faltan por llegar conjuras en la Venecia sitiada, historias personales de amistad y amor, espejos mágicos, espadas, persecuciones por los tejados, huidas por los canales, citas nocturnas, batallas con las momias, momentos de auténtico terror y algún que otro contendiente en el campo de batalla.
Alguna vez henos seguido pautas marcadas por otros comentaristas y ahora vamos a seguir más que nunca la reseña que Uribe pidió en su día a Lara, porque lo hizo de forma que no sabríamos mejorar. A quien se le pregunte por Alfredo Lara López, con tienda abierta al público en su domicilio madrileño de Goya 99, empezará por decir que es una buena persona. Coleccionista de novelas de aventuras, especialista en literatura juvenil, es crítico valioso por sus conocimientos y sensibilidad.
Merle encuentra a Serafín, un antiguo ladronzuelo que tiene ya diecisiete años y conoce cada recoveco de Venecia. Pero cuando empieza a surgir el amor entre ellos llega la separación. La muchacha ha de huir, llevando consigo un frasco de cristal que contiene el espíritu de la Reina. Junipa, ciega de nacimiento, recupera la vista gracias a unos cristales que ha colocado en sus ojos Arcimboldo, lo que provoca que el comprador de los espejos, el gobernante del submundo, pretenda que se la entreguen.
Con lo que entramos en el segundo tomo, cuya acción nos conduce a un universo subterráneo. Mientras en Venecia sirenas y ladrones, esfinges y hechiceros persisten en que sólo Merle puede cambiar el destino de la ciudad, ésta, a lomos de un león alado de piedra, desciende por abismos de kilómetros de profundidad hacia el Reino de la Luz de Piedra, un infierno en una versión que poco tiene que ver con la cristiana, un submundo habitado por monstruos que gobierna el profesor Burbridge, un científico un poco loco que se hace llamar El Señor de la Luz.
En el tercer tomo Venecia ha sucumbido a la ofensiva de los guerreros momia y Merle y la Reina de la Laguna parten hacia Egipto, que yace sepultado bajo una gruesa capa de nieve y apenas guarda relación con el lugar histórico, si no fuera por las pirámides que siguen en pie. Allí, en la fortaleza del Mago de la Esfinge, brujos y sacerdotes de Horus, viejos dioses y nuevos tiranos se enzarzan en una batalla decisiva. Merle desea conocer el paradero de sus padres, de los que guarda como único recuerdo un cristal cuya luna se vuelve líquida y le deja tomar a su través una mano cálida que la reconforta, aunque nada la prepara para el misterioso descubrimiento de su origen.
Los héroes -heroínas- de la novela son indudablemente Merle y Junipa que, con respecto a otras ucronías protagonizadas por adolescentes, para nada se asemejan a los heinlenboys de los crosstimers de Turtledove ni a los Simon y Brad de La bola de fuego de John Christopher. Otros personajes sugestivos son el humano capitán pirata Rinaldo Bonifacio Sergio Romulus Calvino, que gobierna una increíble nave submarina, la bellísima mujer esfinge semihumana Lalapeja y los nada humanos espectros que viven en los espejos, aunque sobre todos se yergue la figura impar del león de obsidiana viviente Verminthrax, el amigo y protector de Merle.

Kai Meyer
El autor, el alemán Kai Meyer es testimonio de que la literatura juvenil de fantasía va dejando de ser patrimonio casi exclusivo de la cultura anglosajona. Aunque el elemento fantástico está muy presente en esta literatura -la contemporánea y la previa- de escritores tanto anglosajones como de otras lenguas de Europa, lo cierto es que los germanos están disputando a los británicos el campo específico de la creación de «mundos completos». Desde que Michael Ende tocó el cielo con su Historia interminable, austriacos y alemanes compiten con los anglosajones en las colecciones de literatura juvenil de corte fantástico con éxito creciente, y ahí están Kathe Recheis, Christa Köning, Wolfgang y Heike Hohlbein, Cornelia Funke, Ralf Isau y el propio Kai Meyer.
