Por Pedro Jorge Romero
Marte rojo ganó el Premio Nebula de 1993, y es la primera parte de la reconocida serie de Marte de Kim Stanley Robinson (Marte rojo, Marte verde y Marte azul) que publicó en España Minotauro en la década de los noventa y que ahora está reeditando con tapas nuevas.
Cuando Michael Bishop, en el número 2 de la revista Science Fiction Age, hizo su reseña de Marte rojo dijo:
“Es la mejor novela de ciencia ficción pura que he leído en años, un libro tan lleno de drama humano creíble, entendimiento tecnológico, increíbles vistas planetarias, visión histórica y espiritualidad práctica que la considero como el prólogo de unas nuevas crónicas marcianas. Si Ray Bradbury poseyó el planeta rojo desde principio de los 50 hasta la llegado de las sondas Viking, Kim Stanley Robinson puede ser su dueño durante el próximo cuarto da siglo o más”.
El resto de la reseña la empleaba en ampliar los puntos del párrafo que he citado. El lector se preguntará ¿tiene razón? Bien, a mí nunca me había gustado anteriormente la obra de Kim Stanley Robinson, pero Marte rojo es todo lo que Michael Bishop dice y algunas cosas más. Se trata de una novela brillante, grandiosa, profunda, muy bien escrita y sobre todo lúcida, muy lúcida. Se trata de una de las aproximaciones más realistas al futuro humano jamás escritas.
Marte rojo cuenta el periodo de la historia marciana que va desde la primera colonia de 100 científicos en Marte hasta la primera y fallida revolución, pasando por el descubrimiento de un tratamiento de longevidad, la construcción de un ascensor espacial -para facilitar el acceso al planeta-y los primeros intentos de terraformación.
Pero más allá de lo que Marte rojo narra, estamos ante la primera parte del nacimiento de una futura sociedad marciana, una sociedad que no nacerá de una sola cultura humana sino de una fusión e intercambio entre diversas culturas. Uno de los triunfos de la novela es que presenta todos los puntos de vista con igual convicción. De los 100 científicos que forman la primera expedición, Kim Stanley Robinson se centra en unos diez, y cada uno de estos tiene sus propias ideas políticas, religiosas y científicas y su propia visión sobre Marte y su futuro. La interacción entre este variada grupo de personalidades (que el autor maneja muy bien) es lo que impulsa la novela.
Aún así el verdadero protagonista es Marte. Si hemos de creer al autor, éste lleva toda su vida fascinado por el planeta rojo y ha dedicado diecisiete años a documentarse para escribir esta trilogía. Marte rojo es un gran tour por los impresionantes paisajes de Marte. Quien haya visitado Nepal con Kim Stanley Robinson en Escape from Kathmandu conoce la excelencias de este autor en la descripción de la belleza natural. Marte se convierte en un planeta real y sólido en manos de Robinson.
La novela es compleja y creíble. El autor no huye de la complejidad, sino que la busca. En esos aspectos su Marte rojo es posiblemente una de las novelas de ciencia ficción más realistas jamás escritas, pero no porque la exploración y ocupación de Marte pudiese llegar a realizarse tal y como él la describe (en estos momentos un primer viaje a Marte tripularlo en el 2030 parece más fantasía que ciencia ficción), sino porque de hacerse sería tan variada y sorprendente como la descrita en esta novela.
Stanley Robinson cuida los detalles en todos los aspectos. La ciencia tal y como se describe en la novela es impresionante. Robinson debe haber pasado años en una biblioteca simplemente informándose sobre aspectos científicos no directamente relacionados con el planeta. En un artículo que escribí hace algunos años para una revista llamada Kenbeo Kenmaro me quejaba del desprecio que hacia la ciencia sentían muchos humanistas, pero si Gregory Benford escribió una novela de ciencia ficción dura que era además literatura, Kim Stanley Robinson ha escrito un monumento literario que es además ciencia ficción dura de la mejor.
Para ilustrar ese cuidado con que el autor ha escrito la novela podemos fijarnos en un recurso que utiliza continuamente: lo que él llama «metáforas científicas». A lo largo del libro se presentan dilemas morales, humanos y políticos que es preciso resolver y aclarar. Cuando esto sucede, el autor emplea invariablemente una imagen tomada de algún campo científico. Por ejemplo, al comienzo del capítulo dos de la segunda parte se habla de la velocidad de escape necesaria para salir de la Tierra y del pozo gravitatorio para luego decir que la historia tiene también un pozo de gravedad del que es difícil escapar (el autor atribuye este recurso a Marcel Proust). Su uso es natural en el contexto de Marte rojo: los protagonistas son científicos y es normal que sus reacciones estén teñidas por su educación, Pero hay además una voluntad de utilizar la ciencia como elemento literario que hace a Marte rojo aun más interesante.
Por cierto, ¿les he dicho ya que Marte rojo es una muy buena novela?
© 2008 Pedro Jorge Romero
Marte Rojo, de Kim Stanley Robinson (Red Mars; 1993). Ediciones Minotauro. Barcelona, 1996-2008. Traducción de Manuel Figueroa. ISBN.978-84-450-7681-1. 575 páginas.
Texto de la contraportada
Siglo XXI. Durante eones, las tormentas de arena han barrido el estéril y desolado paisaje del planeta rojo. Ahora, en el año 2026, cien colonos -cincuenta mujeres y cincuenta hombres-, viajan a Marte para dominar ese clima hostil. Tienen como misión la terraformación de Marte y como lema «si el hombre no se puede adaptar a Marte, hay que adaptar Marte al hombre».
Espejos en órbita reflejarán la luz sobre la superficie del planeta, en las capas polares se esparcirá un polvo negro que fundirá el hielo y grandes túneles, de kilómetros de profundidad, atraversarán el manto marciano para dar salida a gases calientes. En este escenario épico, habrá amistades y rivalidades, pues algunos lucharán hasta la muerte para evitar que el planeta rojo cambie.
Pingback: MARTE AZUL, de Kim Stanley Robinson | BEM on Line