INSOMNIA: RELATOS PARA NO DORMIR, selecc. de J.E. Álamo

por  Joan Antoni Fernàndez

Hace ya tiempo que la literatura de Ciencia Ficción sufrió una terrible escisión, generando dos corrientes alternativas. Por un lado surgió la pujante Fantasía, a la vez que por el otro cristalizaba el sólido Terror. Más interesante este último en cuanto a resultados, siempre lo he considerado el género con mayor amplitud de registros. Capaz de pivotar entre Ciencia Ficción y Fantasía con enorme desparpajo, pues posee elementos comunes de ambas tendencias, suele ofrecer resultados notables en sus historias. Tal vez por ello, cuenta entre sus filas con excelentes escritores.

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No es de extrañar que el Grupo AJEC nos ofrezca, bajo el título de INSOMNIA: RELATOS PARA NO DORMIR, una interesante antología de relatos de Terror. Se trata de un compendio de la mejor prosa autóctona dentro del género, con una lista de autores genuina pata negra. Y es que la Asociación Española de Escritores de Terror (NOCTE) aglutina en su seno un grupo de grandes narradores, capaces de ofrecernos un recorrido único a través de temas y estilos sugerentes. Contando con la complicidad del editor Raúl Gonzálvez, el escritor y traductor J. E. Álamo ha seleccionado para la ocasión trece relatos con pedigrí. Las obras incluidas en el presente volumen son destacadas, pues todas ellas han sido resaltadas por jurados y editores del panorama nacional, siendo galardonadas, nominadas o seleccionadas en distintos premios y convocatorias.

Este libro nos permite hacer balance sobre el actual estado de salud que goza el género de Terror en España. Y todo ello de la mano de auténticos maestros. Tal vez no estén todos los que son, pero sin duda son todos los que están. Detalle curioso: la mayoría de ellos son de origen aragonés o valenciano. Haber nacido en Zaragoza, Valencia, Huesca o Castellón, vivir en dichas ciudades, ¿acaso es un plus que posibilita ser un buen escritor en el género? Ante pruebas tan evidentes, y salvo honrosas excepciones, estoy por aceptar el hecho.

Pero vayamos al meollo del asunto. Tras una portada impactante a cargo de Igor Siwanowicz, el libro empieza con un prólogo excelente de Juan Ángel Laguna Edroso, actual presidente de NOCTE. Con acierto y maestría, sabe presentar la obra al tiempo que prepara el terreno para que deseemos sumergirnos en los relatos que la componen. Nos impele a seguir pasando las páginas, espoleados por su descripción de lo que nos aguarda. Buen comienzo.

El primer relato se titula «Bola de mierda» y está escrito por Emilio Bueso. Con un estilo ágil y directo, nos ofrece una historia de perdedores explicada en primera persona. Narración con tintes costumbristas, se lee de carrerilla y casi conteniendo el aliento. Detalles geniales, como el billete de aparcamiento antiguo o el caminar hacia atrás del Abuelo Cangrejo, van introduciendo lo perturbador en lo cotidiano. El personaje principal se halla tan bien trazado en su sordidez que no despierta simpatías. Curioso que nos importe muy poco su terrible destino final, aunque anhelamos saber qué le va a pasar y por qué. Muy buen pulso narrativo en manos de un maestro.

Redoble de tambores: hace su aparición David Jasso. Confieso mi querencia por este escritor, así que es lógico que me entusiasme ante su relato «La noche de la sangre». Con su habitual dominio escénico consigue lo que muy pocos logran: conjugar sin que chirríe el horror con la fantasía. El relato de necrótopos entre la noche, de sacrificios con víctimas e insospechados verdugos, sin duda atrapa al lector. Son cinco escasas páginas, pero su intensidad es elevada. Logra que la narración, aunque exótica, suene a real y sea perturbadora. En resumen, y sin quitarle méritos a la historia, aquí queda demostrado que a veces es más importante cómo se cuenta que lo que se está contando.

Sigue otra obra de lo más interesante: «La Apertura Slagar», escrita a medias entre Santiago Eximeno y Alfredo Álamo. Al parecer, se trata de un relato inacabado que el segundo colgó en su web y que el primero acabó, aunque más tarde rehicieron entre ambos lo escrito. Ciertamente, la colaboración ha sido de lo más fructífera y el resultado final, espléndido. Aquí, en medio de unas curiosas pesquisas policiales, tenemos una muestra de terrorífica mala leche. Un sentido del humor muy negro lo preside todo y crea un relato absorbente, donde jugar al ajedrez puede ser mortal. Apasionante, sigue dejando en alto el listón.

En toda antología de relatos de terror que se precie debe haber un homenaje a Lovecraft. En este tomo el honor le corresponde a Sergio Mars, con su historia «Yamata-No-Orochi». Tal vez el autor peque de pretender demasiado, pues en ocasiones no transmite toda la inquietud del Gran Maestro. No obstante, la historia de una exploración submarina en simas abisales cercanas al Japón sabe cautivar al lector. Con ritmo creciente, asistimos al despertar de algo perturbador y arcano en las profundidades, sentimos una llamada hacia lugares insondables, nos estremecemos ante la presunta placidez de un mar plano y a la vez ominoso, notamos la angustia del protagonista, escindido entre su miedo y la atracción hacia lo desconocido. Sin duda estamos ante un narrador de primera, pues su estilo sabe crear un ambiente de gran desasosiego, nos atrapa y nos arrastra con su prosa hacia esa palpitante oscuridad.