A pesar de ser un escritor joven, nacido en 1969, su producción supera ya el medio centenar de novelas, a lo que habría que sumar su intervención en el mundo del cómic, la redacción de guiones para televisión y su participación en la creación del juego de rol Engel -en su versión anglosajona White Wolf-. Empezó trabajando en prensa hasta que, a partir de 1995, decidió consagrarse por entero a su carrera literaria. Simultanea la literatura juvenil, la young adults literature, con libros para el público realmente adulto.
Su auténtica especialidad es la creación de novelas de ambientación histórica dotadas de un fuerte contenido fantástico, en una mezcla de ucronía y fantasía que es todo un género en sí misma. Puede que la cosa empezara con leves toques de manos de escritores que gustaron de adornar sus evocaciones realistas con sutiles pinceladas de magia subjetiva, donde estarían Mary Renault o Mika Waltari, y puede que después llegaran gentes como Thomas Burnett Swann o Gore Vidal. Un poquito de ucronía steampunk, un toquecito quizá de Brian Stableford y Gene Wolfe y, desde hace ya algunos años, la Fantasía Histórica es todo un apartado. Incluso hay algún precedente notable de ambientación veneciana, como el Malazia Tapestry de Brian Aldiss.
Siguiendo con Kai Meyer, cuando se escrbieron estas líneas, tenía ya siete novelas traducidas en nuestro país, aunque su repercusión no haya sido demasiada. Tras el éxito del Harry Potter de Rowling, de la soberbia trilogía de La Materia Oscura de Philip Pullman, de la serie de Narnia y de algún título más, la avalancha de novedades juveniles a la búsqueda de emular gozosas recaudaciones es capaz de hundir las más resistentes estanterías del mercado. Es difícil entresacar las indudables joyas que, entremezcladas con las que no lo son, han estado viendo la luz. Desde que Rowling demostró que se podía editar un libro infantil en tapa dura y venderlo a más de 15 euros, es no ya difícil, sino imposible, y además caro.
La fantasía tradicional anglosajona -reiteramos-, aromatizada con nostalgias de infancia, triunfa en cines y librerías y, reelaborada en nuestro presente, hace recuperar a los padres las esperanzas de que sus hijos lean: es la que tiene éxito y la que se ve. Pero, entre tanto, sigue produciéndose fantasía y ciencia ficción juveniles, que pueden ser ucrónicas, desde tradiciones culturales y parámetros muy distintos. Estamos de enhorabuena, hay mucho donde elegir.
Tal como se ha dicho, junto con la citada trilogía de La materia oscura de Pullman, esta otra trilogía de La Reina de la Laguna reúne las novelas más complejas y entretenidas de este corpus de nueva literatura fantástica juvenil, no sólo por la diversidad de escenarios y personajes -humanos o sobrenaturales-, sino por el intrincado encadenamiento de sucesos.
© 2011 Augusto Uribe y Alfred Ahlmann
Meyer, Kai. La Reina de la Laguna (Die Fliessende Königin, 2001), La luz de piedra (Das Glaserne Wort, 2002), La palabra de cristal(Das Steinerne Licht, 2002), Barcelona, Eds. B, La Escritura Desatada, 2003-04, trad. Luis Serra Huerva, tapa dura, 237 + 281 + 335 pp.
Augusto Uribe es doctor en una ingeniería, periodista y tiene otros estudios; ya jubilado, es presidente de una sociedad de estudios financieros. Ha ganado varios premios Ignotus y ha publicado en libros y revistas como el antiguo BEM o Nueva Dimensión, que lo tuvo por su primer colaborador.
Alfred Ahlmann, director de la misión arqueológica española en Turquía, es doctor en Historia, profesor universitario en España e imparte clases en algunas universidades extranjeras: domina varias lenguas. Además de numerosos trabajos profesionales, ha publicado también artículos del género.