por Joan Manel Ortiz
Tras unos meses -seguramente demasiados- de descanso después de la decepción que supuso para mí Los siglos perdidos, retomé con ánimos renovados la lectura de la serie de las Crónicas de la Federación de Santyago Moro, cuyo segundo volumen me dejó un sabor agridulce, tal y como ya expresé en mi reseña.

Aquí estamos, pues, ante el tercer libro de Moro y nos reencontramos con la tripulación de la Mercurio, con Igor Casis a su mando como de costumbre, secundado por todo el elenco de personajes secundarios que le acompañan por sus aventuras galácticas. En esta ocasión tienen como misión escoltar y proteger al embajador Darcosi en su toma de posesión de la embajada de la Federación en el planeta Wénder y ayudarle en sus gestiones para evitar que caigan en manos del Imperio. Los habitantes de Wénder, los wendelitas, no tienen nada de humanos, aunque pueden comunicarse sin problemas con ellos, y con una idiosincrasia bastante particular, pero nada que parezca demasiado difícil de superar. Conocedores de su valor estratégico, afirman no desear pertenecer a la Federación pero al mismo tiempo tontean con el Imperio Neomasiano y la Alianza. La inminente apertura de una Puerta Estelar en sus cercanías, que les situará dentro de las rutas comerciales conocidas, les hacen un objetivo demasiado valioso para dejar que los rivales adquieran ventaja en las relaciones comerciales con ellos. Para acabar de arreglarlo, Wénder está a punto de declarar la guerra a su vecino Wésdar, con quienes comparten religión, a causa, aparentemente, de unas disputas sobre unas ruinas sagradas. Todo se complicará sobremanera con el asesinato del Patriarca, del que los terrestres serán acusados directamente.
Para comenzar, y tal y como se puede deducir por lo que he contado, la línea argumental de este tercer libro es bastante ambiciosa y Moro la exprime imprimiendo un alto ritmo, digno heredero de las mejores space operas al uso. La trama -sigo echando en falta alguna subtrama que permita una visión más global y dimensione aún más los personajes- se va complicando poco a poco y el lector no puede dejar de leer, lo cual dice mucho de los méritos del autor. Estamos de acuerdo en que Moro no posee un estilo literario depurado y es muy deudor de los bolsilibros, cuya calidad en ese sentido dejaba bastante que desear, pero así y todo, Embajada federal promete un buen rato en planetas exóticos, acción en abundancia y no falla en su cometido.
En este libro destaca especialmente la descripción del factor alienígena. La raza de los habitantes del planeta nos es desvelada con precisión y convicción y, lo mejor de todo, de forma plausible. Nos los creemos y eso ayuda y mucho al argumento en general. Lástima que lastre el libro, una vez más, algunas escenas excesivamente ñoñas para nuestros días. Entiendo que el autor intenta imitar el estilo de las novelas de los años sesenta pero creo que estos cuadros no aportan nada y lo único que hacen es bajar el nivel de calidad y provocar alguna sonrisa. Pero bueno, incluso con algunos defectos, debo reconocer que ha sido el libro de la serie con el que más me he distraído y espero poder seguir haciéndolo en breve con los siguientes.

Respecto a la edición del libro en sí, hay que tener presente que Embajada federal es una autoedición (Santyago Moro es, precisamente, el autor de un interesante artículo sobre el tema) y aunque en su interior me he encontrado alguna que otra erratilla (hay otras editoriales «profesionales» que cometen más, eso lo sabemos todos los que leemos), en líneas generales, la presentación es muy digna y la portada, obra del mismo autor, llamativa. Lástima que el cuerpo de letra sea tan minúsculo como el de su predecesora, algo que supongo viene motivado por querer ahorrar páginas y costes pero que, como dice el lema del tabaco, puede perjudicar seriamente la vista.
En síntesis: una buena novela de aventuras espaciales. No creo que pretendiera tampoco ser nada más.
(c) 2012 Joan Manel Ortiz para BEM on Line
Embajada federal, de Santyago Moro. Crónicas de la Federación III. Autoedición. Portada de S. Moro. Galapagar 2008. 188 páginas. 14,25 euros.
Texto de la contraportada
La tripulación del Mercurio es la elegida para acompañar y proteger al embajador Darcosi por orden directa de uno de los miembros más influyentes del Senado Federal. El sistema de destino será Wénder, un sector al borde de la guerra en el que la Alianza de Estados y el Imperio Neomasiano han puesto sus ojos. Con el telón de fondo del futuro que les fue desvelado en Los Siglos Perdidos, que auguraba el ocaso de la Federación de Estados, habrán de enfrentarse a un descubrimiento para el que puede que ninguna raza conocida esté preparada….