por Joan Antoni Fernàndez
El lector avezado en obras de terror sin duda conocerá la Línea Z de Dolmen Editorial. Se trata de una amplia serie de libros con un único denominador común: los zombis. Aprovechando el tirón comercial que entre el gran público despiertan los muertos vivientes, esta editorial mallorquina ha sacado al mercado una nutrida selección de dicha temática, tanto en obras nacionales como extranjeras. Y todo ello a través de enfoques diferentes, sorpresivos, mostrando incluso una buena dosis de originalidad.
Un servidor reconoce su estupefacción al toparse con títulos tan apabullantes como Quijote Z, Diario de un zombi o el inclasificable Manual de combate zombi (guía para combatir a los muertos vivientes). Todo un surtido variado, con un punto delirante y divertido para evitar que caigamos en la monotonía. El resultado sin duda hará las delicias de los entusiastas devoradores del género.La obra que nos ocupa, El susurro de las flores marchitas, no desentona en semejante conjunto. Es más, posee ciertos atributos que la hacen destacar con luz propia. Escrita al alimón por José Miguel Cuesta Puertes y José Rubio Sánchez, una pareja de autores valencianos que al parecer incluso fueron finalistas del premio Planeta, nos presenta una historia interesante que busca salirse del camino trillado. Zombis y vudú se dan de la mano en un cóctel bien mezclado, creando una amalgama en cierta forma inclasificable.
Ya el inicio nos sorprende con un inesperado arranque, destilando un sabor añejo a novela clásica. El primer capítulo comienza con una cita de Robert Louis Stevenson, y en cierta manera resulta muy apropiado, pues la prosa parece adoptar el estilo de tan insigne escritor. En una Irlanda pobre y bien definida, las andanzas del padre de nuestro protagonista poseen el encanto de una novela de aventuras a la vieja usanza. El lector, sumergido en semejante ambiente, casi vislumbrará la figuras del señor de Ballantrae o del propio Dick Turpin asomándose entre sus páginas.
De forma fluida, acción y personaje emigran hacia América. Allí conoceremos a otro personaje vital para la historia, Docelia Marie Lachaise, casi albina, sacerdotisa vudú y reina bruja de Nueva Orleans. De la relación entre estos dos seres tan dispares nacerá Áureo Kavanac, el protagonista principal de la historia. Tras una infancia trágica marcada por la violenta muerte de su madre, que no conviene desvelar a quien todavía no lo haya leído, el joven huye del mundo del vudú. Al cabo de los años acaba malviviendo como detective privado, especializado en casos paranormales.
Presentado con acierto el personaje principal, debemos reconocer que el argumento no resulta especialmente novedoso. Es más, suena a archiconocido, a ya leído con anterioridad. Que Áureo Kavanac sea contratado por una guapa mujer para buscar a su desaparecida hija adolescente, que en la investigación descubra otras desapariciones de chicas jóvenes, que una extraña secta se halle implicada y que un misterioso y elusivo personaje parezca estar moviendo los hilos en la sombra, a estas alturas, francamente no puede sorprender al lector avezado.
Tal vez el aspecto más chirriante de la novela radique en el personaje de Nicholas Matrie, el secretario de Kavanac. Nos es descrito como un joven homosexual, sin duda digno de figurar en una película de los años setenta, dirigida por Mariano Ozores y junto a un casposo Alfredo Landa. Las situaciones que crea y sus diálogos presuntamente jocosos no aportan nada interesante al relato y más bien rompen el ritmo, conformando algunas escenas bastante bufas. Una pena.
Por contra, uno de los puntos fuertes de la novela radica en su fabuloso escenario. Perfectamente engarzada en el relato, la ciudad de Nueva Orleans palpita y se estremece, convirtiéndose en uno de los principales protagonistas de tan turbulenta historia. Cual si fuera un personaje de carne y hueso, asistimos como lectores a su trágico destino, pues en todo momento somos conscientes de estar contemplando los últimos días de una ciudad condenada. La amenaza latente del huracán Katrina late en el fondo de la obra.
Lo cierto es que, tras leer El susurro de las flores marchitas, me he quedado con sensaciones contradictorias. Sin ser una historia apasionante, la fluidez en su escritura y la belleza con que se narran los escenarios saben enganchar al lector. Pero el final parece algo precipitado, decepciona en parte tras las expectativas creadas. En cierta manera resulta como los castillos de fuegos artificiales en las fiestas del pueblo. Uno siempre espera la traca final, pero cuando ésta llega no es tan magnífica como se esperaba, sabe a poco.
Obra correcta y entretenida, sin duda gustará a los amantes del género. ¿De qué género? Gran cuestión, porque esta curiosa novela no puede catalogarse por completo de terror, ni de intriga, ni de fantasía. En sus páginas hay algo de todo. Así pues, tal vez sea mejor asegurar que no disgustará a los amantes de ningún género.
Y eso, en los tiempos que corren, es un gran mérito.
© 2012 Joan Antoni Fernàndez para BEM on Line
El susurro de las flores que se marchitan
Autores: José Miguel Cuesta y José Rubio Sánchez
Fecha de publicación: Julio de 2011
Páginas: 232
PVP: 16,95 €.
ISBN: 978-84-15296-05-8
Sello: Dolmen Books
Edita: Ediciones Dolmen
Texto de la contraportada
«Existe un mundo oculto donde la oscuridad se envuelve de sombras. Un mundo desconocido y apenas sospechado, que se esconde a los ojos de los hombres tras múltiples velos de ignorancia, superstición y rechazo.
A veces te aparta como si fueras algo ponzoñoso y molesto, ajeno a sus intereses, otras te aprisiona como a un insecto en la tela de una araña. Entonces ya no puedes escapar, es demasiado tarde, la oscuridad te inyectará su veneno y, cuando tu interior no sea más que un líquido pastoso, te absorberá la médula y hasta la última gota de sangre».
Con estas palabras empieza El Susurro de las Flores Marchitas. Atrévete a iniciar este peligroso viaje por las oscuras calles de Nueva Orleans, la patria del Vudú, el hogar de hechiceros sin nombre, en la que un detective de lo insólito, Áureo Kavanac, se enfrentará a un mundo situado en la misma línea que separa la realidad de la magia, un mundo entre la vida y la muerte, entre la razón y la locura. Un mundo en que deberá enfrentarse a sí mismo, a sus miedos, sabiendo que si no vence en esa lucha, el destino que le aguarda será mucho peor que la muerte, ya que no está en juego solo su vida, sino su propia alma.