El siguiente relato es otro latido corto e intenso. Se titula «Schlitze», de Javier Quevedo Puchal, y es un claro homenaje al film de 1932 La parada de los monstruos de Tod Browning. No obstante, aquí el autor va más allá y nos sorprende al darle la vuelta como a un calcetín a uno de los personajes más entrañables, el microcefálico Schlitze. Hemos de decir que muchas veces menos es más, por lo que en las escasas cuatro páginas que dura el relato se esconde una historia de gran intensidad, con todos los elementos adecuados. Circo tenebroso, seres deformes, una pasión insana, hasta un número de magia cuyo truco final resulta el apoteosis del relato. Una pirueta entre irónica y escalofriante, una pequeña maravilla de concisión que funciona con eficacia.

Seguimos con los homenajes cinematográficos. La siguiente historia, «Hacia el sur», de Juan de Dios Garduño, parte de una gran novela, o de su versión cinematográfica, The Road (la carretera), del escritor estadounidense Cormac McCarthy. Aquí se nos ofrece un final diferente, todavía más tétrico y opresivo que el original, lo cual ya es decir mucho. Si algo destaca  en el relato es la desesperanza total que mueve a sus personajes, en quienes todo atisbo de bondad ha desaparecido en su lucha por la supervivencia. Simple ejercicio de estilo, digno de un taller literario, se salva por la técnica y el oficio de su autor. Sin duda saber que es una variante de la obra del autor de No es país para viejos hace su lectura más agradable y se agradece el guiño hacia el lector.

Interesante reto de estilo en el siguiente relato. «El contador de personas», de Roberto Malo, nos sorprende con una historia en primera persona sobre un personaje que se dedica a contar los espectadores que entran en una sala de cine, evitando que la empresa engañe a la productora y declare menos ingresos. Así, mientras va contando a la gente que entra, nos explica su vida, la cual se muestra bastante anodina. Sólo el brusco giro final nos arranca de súbito del relato costumbrista que se ha ido desgranando con placidez. Un final al que hemos llegado sin la ayuda de un solo punto y aparte, casi asfixiados ante tan enorme parrafada. Pero es que nos había subyugado ese estilo sarcástico, casi corrosivo, marca del autor.

El escritor Pedro Escudero nos presenta un divertimento con su historia «Todo es empezar». El primer día de trabajo en el cementerio presenta para el protagonista sorpresas inesperadas. No todo el mundo está capacitado para desempeñar las funciones que el puesto requiere. Es un cometido que deja huella, como pronto descubrirá el personaje. Agradable de leer y divertido, pese a estar en una antología de terror se acaba con una sonrisa. Oxigenante.

De nuevo la mezcolanza entre historia policial y terror da sus buenos frutos. En «Comer», de Óscar Bribián, asistimos a la patrulla nocturna de una pareja de policías, Eva y Eduardo. Tras contestar un aviso sobre ciertos gritos en una vivienda abandonada, el horror entrará de forma imparable en sus vidas. El autor narra con habilidad el procedimiento policial, introduciendo los elementos de terror poco a poco, haciéndolos más perturbadores. Un dato que me ha parecido genial es la habilidad con la que el autor va desplazando el protagonismo del personaje masculino al femenino, haciéndola más vulnerable y creando mayor inquietud. Relato bien trenzado, con una atmósfera malsana que va in crescendo, el lector aguarda en tensión hasta un final intuido.

El siguiente relato se titula «Sed», de Fermín Moreno González. La historia resulta una extraña mezcolanza entre la novela Soy leyenda de Richard Matheson y la película 28 días después, pero eso sí, en Zaragoza. La ciudad ha sido puesta en cuarentena tras descubrirse que el agua de sus cañerías es mortal por alguna especia de virus, generando la muerte instantánea de quien la bebe. Nadie puede entrar o salir, y los supervivientes han de ingeniárselas para sobrevivir y no morir de sed. El protagonista nos cuenta sus peripecias, su creciente egoísmo por subsistir a cualquier precio. Interesante y perturbador por lo real que puede ser la conducta humana en una situación tan extrema, tiene un brillante final que le confiere un broche de oro. Espléndido.

Seguimos con «Premiere», de Rubén Sánchez Trigos. El protagonista es un acomodador ciego que ha sido contratado para la proyección de un film alemán maldito, titulado El círculo. Al parecer todos cuantos intervinieron en su realización, tanto técnicos como actores y director, murieron al concluir la película. Las instrucciones del protagonista son muy precisas, pues tras acabar la función deberá quemar la cinta. Claro que cuando comience la proyección y note sus consecuencias, el hombre empezará a pensar que jamás debió aceptar semejante trabajo. Historia bien elaborada que se sigue con fascinación, alimentada por una tensión progresiva. Aparte de ingenioso, su final abierto resulta un toque de atención sobre la condición humana.

