No puedo presentar a Esteban diciendo que lo conozco desde hace mucho tiempo, no hay “tiempo” suficiente para eso porque nos separa la friolera de 36 años… Pero sí puedo decir que me impresionó lo que escribe desde el primer cuento que me envió para una antología, y desde ese mismo momento inferí que era un joven prometedor, que tenía la energía y el entusiasmo que se necesitan para hacerse oír en el campo literario. Por ese motivo vengo acompañando su evolución y apreciando su crecimiento, algo que me lleva a pensar que hay mucho de Esteban Moscarda en los próximos años y que el libro de microficciones que acaba de terminar es el primero de una larga serie de realizaciones.
Sergio Gaut vel Hartman
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Qué nos puedes decir de tu vida, de tu carrera, de tus proyectos?
Esteban Moscarda: Qué decir de uno, ¿no? En primer lugar creo que conviene de entrada aclarar que no merezco esta entrevista, modestia aparte, pero que estoy muy honrado por otro lado y te agradezco que me hayas pedido esta charla informal. En segundo lugar comenzar por el principio que es por donde se suele empezar. Nací en Buenos Aires hace ya, cómo pasa el tiempo, unos 28 años. Me crie en el barrio de Villa Luro pero creo que fue toda Buenos Aires la que me vio crecer. Mi encuentro con la literatura fue muy temprano, a los 10 años, más o menos, y tuvo que ver con la colección Robin Hood y con los libros de Elige tu propia aventura. Creo que de allí surgió mi gusto por la CF y lo fantástico. En cuanto a la escritura, por esas épocas gustaba de escribir poemas —muy malos por cierto— y algún que otro delirio relacionado con los superhéroes. Al descubrir la ciencia, la física y la cosmología, me enamoré perdidamente del universo y de todas las posibilidades que ofrece.
Sergio Gaut vel Hartman: Pero habrás tenido otras influencias…
Esteban Moscarda: Sí. El siguiente paso fue ver la película Volver al futuro. Desde allí, y luego con The Time Machine, la del 60, los viajes en el tiempo comenzaron a marcarme intelectual y estéticamente. Una fascinación inefable relacionada con las paradojas temporales y la posibilidad de las posibilidades. Un trasfondo metafísico que va más allá de la simple literatura o del cine de ciencia ficción. De allí, obviamente, el salto hacia el concepto de los universos paralelos. En ese sentido creo que El fin de la Eternidad, de Asimov, fue y es central en el desarrollo de mis gustos por dicha temática. También recuerdo un programa de ciencia ficción, que en realidad era muy malo, yo le pondría cinco Esteban Moscardas, pero que tenía un planteo interesante. Sliders se llamaba, “deslizadores”, y relataba las peripecias de cuatro viajeros que surfeaban a través de un puente de gusano por los distintos universos paralelos. Algún que otro texto me inspiró esa serie. Sin embargo, tengo la vergüenza de admitir que todavía no leí El hombre en el castillo de Dick. Usted supongo no me lo perdonará.
Sergio Gaut vel Hartman: Es evidente que la TV te marcó muy profundamente.
Esteban Moscarda: En efecto. Otra serie que fue simiente de varias ideas y que atesoro entre lo más hondo de mis gustos es Twilight Zone. Obviamente por edad empecé viendo la de los ochentas pero al descubrir la vieja, la de los 60, en la que el propio Serling con un cigarrillo en la boca nos introducía
en los episodios, afiancé mi gusto y mi predilección por la ciencia ficción y la fantasía, sobre todo cuando refieren a ironías y esconden más o menos críticas a la cosmovisión humana. Los remates de esos capítulos eran cierres perfectos, vueltas de tuercas al mejor estilo clásico.
Sergio Gaut vel Hartman: Al leer tus textos se revela una fuerte presencia de los mitológico y lo onírico. ¿Cómo es eso?
Esteban Moscarda: Bueno, lo onírico es otro de los elementos muy presentes en mis textos. Me gusta la idea del sueño, la materia surreal que yace muy dentro de nosotros pero que cada noche se apodera de nuestra realidad. Me gusta el concepto de realidad siendo invadida por seres irreales. Me gusta el absurdo y las imágenes poéticas que dispara la idea del sueño. Justamente es en la poesía donde mejor funciona esta lógica. Lovecraft, aunque demasiado oscuro y recurrente, lo trabaja muy bien. Y sin duda el estimado Borges. Un sueño dentro de un sueño dentro otro sueño es algo que me encanta. Es como dejarse llevar. Así suelen venir los mejores poemas.
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Y lo metafísico?
Esteban Moscarda: Dios. A veces canso con tratar mi idea sobre la divinidad. Creo que surgió esa obsesión de una formación religiosa muy densa en mi infancia pero que luego traté de negar o combatir llegada la adolescencia. Mi encuentro con la mitología griega fue decisivo en ese aspecto. Descubrir que antes del monoteísmo cristiano había todo un universo altamente complejo de paganismo me volvió loco. Los mitos cosmogónicos, teogónicos, la idea de la Necesidad como deidad superior que incluso domina a los propios dioses olímpicos, me desnucaron. Y escribí bastante sobre ello. Tengo mis propias cosmogonías. Y defiendo una concepción de nuestro creador bastante agnóstica. Es decir, no dudo de su existencia —creo que el universo no puede tener otra explicación— pero tampoco puedo afirmarlo, nadie puede. Eso sí, soy un militante en contra de las religiones.
Sergio Gaut vel Hartman: No puedo soslayar, porque lo sé, el componente ideológico de tu literatura, y de lo ideológico literario podemos pasar a lo ideológico a secas.
