Resulta que cuando yo era chico se mudó este tipo al barrio La Bandarra de Villa Jalfmún, a la casa que llamábamos “La Juaquina”. Y la llamábamos así principalmente porque sobre su entrada tenía escrito “La Juaquina” en relieve. Supongo que ese sería el nombre de la casa, si no para qué se lo habrían puesto sobre la entrada, ¿no?
Un tipo raro era el tipo que se había mudado a “La Juaquina”: flaco, bizco y con un ojo más alto que el otro, una palidez verdosa en su piel, pelo grasoso, una cicatriz en el lado izquierdo, medio rengo. Y no saludaba, nunca saludaba.
Creo que eso fue lo que más les molestó a la gente del barrio, que no saludaba a nadie. Tampoco hablaba, sólo silbaba, me acuerdo que siempre silbaba lo mismo, una canción que nadie conocía. Tal vez eso también les molestaba a los vecinos, que el tipo silbaba una canción que nadie conocía.
También que se la pasaba casi todo el santo día encerrado en la casa, con las persianas bajas y las luces apagadas. Eso también le molestaba a los vecinos.
Y que se escuchaban ruidos, como si estuviera construyendo algo.
Así que los vecinos empezaron a murmurar. Y después de murmurar, siguieron hablando en voz alta y, finalmente, a gritar hasta quedarse roncos.
—Algo oculta este tipo.
—Algo nos oculta este tipo
—Es un tipo raro.
—Muy raro.
—Y se la pasa todo el día construyendo algo.
—Sí, pero qué, qué
—¿Qué es lo que está construyendo?
—Eso, ¿qué es lo que está construyendo ese tipo?
—No lo sé, pero sé que recibe mucha correspondencia, aunque no tiene amigos.
—Ni parientes, por lo que me han comentado.
—Mi nene vio que tiene una botella de veneno debajo de la pileta del lavadero.
—El mío me comentó que tiene formol como para embalsamar un caballo.
—¿Y qué opinan de todos esos paquetes que manda por correo privado?
—¿Alguien sabe qué es lo que está construyendo?
—No, pero me comentaron que patea para el otro lado.
—¿Le parece?
—Lo que es seguro es que anda en algo raro.
—Muy raro.
—Dicen que tiene una ex esposa en Santa Gregoria de los Cardales.
—Dicen que estuvo preso por matar a un hombre.
—Dicen que era ejecutivo de una multinacional pero tuvo un ‘problemita’ con una menor y lo rajaron.
—¿Qué me dicen de todas esas revistas que recibe por suscripción?
—¿Y qué es lo que está construyendo ahí dentro?
—No lo sé, pero por las noches se escuchan gemidos que salen de su habitación.
—Y la otra noche estaba en el techo, haciendo señales con una linterna.
—¿En serio?
—En serio.
—En algo raro anda.
—Obviamente, en algo raro anda.
—No nos podemos quedar con los brazos cruzados.
—No, no podemos.
Creo que mi viejo, y el viejo de Fito, y el Tano Donato, o el marido de la Keti, tiraron abajo la puerta de la casa, y el Enri el que le partió la cabeza contra la pared, y la Mónica la que le reventó los ojos con las uñas, y el Moncho el que le quebró la columna con un caño, no me acuerdo si fue la Peluquera o la Gordita de la Despensa la que le cortó los huevos, pero seguro que la que le arrancó los chinchulines fue Doña Encarnación y que la Pirucha fue la que hizo morcillas con su sangre. Y nosotros, los pibes, mientras tanto, nos afanábamos todo lo que el tipo tenía, y el que no podía robar algo se ponía a cagar en el parquet o meaba en los enchufes o rompía las bombitas. Después nos hicimos un asado con el tipo, pero no alcanzó para todos así que tuvimos que salir a cazar algunos linyeras por las vías.
Pero nunca supimos quién era el tipo ni qué estaba construyendo.
Probablemente relojes cucús, porque nos afanamos cantidades. Pero entre el saqueo y el incendio que inició la Keti cuando se puso en pedo, nunca pudimos enterarnos bien quién era el tipo ni qué era lo que construía.
Tampoco nos importó no saberlo, y eso fue lo más raro.
© Saurio 2012
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Saurio nació en Buenos Aires en 1965. Principalmente es escritor, pero también pintor, monologuista, historietista, músico, comunicólogo, redactor publicitario, diseñador gráfico, webmaster, traductor, periodista cultural y habilidoso genérico en cualquier cosa que requiera mucho trabajo intelectual y nulo esfuerzo físico.
Entre otras cosas codirije, junto a Leonardo Longhi, La Idea Fija, mantiene un blog escéptico-literario llamado Las Armas del Reino II y dibuja y guiona el webcomic Cartoneros del espacio. En 2010 vio la luz su libro de cuentos Más sería vicio, editado por Andrómeda de Buenos Aires
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