por Xavier Riesco Riquelme
La fantasía moderna ha generado o adoptado de varias fuentes varios arquetipos antiheroicos. Entre ellos, uno de los más populares es el del asesino, la variante hosca y homicida del bribón cuya presencia es rastreable desde hace años en diferentes obras y medios, desde Mundodisco a Malaz pasando por Robin Hobb y su serie de título referencial o por las andanzas digitales de Altair o Ezio. Runas, la colección de Alianza Editorial edita este libro de Jon Sprunk centrado precisamente en esta figura: la de un asesino en una ciudad repleta de intrigas y conspiraciones, el eficiente eliminador que sin embargo guarda en su distante y emocionalmente contenido interior un módico de decencia, valentía y todas esas cosas…
El personaje de Sprunk se llama Caim, lo que parece una referencia al primer homicida bíblico, y lleva a cabo su actividad en una especie de Roma renacentista y teocrática, codeándose con aspirantes a revolucionarios, taberneros y rivales de negocios, como era de esperar. Hay un par de cosas curiosas, por no decir desconcertantes, sobre la figura de Caim: aparte de su habilidad con puñales y demás accesorios productores de occisos, este asesino está agraciado con algún poder extraído de las sombras (y que detesta y le causa mucho dolor) y también viene acompañado de un espíritu que sólo él puede ver y oír… espíritu de carácter feérico que en un curioso intento de intertextualidad sin mayor gracia tiene el comportamiento y los modos exactos de la campanilla de Peter Pan (exceptuando que esta habla).
Caim es hosco porque el mundo lo ha hecho así (asesinato de la familia, persecuciones varias) y la historia en particular arranca con un encargo que se ve de antemano que está amañado para tenderle una trampa al héroe renuente, que tendrá que apechugar con una cábala de conspiradores, una joven aristócrata que lo cree responsable de la muerte de su padre, rivales celosos y traiciones varias mientras sus enemigos gestan planes y efectúan maniobras a cada cual más tonta, sólo porque tiene que haber algo de enfrentamiento. Josie, la joven aristócrata de papel incierto, parece, simplemente, una princesa Disney y no pasan veinte páginas de los “¡tú mataste a mi padre!” a escenas que describen de atracción fatal entre los jóvenes y hermosos chorlitos, que para eso están en la historia. Hasta los tópicos de “lo nuestro es imposible, tú princesa y yo plebeyo” terminan por aparecer tarde o temprano. Por no hablar de los malos, cuyas metas, habilidades ingenio y personalidad parecen sacadas también del saco de los tópicos surtidos. Se podrían sustituir por hámsteres con mala leche que el libro seguiría teniendo la misma intensidad. Vamos, tirando a baja o ninguna. De hecho, este libro puede jactarse de tener la escena de violación menos conmovedora de la literatura moderna: rutinaria, pero no de un modo naturalista, sino simplemente inepta porque se supone que debe impactar al lector.

Jon Sprunk
Por supuesto, se puede argumentar que el pretendido público de la novela es juvenil, un hecho demostrable por la cita de Charlaine Harris de la portada, pero esa nunca sería justificación para esta historia tan ramplona. En fin: Caim y Josie avanzan por la trama usando el gran motor de topicazos como fuerza motriz (“¡Oh, en realidad tú eres…!” “¡Oh, entonces en realidad soy…!” hasta llegar al remate final del “Yo maté a tu padre. Y al tuyo también, ya que estamos”). Y desgraciadamente, no hay ni rastro de ironía en todo el asunto, sólo revelaciones poco sorprendentes, magias inanes y personajes malvados sin un mínimo ápice de chispa.
Lo curioso es que la elección de este libro por parte de Runas choca con el buen criterio anterior de esta colección: La Conspiración del Lobo Rojo de Reddick, por ejemplo comparte la intención juvenil de este Hijo de la Sombra pero sale cien mil veces más airoso de su batalla. Lo mismo para Las Mentiras de Locke Lamora de Lynch. Por no hablar de las brutalmente adultas y brillantemente cínicas obras de Joe Abercrombie en su serie de la Primera Ley o La Mejor Venganza.
Para terminar, otra apreciación personal: la traducción y la edición tienen algún que otro detalle poco pulido, como algún laísmo (pero nada comparado con las ediciones de Abercrombie), algún que otro término discutible (“adoradores ancestrales” sería más bien “culto a los antepasados” en el contexto en que se dice, probablemente por “ancestor worshippers”) y lo chocante de que determinados nombres (topónimos, calles, plazas, etc.) estén traducidos mientras que otros quedan en inglés.
© 2012 Xavier Riesco Riquelme para BEM on Line
El hijo de la sombra, de Jon Sprunk (Shadow’s Son; 2010). Alianza Editorial, col. Runas. Madrid, octubre de 2011. Traducción de Dimitri Fernández Brovoski. ISBN 978-84-206-6389-0. 320 páginas, 19,50 euros.
Contraportada
La traición y la corrupción acechan en cada calle de la ciudad sagrada de Othir, el lugar ideal para un asesino a sueldo como Caim hasta que un día un trabajo inesperado pero aparentemente rutinario le arroja al centro de una siniestra trama.
Enfrentado a asesinos rivales, a leguleyos corruptos y a la magia más tenebrosa, sólo cuenta con dos aliados: un espíritu que sólo él puede ver y la hija de su última víctima.
Para salvar su piel y desentrañar la conspiración que parte del centro mismo del imperio, tendrá que utilizar sus puñales y su instinto, y reclamar su herencia como Hijo de la Sombra…