por Joan Antoni Fernàndez
Decía el gran Cervantes que nunca segundas partes fueron buenas. Luego, tras quedarse tan pancho, el hombre escribió las nuevas andanzas del Quijote, llegando casi a superar la calidad de su primera entrega.
Así pues, ¿en qué quedamos? ¿Y si además pretendemos rizar el rizo, añadiendo terceras y cuartas partes a la obra? Se puede crear una sucesión de secuelas tan larga como su autor desee y el editor considere oportuno. Lo que ahora mismo triunfa en el mercado editorial, lo que vende, son las series. Grandes tiradas compuestas por seis o siete libros como mínimo, donde se desarrollan de forma prolija las percipecias de unos personajes que no acostumbran a evolucionar. Historias dilatadas hasta la saciedad, las cuales suelen retorcerse y languidecer mientras haya potenciales seguidores que las sigan comprando… y su margen de ventas sea aceptable.
Pero no conviene generalizar en exceso, existen diferentes clases de series. Un buen autor será capaz de crear excelentes historias, a la vez largas y complejas, pero también consistentes y atractivas. Dentro de los géneros de fantasía y ciencia ficción existen numerosos ejemplos de calidad, como pueden ser El Señor de los Anillos, Hyperion, Los Príncipes Demonio o Juego de Tronos. Aunque por desgracia suelen abundar series bastante más pedestres, como la que estamos pensando ahora mismo y cuyo título no señalaremos por discreción…
Partiendo de semejante premisa, llega a las librerías un nuevo tomo de la serie El Omniverso y la Rosa, de la escritora Kay Kenyon. Se titula La ciudad sin límites, tercera entrega de tan interesante colección; y ahí radica el detalle. No se trata del principio ni del final de la aventura, narra un simple tramo en la sucesión de un número todavía impreciso de novelas. No existe en el presente libro planteamiento ni desenlace propiamente dichos, tan sólo nos muestra una parte del nudo, un nudo gordiano casi imposible de deshacer.
Los personajes principales de la trama ya nos fueron presentados con anterioridad, tienen sus objetivos prefijados de antemano. De hecho, partieron hacia la aventura un par de obras antes, por lo que se limitan a transitar por la presente narración sin llegar a destino alguno. Nada de lo que les acontezca en el transcurso de la novela será definitivo, todavía hay mucha tela que cortar.
Debo advertir que leer La ciudad sin límites sin haber leído con anterioridad Un destello en el cielo y Un mundo demasiado próximo es como entrar en el cine a media película; uno no se entera de casi nada. Es lo malo que tienen la mayoría de series, o se siguen todas por riguroso orden, o no vale la pena el esfuerzo. En unos momentos en los que se lee tan poco, no sé hasta qué punto resulta una estrategia editorial inteligente publicar series que requieran un esfuerzo añadido. Al tener que seguir el hilo del relato de un libro a otro, el posible número de lectores disminuye con rapidez y muchos desertarán por el camino. Además, casi nadie se añadirá a mitad de la colección. O te enganchas a la historia desde el principio, o pasas de ella por completo.
No obstante, si al igual que yo, el lector ha tenido la suerte de zambullirse en las novelas anteriores, sin duda disfrutará con la lectura de La ciudad sin límites. Lo cierto es que Kay Kenyon se desenvuelve con buen oficio y sabe desarrollar la trama de forma amena, a la vez que conforma un escenario exótico, de categoría. El Omniverso es una excelente creación que atrapa al lector en su inmensa grandeza. Lo mejor de la obra radica en ese fastuoso decorado por el que se mueven con soltura los personajes, una mezcla muy acertada entre universo onírico y futurista, donde se combinan fantasía y ciencia ficción en armoniosa amalgama.
Tal vez lo más chirriante de la saga radique en su teórico protagonista principal. Lo siento, pero tras verle evolucionar durante tres novelas, Titus Quinn sigue sin convencerme, y a estas alturas dudo que lo consiga. Personaje bastante plano, de cartón piedra, por momentos parece sacado de una sit-com al uso y no logra transmitir la intensidad que requiere su preponderancia en la historia. De hecho, toda la relación entre la disfuncional familia Quinn (ex-esposa, hija despechada que se cree abandonada por su padre, cuñada enamorada), suena a telecomedia barata.
No sé si será porque Kay Kenyon es una mujer, pero sin duda los personajes femeninos poseen mayor complejidad que los masculinos. Éstos se muestran más unidireccionales, llevándose Titus Quinn la palma. Una lástima, pues su falta de carisma lastra por momentos una serie que demuestra gran potencial.
Sin duda uno de los puntos fuertes de la historia radica en la habilidad con la que la autora sabe transitar entre la fantasía del multiracial Omniverso y la más cercana Rosa, una sociedad humana reconocible y con toques futuristas. Siguiendo dos tramas paralelas, habilmente entrelazadas entre sí, somos abducidos tanto por la magnificencia de un lugar repleto de fantasía como por la lucha en la sombra de una sociedad tecnificada y enferma, fiel reflejo de la actual.
Personajes bien desarrollados como la bella Ji Anzi o la mujer santa Zhiya cautivarán al lector, pero son Helice Maki o Lamar Gelde quienes se revelarán más atractivos, repletos de matices intensos que los hacen fascinantes. Igual que los ominosos lores tarig, una gran creación de Kenyon que da sustancia y misterio al relato. En cuestión de personalidades, sin duda los malos ganan por goleada.
Como detalle anecdótico, señalar que la novela se halla dividida en cinco partes algo esquivas. Y es que el lector se sorprende cuando, tras leer la cuarta parte, titulada “El Ojo del Dragón”, vuelve a encontrarse con idéntica numeración, esta vez bajo el título de “El lord Durmiente”. Misterios del Omniverso, o del impresor.
Novela correcta y entretenida, y aquí radica su esclavitud, no puede ni debe ser leída de forma independiente al resto de la colección. Se trata de una obra de transición hacia lo que ha de ser el final apoteósico de la serie, por lo que contiene buenos momentos, a la vez que sigue profundizando en un universo asombroso. Que esta serie deje huella indeleble en el lector, rompiendo moldes dentro del género, dependerá de cómo continúe en su desarrollo.
De momento, como en los seriales de antaño, sólo podemos añadir una palabra:
Continuará…
© 2011 Joan Antoni Fernàndez para BEM on Line
Titulo original: La ciudad sin límites (City Without End)
Autor: Kay Kenyon
Traducción: Alvaro Sánchez-Elvira Carrillo
Fecha de publicación: mayo de 2011
Formato: 23 x 15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 352
PVP: 20,95 €.
ISBN: 978-84-9800-691-9
Colección: SOLARIS FICCION Nº: 152
Texto de la contraportada
En el Omniverso, Titus Quinn ha forjado una endeble paz con los lores tarig.
La capacidad destructora del arma nanotecnológica que tiene en su poder garantiza que la tensión disminuya, pero todo es una farsa. Quinn ha arrojado el arma a las aguas del Próximo, y al hacerlo ha allanado el camino para un enemigo que no preveía: las gentes de la Rosa.
Un pequeño equipo liderado por Helice Maki está decidido a apoderarse del Omniverso y dejar la Tierra sumida en el caos. La transformación de la Tierra comenzará en las profundidades de un desierto, y arrasará las vidas de sus habitantes.
Es, sin duda, la conspiración definitiva.