Esteban Moscarda: Hablando de militancia otro de mis grandes intereses es la política. Pero no creo que tenga que ver con la literatura. Je. Trato de no mezclarlas. Aunque de vez en cuando se me escapa algún texto político. Tal vez todos los textos sean políticos. Pero bueno eso es hilar fino y jugar con las diversas interpretaciones que tengamos de dicho concepto.
Sergio Gaut vel Hartman: ¿A qué te dedicas por estos días, aparte de escribir?
Esteban Moscarda: Actualmente estudio Derecho. Cuando salí del secundario me metí en Letras pero me fui al poco tiempo. La carrera esta enfocada hacia la crítica y, si bien me gusta, considero que no soy bueno en ella. Lo mío con la literatura es puramente hedonista. A mi un cuento me gusta porque me gusta. Después puedo buscar una justificación estética pero siempre tiendo a quedarme con la primera impresión. Del derecho me gusta la rama penal. Me gusta la delincuencia, jeje. Quiero decir, del conjunto de las ramas jurídicas la que más me apasiona es aquella que tiene que ver con la libertad de las personas. Me parece la más filosófica, la más jugada, la más drástica con respecto a la autonomía de las distintas voluntades. Y en algún aspecto me gusta la estética del crimen, entender porque alguien decide violar una norma, supuesta materialización del código social (sería muy largo discutir esto, solo lo menciono).
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Otros intereses?
Esteban Moscarda: La música me encanta. Escucho de todo pero mis preferencias se dirigen hacia el rock progresivo, sobre todo el inglés de los 70-80, el jazz, la música culta (porque decir clásica no sería correcto, a mi me fascina el barroco pero también el siglo XX, los minimalismos, las grandes orquestas de la modernidad, algunas disonancias grandilocuentes, los rusos); la música étnica, la fusión. Escribo, leo y estudio con música. Es casi diría una adicción incontrolable. Lo único que lamento, aunque espero estar a tiempo de remediar esa situación, no saber tocar un instrumento. Siempre sueño con componer una sinfonía o un concierto para grupo de rock y orquesta. Creo que en mis textos esta esa falencia, la de desconocer el universo formal de la música. Pero no importa. La música es un idioma exquisito y yo me conformo, por ahora, con saberla escuchar.
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Cómo llegas a la creación? ¿Por qué caminos alcanzas a plasmar una narración, corta o larga, da lo mismo desde esta perspectiva?
Esteban Moscarda: Soy un escritor instintivo. Quiero decir que necesito de la inspiración para escribir. Me cuesta hacerlo si me fuerzo a ello. Suelo perder el tiempo ante la hoja en blanco. No es que le tenga miedo pero realmente me enerva sentarme y que no se me caiga una idea o que las frases salgan mal, sin vuelo poético, como impostadas, disonantes. Por eso me gusta leer algo literario antes de empezar. Me considero un aprendiz. Debido a ello estoy muy contento de formar parte del colectivo Heliconia.
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Cómo influyó eso en tu crecimiento como escritor?
Esteban Moscarda: El trabajo que se viene realizando en los grupos de Facebook y en los canales internos me sirvió mucho para desarrollar mi potencial. La sinergia es increíble. El compartir textos, un placer. Uno nunca sabe quien tiene al lado hasta que no escribe con él. Uno descubre mucho de la otra persona y de uno mismo cuando escribe a cuatro manos. Supongo que a los pianistas les debe pasar algo parecido. Pero es un universo que se derrama entre dos o tres o cuatro. Y la mente entonces se extiende como una superficie compleja más allá de sus límites posibles. Disfruto mucho el trabajo en equipo, soy siempre quien más aprende. Por lo menos, así lo veo desde mi perspectiva. Y es que dicho trabajo ayuda a la inspiración. Es como una chispa que enciende la maquinaria.
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Qué otras actividades ocupan tu vida? ¿Qué te gusta hacer?
Esteban Moscarda: Me encanta caminar. Y andar en bicicleta. Muchas veces ambas actividades me tiraron ideas valiosas para trabajar. Suelo pasear por barrios alejados, de casas bajas. Me tomo un colectivo y voy hasta donde me deje. Y me concentro en nada. Y de ahí surgen. O estar sentado en un bar, junto a la ventana, y ver pasar la gente y los autos. Perderme en las caras, tratar de adivinar —o inventar— las historias privadas, adónde van, de que trabajan y a quienes aman. Eso me dispara cosas que capaz no tienen que ver con lo cotidiano pero que surgen de esa matriz cercana. Un extraterrestre en celo puede ser una hermosa chica que vi pasar cierta tarde de otoño por ejemplo.
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Cuáles son tus ambiciones a corto, mediano y largo plazo? ¿El premio Nobel se cuenta entre ellas?
Esteban Moscarda: No tengo grandes ambiciones. Tampoco creo tener un gran ego. Solo dosis saludables de él. Por eso no me calienta si triunfo o no en la literatura. Eso sí, quiero que me lean. Y que mis textos les generen algo aunque sea mínimo a cada uno de los lectores. Me siento orgulloso cuando alguien me dice: “che, capturaste a la perfección lo que sentí”, por ejemplo. Eso basta para sentirme satisfecho. No pido mucho más.
Sergio Gaut vel Hartman: ¿Algo especialmente jugoso que quieras dejarnos como cierre?
Esteban Moscarda: ¿Una anécdota? Tengo varias. Pero me las reservo para los asados con los amigos, jaja. Muchísimas gracias por la entrevista, Sergio.
© Sergio Gaut vel Hartman Junio 2012
Puede leer «El vino del tiempo» de este autor aquí.
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