Hoy, domingo 11 de diciembre, el día de mi aniversario, he sabido por una amiga del fallecimiento de Joan Carles Planells (o Juan Carlos, como firmaba siempre sus escritos). Ha sido un gran golpe del que aún no me he recuperado ni creo que lo haga en mucho tiempo, me temo. He telefoneado a varios amigos y he notado también su dolor cuando se lo he comunicado.
He tenido el placer de contar con la amistad de Joan Carles desde aquel lejano 1982 cuando, a través de una parada en el mercado de Sant Antoni de Barcelona, le conocí un domingo por la mañana. Congeniamos y, desde entonces, nos fuimos viendo asiduamente. De hecho he tenido su respaldo en todos los proyectos en los que me he involucrado durante estas décadas: Tránsito, BEM, Visiones 1996, BEM on Line… siempre pude contar con sus colaboraciones y consejos.

Juan Carlos Planells
Durante muchos años nos reunimos en casa, con otros amigos, los sábado, a disfrutar de los juegos de mesa, tomar cervezas y pasar un rato distendido entre colegas. Joan Carles siempre tenía alguna frase ocurrente, algo que había visto o leído o, simplemente, que había preparado para la ocasión. Cuando hoy he sabido de su desaparición, me han venido a la cabeza tantos buenos momentos… (también los hubo malos pero esos no quiero recordarlos).
Como escritor, siempre lo creí genial. Sus cuentos rebosan humanidad y, a través de ellos, se comunicaba con el mundo, algo que, en persona, siempre le costaba mucho. No te dejaba acercar demasiado, tenía pánico a que le hiriesen y se encerraba en su concha para sentirse seguro. Algunas veces desaparecía durante meses para regresar un buen día, como si el tiempo no hubiera transcurrido y retomar nuestra relación.
Tras mi mudanza fuera de Barcelona y algunos desencuentros, lo fuí viendo mucho menos. Sus últimos años fueron muy amargos, con graves problemas económicos al dejar de trabajar para las editoriales, arrinconado por un mundo que cambiaba muy deprisa y al que le costaba mucho adaptarse (aunque me sorprendió cuando inició su maravilloso blog Planells Fact&Fiction, donde desnudó muchas veces su alma y nos explicó, a quienes quisimos leerlo, su vida, sus sentimientos), poco a poco, se fue apartando de todo. Pero siguió escribiendo y publicando, principalmente en su bitácora.
No fue una persona con una vida fácil. A nivel personal siempre estuvo condicionado por una economía precaria. Se enamoró y sufrió duras pérdidas, sobre todo por una cruel enfermedad. Como escritor fantástico, sus dos novelas fueron publicadas un poco a trompicones. El enfrentamiento, la primera, iba a ver la luz en Ultramar cuando cerró (creo que incluso llegó a ver las galeradas), a principios de los noventa. Fue años más tarde cuando, tras mi insistencia, aceptó revisarla (de hecho la reescribió completamente) y enviársela a Miraguano que estaban interesados en ella. Y les encantó, apareciendo con un buen éxito de crítica en 1996. La segunda, El corazón de Atenea creo que siguió un camino similar. Había sido escrita y ofrecida a alguna editorial pero desestimada, quedando durmiendo un uno de sus cajones y sólo a través del incansable Juan José Aroz consiguió al fín ver la luz hace unos años. Joan Carles y yo estuvimos también preparando durante varios meses, picando textos en mi ordenador (él siempre escribió en máquina de escribir mecánica), muchos de sus relatos para una antología que le habían propuesto… y que tampoco vió nunca la luz.
Todos estos disgustos, todas estas frustraciones le hicieron retraerse cada vez más del fandom, de la ciencia ficción en general, un género que amaba con locura (les recomiendo que en la selección posterior, lean sus tres últimos artículo sobre la escritura), pero por el que siempre se sintió muy maltratado.
Con un gran corazón, siempre con miedo a abrirse, tuve la fortuna de contar con su confianza y su amistad durante muchos años y poder atisbar un poco en su mente privilegiada. Ahora que sé de su ausencia, noto un gran agujero que difícilmente podré llenar. Menos mal que aún nos quedan sus palabras, pero hoy estamos todos un poco más solos.
No me resisto a recomendarles un enlace a la bitácora de Galionar, donde su autora le ha escrito una bella carta (en catalán) con una sensibilidad extraordinaria que yo me siento incapaz de superar.
También les propongo escuchar una de sus canciones preferidas, de su amadísima Avril Lavigne. Por sus escritos sé que esta canción reflejaba sus sentimientos cuando echas de menos a alguien. Seguro que, allí donde esté ahora, sonrie cuando la vuelva a escuchar.
Salut, camarada. A reveure, Joan Carles.
(c) 2011 Joan Manel Ortiz para BEM on Line
Textos publicados por Juan Carlos Planells en BEM on Line
Artículos:
La soledad de Charles Dickens, de D. Simmons
Los relatos de Robert Sheckley
«Convendrás conmigo que tiene una historia potente detrás»
Narrativa general con ojos de ciencia ficción
Querer escribir y querer ser escritor.
La suerte de escribir ciencia ficción
¿Respetamos a nuestros clásicos?
Relatos:
La teoría de los mundos paralelos
Viajes por el Tiempo, S.A. (INFORME)
Pingback: PLAY «NOBODY’S HOME» DE AVRIL LAVIGNE, de Juan Carlos Planells | BEM on Line
Pingback: IN MEMORIAM, por Carlos Roda | BEM on Line