Temática parecida nos ofrece «La senda infinita», de José María Tamparillas, pues seguimos sin abandonar las referencias fílmicas. Comienza con la entrevista a un veterano director de cine, donde a través de los recuerdos aflorarán fantasmas del pasado. Poco a poco se irán desgranando los detalles del rodaje de su última gran película, donde el actor protagonista acabó suicidándose. Pero la verdad es más terrible y al final saldrá a la luz. De nuevo el enfoque costumbrista impregna la narración, adornada con diálogos concisos y certeros. Se lee con agrado, presidida por un tono que sabe infundir más desasosiego que terror.

El relato que finaliza esta antología es uno escrito por el propio seleccionador. Se trata de «Secuencia», por supuesto de J. E. Álamo. Aquí nos hallamos ante lo que empieza como una nueva historia con toques de costumbrismo, aunque de forma pausada irá convirtiéndose en una peculiar revisión del día de la marmota de la película Atrapado en el tiempo, pero con más mala leche. El dueño de un bar nos narra la irrupción en su local de un extraño cliente que parece conocer de antemano lo que va a suceder. La historia dará un giro donde aparecerán las más bajas pasiones humanas, en especial la ruindad moral y la venganza. Interesante, te hace llegar al final del libro con satisfacción tras haber disfrutado de una buena lectura.

Como dato complementario, existe un añadido con notas explicativas sobre cada autor y su obra. Tras una somera biografía (no merece desperdicio la de David Jasso, muy en su personal y divertida línea), cada escritor nos cuenta un poco la génesis de sus respectivos relatos. Detalle interesante que se debe valorar, aunque desconozco el motivo por el cual se ha incluido al final del libro y en un orden deshilvanado. Hubiera sido mejor poner cada reseña delante o detrás de su correspondiente relato. ¿A qué es debido semejante confusión? Cosas del editor, se supone.

Por último, cabe resaltar que la presente antología es un compendio de buena literatura. Todos los relatos denotan gran calidad, aunque a mi modo de ver la adjetivación “de Terror” tal vez resulte algo excesiva. Ciertamente el lector queda atrapado y no puede dormir, pero la causa no es el miedo en sí mismo, más bien domina la inquietud. Uno desea saber como acaban las historias, se siente prisionero de una absorbente narrativa, la cual te obliga a devorar las páginas hasta el final.

Lejos de vampiros, zombis y otros caminos trillados, nos encontramos ante un terror autóctono. Los miembros de NOCTE son autores patrios que saben andar por senderos propios, más genuinos y personales. Sus monstruos, seres sobrenaturales y presencias sobrecogedoras tienen un aire más cercano, cada uno de ellos diseccionado bajo distintas perspectivas, pero con miradas próximas a la cultura ibérica. Una gozada que demuestra el buen estado de salud del género en nuestro idioma, donde no faltan excelentes voces para narrar sus logros.

A pesar de estar catalogado como “de Terror”, el libro posee ese punto de especulación tan propio de la buena Ciencia Ficción, así como un sentido de la maravilla digno de la mejor Fantasía. Son relatos que tienden puentes y saben aunar los tres géneros, pues transitan con soltura por cada uno de ellos. ¿Terror? ¿Fantasía oscura? ¿Ciencia Ficción? Qué más da, se trata de excelente literatura. Alegrémonos.
Disfrutémoslo.© 2012 Joan Antoni Fernàndez para BEM on Line

Título: INSOMNIA
Autor:  Selección de J.E. Alamo
Portada: Estudio AJEC
Precio: 12,95 €
Tamaño: 23×16 Cm
Páginas: 204
ISBN: 978-84-15156-40-6
Edición: Marzo de 2012

Texto de la contraportada

En las páginas de Insomnia encontramos necrótopos que se mueven en la oscuridad del Insomniamonte, directores de serie B enfrentados a sus fantasmas, niños torturados que buscan venganza, clientes de bares capaces de ver el futuro, policías sometidos a lo sobrenatural, el enfrentamiento a nuestro propio doble, contadores de personas, acomodadores ciegos para películas imposibles de ver… y mucho más entre las páginas y las palabras de este libro.

Con selección del escritor J.E Álamo (El Enviado, Penitencia, Tom Z. Stone), encontramos autores tan destacados como Emilio Bueso, David Jasso, Santiago Eximeno, Sergio Mars, Javier Quevedo, Alfredo Álamo o Juan de Dios Garduño, que nos ofrecen los mejores relatos para pasar las noches en vela.

Incluye relatos de: Emilio Bueso, David Jasso,Alfredo Álamo y Santiago Eximeno, Sergio Mars, Javier Quevedo Puchal, Juan de Dios Garduño Cuenca,Roberto Malo,Pedro Escudero, Óscar Bribián, Fermín Moreno González, Rubén Sánchez Trigos, José María Tamparillas y J.E. Álamo.

 

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